Capítulo 7

315 22 3
                                    

Me desperté y el sol estaba alto. Miré a Rosa y noté que aún no la había desatado. Con cuidado la empecé a desatar y ya habiendo terminado el trabajo y sintiéndome algo más descansado agarré con mucho cuidado a Rosa y la llevé a casa.

Poco antes de llegar empecé a escuchar un ronroneo. Debe ser de ella. Aún parece dormida pero debe estar muy agusto.

Llegué por fin a casa y exhausto me senté en el sofá. Acuné mejor a Rosa para que ambos estuviésemos cómodos y me puse la televisión. Estaban echando un programa de una Meowscarada ilusionista. Me di cuenta que era aquella que conocimos que se llamaba Lía. Actúa bien. Miré a Rosa y empecé a preguntarme cómo sería ella sí fuese una Meowscarada.

Me di cuenta que quedaba comida para un par de días así que mañana o pasado iré con Rosa a pueblo Veta.

La sensación de Rosa ronroneando me calmaba mucho y sin darme cuenta el sueño me empezó a volver a vencer.

Tuve un sueño. Un muy agradable sueño.

Estaba junto a Rosa. Ambos estábamos en un campo lleno de muchas flores. Ella era un preciosa Meowscarada. Estaba sonriendo y estaba tomando sus patas.

Nadie más estaba allí. Sólo nosotros dos. Se quitó la máscara y era simplemente hermosa.

Ella se sentó y seguí su acción. Se subió a mis piernas y se sentó mirando a la misma dirección que yo.

Se le veía completamente tranquila. Le abracé con fuerza. Era simplemente perfecto.

Estuvimos abrazados en silencio. No habló pero no hacía falta ninguna palabra. El sólo sentir tu tacto ya me hacía sentir vivo.

...

Abrí los ojos lentamente, todavía estaba la luz del sol, Rosa seguía acomodada en mí mirándome.

-Hola nenaza.

-Hola Rosa. ¿Cuánto llevo durmiendo?

-Hmmm. Unas dos horas. Eres todo un vago.

-¿No te puedes mover otra vez verdad? Al final la nenaza vas a ser tú por no aguantar.

-Lo dices porque no te penetran el útero con mucha fuerza.

-Mira. Lo que digo. Eres realmente quejica

-¿A qué te meto un pepino por abajo hasta el fondo y me dices cómo se siente?

-... Está bien tú ganas.

Rosa sólo me miró con una mirada triunfal.

Por un momento tuve una pequeña sospecha. Probaré a ver sí funciona.

-Rosa. ¿Puedo probar algo?

-Sí me quieres volver a penetrar el que tendrá que estar atado eres tú.

-N-no es eso. Y luego me llamas a mí pervertido.

-Está bien. ¿Qué es?

Me levanté y puse a Rosa tumbada boca abajo en el sofá. Y con algo de fuerza le di una nalgada bastante sonora.

-¡Meow!~

Bastante asombrado me di cuenta.

-E-espera... ¿Disfrutas de el dolor? ¿Por eso pides que sea tan rudo?

-¿¡Q-Qué?! N-no d-d-disfruto d-del d-dolor...

Le di una nalgada aún más fuerte con una sonrisa triunfal.

-¡MEOW~!

-Lo suponía. Disfrutas de el dolor.

-N-no se lo digas a nadie...

El placer de la iraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora