Capítulo 4

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Samantha seguía en la cama.

Estaba tan deprimida que no tenía ganas de hacer nada.

Se sentía débil e inútil.

De repente, se le vino un recuerdo.

Flashback

Hace 13 años, Samantha había tenido una aventura con un hombre.

No era algo extraño, pues Samantha Jones era conocida por tener aventuras con el primer hombre que se cruzara por su camino.

Pero semanas después, ocurrió algo.

- Estoy embarazada - comentó preocupada.

Era algo extraño, puesto que Samantha en ese entonces tenía 52 años, pero ocurrió de verdad.

- ¿Y a mí que me importa? - preguntó el hombre con cara de pocos amigos.

- ¡Pues te debería importar porque es tuyo! - exclamó la otra.

- ¿Y cómo estás tan segura de que lo que llevas  en el vientre es mío? - le preguntó el hombre con una sonrisa maliciosa - Eres Samantha Jones, la mujer más promiscua de todo Nueva York -

Fin del Flashback

Aquello había ocurrido hace años, pero Samantha no lo había olvidado nunca.

Se había sentido humillada y violada.

- ¿Por qué mi vida tiene que ser así? - preguntó tristemente.

De repente, le sonó el móvil.

Samantha hizo un pequeño esfuerzo para contestar. Estaba tan débil que apenas tenía fuerzas.

- Miranda me lo ha contado todo. ¿Estás bien? - preguntó Carrie al otro lado.

- Me siento débil - contestó Samantha que apenas podía hablar.

- ¡Sam, ese hombre está acabando contigo! - exclamó su amiga.

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Cassidy oyó el timbre de la puerta.

Scarlett estaba al otro lado.

- ¿Qué pasa? - preguntó la hija de Carrie y Big viendo a su mejor amiga triste.

- ¿Puedo quedarme aquí? - preguntó la otra sollozando.

- ¿Scarlett? - preguntó Carrie acercándose, antes de que Cassidy pudiera responder - ¿Qué haces aquí? -

- ¡Mamá está muy débil! - sollozó la hija de Samantha - No se levanta de la cama, tiene la mirada perdida, apenas tiene fuerzas. Es como... es como si hubiera muerto -

Scarlett rompió a llorar, Cassidy se acercó más para abrazarla.

- Por supuesto que puedes quedarte, - contestó su amiga - ¿verdad, mamá? - añadió girando la cabeza.

- Por supuesto - contestó Carrie - Pero será mejor no decirle nada a Samantha de momento.

Las adolescentes asintieron.

- ¡Carrie! - se oyó la voz de Big desde dentro - ¿Quién es? - preguntó con curiosidad.

- ¡Es Scarlett! - contestó la otra - Pasa, cariño - dijo volviendo a centrar su mirada en la hija de Samantha.

Mientras Scarlett y ella entraban en su casa, Cassidy no pudo evitar sentir una punzada de compasión por su mejor amiga. Scarlett debía de haber estado muy triste por su madre, si había decidido irse de casa para desahogarse con una de sus familias postizas.

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Miranda estaba mirando la ventana de su casa.

- ¿Qué te pasa? - le preguntó Steve.

- Estoy preocupada por Samantha - contestó la pelirroja, después miró a su marido con ojos suplicantes - No parece ella -

- Samantha es fuerte - la intentó tranquilizar el otro.

Miranda negó con la cabeza suavemente

- Tú no la viste - contestó ella con los ojos llenos de lágrimas - Estaba... estaba deprimida, con la mirada perdida. Si no la conociera, me costaría creer que haya sido tan alegre y jovial. Ha perdido parte de su autoestima -

Steve la abrazó y Miranda se acurrucó bajo su pecho. Mientras, una pregunta rondaba por la cabeza de la pelirroja. ¿Volvería a ser Samantha la misma de antes?

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Samantha seguía en la cama.

- ¿Qué quieres? - preguntó contestado al teléfono de mala gana.

- Hola, Sam - contestó la voz del hombre maliciosamente.

- No me llames "Sam" le prohibió ella.

- ¡No me importa lo que digas! - exclamó el otro - Necesito que me prestes dinero -

- ¿Por qué iba a hacerlo? - preguntó Samantha.

- ¡Porque lo digo yo! - exclamó el hombre - Además, eres tan inútil que solo sirves para eso -

Aquellas palabras hirieron a Samantha más de lo que ya estaba.

¿Es que ese hombre solo vivía para humillarla y hacerle daño?

- No, no lo haré - contestó la rubia de pelo liso - Necesito ese dinero para cuidar de nuestra hija - añadió, haciendo énfasis en la palabra "nuestra"

- ¡Ni que fueras pobre! - exclamó el hombre.

- ¡Tampoco soy rica! - exclamó Samantha.

- ¡Da igual! - siguió exclamando el hombre - ¡Vas a hacer lo que yo te diga! -

Samantha tenía ganas de llorar, pero no quería que ese hombre lo descubriera.

- ¡Tía Samantha! - se oyó una voz en la puerta.

La rubia colgó el teléfono, se giró y vio a Brady en la puerta de su habitación.

- ¿Qué haces aquí? - le pregunto al hijo de Miranda y Steve.

- Mamá me contó lo que pasó cuando ella y la Tía Charlotte estuvieron aquí - contestó el pelirrojo - ¿Por qué sigues hablando con ese hombre? -

- Porque es el padre de mi hija - contestó Samantha con los ojos llenos de tristeza - Aunque sea un canalla - añadió con rabia - Y aunque lo odie con toda mi alma. Sigue siendo el padre de mi hija -

Brady sintió compasión por la amiga de su madre.

- Oh, Tía Sam, eso es... muy triste - se preocupó el joven.

- No le digas nada de esto a Scarlett - le suplicó la rubia.

- Por supuesto que no - contestó el otro - Te lo prometo -




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