Capítulo 10

320 18 1
                                    

Desperté con una sensación de calidez en mi cuerpo, algo me estaba acariciando la cabeza. Lentamente abrí los ojos y me encontré con Rosa sonriendo acariciando mi cabeza. Mi cabeza estaba en sus piernas, supongo que me habrá movido en medio de la noche.

-Buenos días Rosa. ¿Qué tal estás?

-Siento algo adormiladas las piernas pero me siento bien. Te moví porque estabas en una postura incómoda.

-Gracias.

-No es nada.

Le sonreí un poco y me estiré, lentamente me fui incorporando y me levanté. Ella al poco tiempo hice lo mismo. Sabiendo cómo disfruta que le trate cuando terminó de ponerse de pie le di una nalgada bastante fuerte.

-¡Meow~!

-Por lo que sí lo disfrutas de verdad.

Ella solamente me miró con cara muy coqueta.

-A lo mejor lo disfrutaría con algún que otro golpe~

-A lo mejor más tarde. Quiero hacer un par de cosas y tengo que patrullar.

-¿Puedo ir contigo?

Ella rápidamente fue a coger su máscara y se la puso.

-Claro. Desayunemos algo y salimos

-Siempre que no me des con la jeringa...

-Creo que ya puedes intentar comer, sino te intento hacer algo líquido.

-No por favor...

Solamente me reí un poco y la besé en los labios.

Bajamos a el comedor y preparé unas sencillas tostadas con aceite y azúcar. Un desayuno muy ligero. A Rosa le costaba un poco tragar pero pudo hacerlo bien.

-Al final la motivación de no tomar más comida por jeringuilla te ha hecho volver a comer líquido.

-¡Cállate!

-No

-¿A que te hago algo?

-¿Hacer el qué?

-... Algo

-Pues sí no especificas seguiré hablando... Quejica enana.

Empecé a reír muy fuerte, ella sólo se lanzó a darme pequeños golpecitos amistosos.

Suspiré un poco, por fin está cambiando. Ya podemos tener una conversación normal, y parece ser más... Normal. Es una gran alegría. Además me siento mejor, sigo con miedo porque le pase algo como pasó con Chuck pero estoy algo más tranquilo.

-¿Estás bien?

-Sí... Sólo pensando.

-¿En qué?

Le miré con algo de picardía y una sonrisa algo tonta.

-En darte más jeringazos de comida.

-¡Ni se te ocurra!

Solamente me reí un poco.

-¿Te quieres duchar? Tienes restos de la comida de ayer por todo el cuerpo.

-M-más tarde quizás.

Le asentí. Con poco esfuerzo la agarré y la subí a mi cuello. Salimos de casa y empecé a patrullar.

-Pesas bastante pero puedo llevarte todavía sobre mi como cuando eras una Floragato.

-¿¡Me estás llamando gorda!?

-El calificativo para no sonar tan desagradable sería que estás poco delgada.

Hizo un pequeño resoplido y supuse que hizo un pequeño puchero.

El placer de la iraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora