Capítulo 1: Todo se repite.

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Cada día era una rutina. Levantarse, desayunar, prepararse, ir al coche, esperar a sus padres —a veces tomar el taxi— e ir a clases. A veces para Amelia era mejor ir sola que con su hermano menor. Era una tarea horrible tener que aguantar sus tonterías de camino. Una costumbre que poco a poco logró adaptarse con ayuda de la tecnología. ¿Quién le diría a Amelia que pronto crearían unos auriculares para poder escuchar música e ignorar todo tu alrededor? Esa era su salvación.

Tei lo conocía desde pequeña, pero jamás pudo orientarse por mucho que lo intentara. Daba igual en qué época de su vida fuera. Siempre era capaz de perderse y mirar el mapa durante unos minutos. ¿La razón de ello? Las calles parecían ser todas iguales. Edificios de mismo diseño, caminos enladrillados y poco cuidados que por la noche se volvía en un peligro para cualquiera.

Lo bueno era que el Sol, muy a duras penas, estaba presente por la mañana.

—Estúpida, es por aquí —intervino Max, le miraba con los ojos sin apenas abrirlos del todo.

—¿Seguro que es por aquí? —preguntó Amelia.

—Sí, estúpida. Te lo he dicho mil veces —respondió Max.

Amelia soltó un largo suspiro, siguiéndole mientras miraba su alrededor. El pasado de Tei era reflejado en los edificios antiguos que los Steins no deseaban cambiar. Su arquitectura era tan detallada y hermosa que destruir los edificios para pasar a la modernidad les parecía una falta de respeto.

«Estancarse en el pasado les hará perder la realidad de estos móviles —pensó Amelia mientras miraba el dispositivo con una ligera sonrisa—. Dios bendiga al genio que dijo "vamos a poner música en estos dispositivos". Así no tengo que aguantar a mi hermano... Ni a los Steins».

Alzó su rostro, viendo como Max se alejaba cada vez más de ella. No era sorpresa, siempre lo hacía. En general no podían estar más de cinco minutos juntos sin que empezaran una discusión. Daba igual el qué.

«El problema es que estos móviles le darán la fama a un idiota que no se la merece —pensó Amelia, frunciendo el ceño—. Ayer ya me vino con gestos raros que decía que eran tendencia en sus amigos, o palabras estúpidas que no tienen sentido. Se quejarán de mí que era una inculta, pero mi hermano es un subnormal».

Respiró hondo, giró su cabeza hacia un lado hasta que pronto el viento brusco movió su descuidado cabello.

—¡Qué dices! ¡Se compró el último modelo! —gritó Max, asombrado por como la moto que acababa de pasar enfrente suya, cruzaba por las calles enladrilladas, cuando estaba prohibido.

—Idiota —susurró Amelia, arreglando a desgana su cabello para mirar a Max—. No me digas que te mola esa mierda.

—Es lo mejorcito que hay. Que no lo sepas valorar demuestra tu poca cultura.

Amelia puso los ojos en blanco por un momento.

—No me vengas con idioteces. Suficiente tengo con el día que tengo en el trabajo —pidió Amelia.

—Pero si te pasas todo el día en la cafetería de Mei. No vas a salir con ella —contestó Max, cruzando tus brazos.

Amelia abrió su boca. Apretó sus puños y mostró una sonrisa nerviosa, mirándole de reojo con malicia.

—Lo que haga con Mei no es de tu importancia, ¿entendido? —preguntó Amelia, ladeando la cabeza hacia la izquierda.

A Max le temblaron las manos mientras abría sus ojos en demasía.

—Y-Ya —murmuró Max—. A-Al menos empezamos a entender que es la intimidad.

Se giró y siguió por la calle. Cerré mis ojos mientras avanzaba a paso lento, apretando mis labios.

III.II - El último Sistema: Adiós Steinfall [G.O] #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora