Capítulo 17: ¿Recuerdas tus primeros pasos?

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La habitación era oscura y fría. La humedad estaba presente en todos los lados, pero tampoco podía quejarse. Era la mejor que tenían a diferencia de las demás.

Tumbada en su cama —si podía considerarla como una—, miró hacia el techo con cansancio, moviendo con aburrimiento el lápiz que tenía entre sus manos. Era lo único que tenía junto a los cigarros que le dejaban fumar en ocasiones.

Se quedó en silencio un buen rato. Cerró sus ojos y soltó un suspiro largo.

—Así que tengo amnesia disociativa —susurró, soltando una risa—. Estúpido.

Tragó saliva y miró hacia su izquierda.

—Con saber mi nombre es más que suficiente.

Se levantó de la cama para ver lo que había a su alrededor. Una cama, un baño y una ventana pequeña que dejaba pasar la luz. Se rio de nuevo, giró su cabeza y se encontró por fin lo que la hacía reír tanto.

—¿Cuándo me van a sacar de la cárcel? —preguntó divertida, viendo desde el otro lado de los barrotes al policía que la miraba con un rostro firme.

—Parece que se te ha olvidado de nuevo —respondió, arqueando la ceja.

«Ah, encima no es la primera vez. ¡Qué divertido!»

—Tienes suerte de que tienes parte de tu familia que se preocupa por ti —siguió hablando el policía, desviando la mirada a otro lado—. Vendrá a las cuatro de la tarde. Te queda una hora para poder verla.

—¿Ver quién? ¿A mi novia? —preguntó con vacile.

—A tu prima.

Escalofríos inundaron la espalda y abrió los ojos en demasía.

—Ah, parece que tu cabeza reacciona cuando la mencionó —comentó el policía—. Tengo ganas de ver como lloras cuando le veas.

Frunció el ceño ante sus palabras y se acercó a los barrotes de hierro para agarrarlos.

—No te vayas de listo conmigo, puedo matarte si me da la gana.

El policía la miró con detenimiento. Soltó un suspiro largo y miró a otro lado.

—Te arrepentirás de esas palabras, Charlot. Lo harás.

«Al menos ya sé mi nombre».

Se escondió en la oscuridad de su celda, sentándose en el suelo con los ojos cerrados y brazos cruzados. Estuvo así durante un buen rato, intentando buscar en lo profundo de su memoria, pero no podía. Era intentar abrir miles de cajas que necesitaban una llave, pero no disponía de ellas.

Abrió sus ojos, soltando un suspiro largo hasta que vio al policía acercarse a su celda. Sonrió con malicia, viendo cómo el policía buscaba las llaves.

—Tu prima está aquí —habló con firmeza. Charlot sintió escalofríos de nuevo y la debilidad en sus brazos la impactó como si se los hubieran arrancado. El policía sonrió ante su reacción—. Es tan fácil debilitarte con tan solo mencionarla.

—Eres un hijo de puta. ¡¿De qué vas haciendo eso?!

El policía abrió la puerta, mirándola con total seriedad.

—Lo entenderás todo. Ahora levántate y muévete si quieres aprovechar los quince minutos con ella.

Aceptó a regañadientes, levantándose del suelo para ver cómo le ponían los grilletes. Tras eso le siguió por los pasillos hasta encontrar una sala amplia donde a lo lejos, tras unos cristales, podía ver a una mujer.

Debía tener unos treinta años. Mostraba un claro cansancio en sus ojos. Había llorado durante un buen rato o no había podido dormir en condiciones. Su cabello era marrón, corto y descuidado. Vestía con una ropa simple. Una camisa violeta junto a unos pantalones tejanos. No tenía nada más que su teléfono en la mesa.

III.II - El último Sistema: Adiós Steinfall [G.O] #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora