Capítulo 22

140 8 0
                                    

Nota del autor: Este capítulo tiene contenido para +18 se recomienda discreción

Por fin llegó el taxi volador. El Floragato estaba dormido abrazándome.

En el taxi aún seguíamos muy tensos. Lo que hemos visto y ha pasado hoy se nos ha quedado muy gravado. Rosa miraba fijamente el huevo.

-¿Crees que habrá sufrido algún daño?

-No creo. La cáscara parece estar bien y no creo que se haya dañado.

Miraba fijamente al Floragato. Estaba por lo menos algo más tranquilo. Le empecé a acariciar la cabeza y él se acurrucó más cerca de mí ronroneando suavemente.

-¿Qué vamos a hacer ahora Rosa?

-No lo sé... Pero creo que sería mejor cuidarlos por ahora. El huevo no necesita muchos cuidados y en cuanto al Floragato sí has dicho que está fuera de peligro se puede quedar con nosotros un tiempo.

-Flo...

-¿Has dicho algo pequeño?

-No hables muy fuerte Jorge. Sigue dormido. Está soñando.

-¿Sabes lo que dijo?

-Me ha pillado desprevenida pero creo que ha llamado a sus padres...

-Pobre. Debe haber visto esa masacre a esos Meowscaradas...

-Supongo que sí. Pensaba que los Dragonite eran amables...

-Y lo son... Sí tienen un entrenador. Sino pueden llegar a ser muy agresivos como el de esa isla.

-¿Cómo habrán llegado?

-¿Los Meowscaradas? No lo sé. Pero me gustaría suponer que algún pokemon de tipo agua grande les tuvo que llevar...

-¿Y sí fue algún tipo de trampa?

-No te entiendo.

-Según la televisión un día vi un reportaje de pokemon salvajes que a veces unen fuerzas para cazar.

-Tiene sentido... En este lago escuché alguna vez que habían Tatsugiris y teniendo en cuenta que es una especie que se alía con los Dondozo no me extrañaría nada que algún Dondozo viva en este lago.

-¿Y eso cómo serviría para cazar?

-Posiblemente vieron a esta pareja de Meowscaradas y esos pokemon sabiendo que esa isla era el territorio de un Dragonite decidieron engañarles para que el Dragonite les mate...

-¿Y qué ganan con eso?

-Los restos de los Meowscarada.

A Rosa le dió un pequeño escalofrío cuando dije esa frase

-Pero pocos pokemon comen de la carne muerta

-Lo sé. Pero a lo mejor estaban hambrientos y no vieron mejor opción.

Rosa vio al Floragato y suspiró

-Sí lo que dices es cierto la naturaleza es muy cruel.

-Lo es. No soy biólogo pero al vivir en el bosque lo aprendes...

-Supongo que tienes razón.

Continúe acariciando al Floragato. El resto del viaje no hubo más conversación. Rosa se había dormido abrazando el huevo y solamente me quedé mirando el paisaje.

Por fin llegamos a las afueras de bosquejada.

Rosa ya estaba despierta pero el Floragato seguía dormido, pobre...

Llegamos por fin a casa y tenía que arreglar el generador como fuera. Dejé al Floragato tumbado en el sofá y Rosa dejó el huevo cerca del Floragato.

El placer de la iraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora