Capítulo 13: La única gota de vida.

11 3 0
                                    

—¿Namia?

Sin aviso previo, la luz de su habitación se abrió. La mencionada cubrió sus ojos con sus manos, soltando un pequeño quejido.

—Oh. ¡Ahí estás! ¿Qué haces ahí con la luz apagada? ¿No te es más cómodo estar en cama? —preguntó su padre.

Namia negó con su cabeza.

—Estaba reposando y pensando que hacer.

Su padre frunció el ceño.

—¿En medio de la oscuridad?

—Me ayuda pensar y sentirme más tranquila de lo normal.

Así es como se sentía ahora mismo. En medio de la profunda oscuridad, Namia no solo vivía la paz en su cuerpo, sino que la libertad. Por un momento la ligereza que tenía era tan agradable que creía capaz de volar en medio de la oscuridad. La compañera que había amado desde tan joven.

Por primera vez en mucho tiempo, sonrió con una gran felicidad. No se veía, tampoco deseaba hacerlo. Solo quería estar envuelta en la oscuridad y flotar sin parar hasta el fin. Ya no sentía el peso de sus hombros o su espalda. Ya no le dolían sus ojos. Ya no le hacía daño nada. Era como si se hubiera renovado por completo y volviera ser una cría correteando.

Pero siempre en la profunda oscuridad.

«Tendría que haberlo hecho antes. Ahora sé lo que siento. Ahora me siento tan libre —pensó, sonriendo como nunca mientras se movía de un lado a otro. Hasta que sus acciones frenaron de golpe—. Aledis...».

Giró su cabeza. Vio una luz. No quiso acercarse a ella.

«Incumplí mi promesa, pero entiéndeme, Aledis. Yo no puedo estar ahí. Yo no puedo estar atada a algo que no me da motivos para seguir».

Tragó saliva y por un momento apretó sus puños. Soltó un breve suspiro y el arrepentimiento azotó su cabeza.

«Aunque la extraño —meditó preocupada—. Es la primera persona que me ha hecho sentir algo. Preocupación, cariño y algo de felicidad. L-La extraño».

Lágrimas caían por sus ojos mientras veía la oscuridad. Esta seguía sido tranquila para Namia, pero ahora creía que por un momento la abrazaba y se compadecía de ella.

«No lo hagas. Sé que has visto toda mi historia, pero no te compadezcas. Esto iba a llegar. —Giró su cuerpo y vio la luz—. Aledis, soy egoísta. Soy de lo peor, pero entiéndeme. De verdad que no puedo. Es verlo todo y que al final yo...».

Se quedó inmóvil. No porque quisiera. No la dejaban.

«Yo...».

—¿Con tu actitud crees que vas a llegar a algún lado?

Atada. Ya no flotaba. Ya no se sentía tranquila. Toda esa paz había sido retirada con un simple gesto. Estaba de rodillas en medio de esa oscuridad, pero ahora la observaban. Esos ojos distantes que sonreían con malicia.

Le dolía. Un hueco aparecía en el centro de su alma. Iba quebrándose poco a poco, lo que la hacía chillar de sufrimiento. Y de fondo, esa risa llena de odio.

—Si todos los que una vez han tenido problemas tuvieran la misma actitud que tú, créeme que nadie avanzaría —continuó esa voz, una que Namia no identificó ni ubicó—. Yo sería el primero. Por desgracia, siempre soy el primero en haber vivido miles de desgracias. He vivido situaciones peores que las tuyas y no me ves rindiéndome como tú lo haces.

Namia deseaba contestar. Deseaba gritarle sin temor, pero no podía. Mejor dicho, no la dejaban.

—¿Deseas hablarme ahora? Qué valiente. Claro, como lo has perdido todo, piensas que no puedes caer más bajo. —Namia abrió sus ojos ante sus palabras. Quiso girarse y pudo hacerlo un poco—. —¿Qué deseas decirme? ¿Qué es imposible hacer frente a esa situación que hay? He visitado lugares peores que el tuyo, y créeme que ese sitio está siendo... benevolente.

III.II - El último Sistema: Adiós Steinfall [G.O] #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora