Capítulo 24: La verdad oscura

20 3 0
                                    

—Y así conoces sus dos historias, querida Luminosa —terminó Pyschen soltando una ligera risa para soltarla al fin—. Dime, querida, ¿vas hacerme caso ahora?

Luminosa, muy a duras penas se levantó del suelo y con su cabeza afirmó.

—Sí, señora.

—Me falta oírlo de alguien más —comentó Pyschen, riendo con malicia—. Me refiero a ti, Luminem.

—Sí, señora.

Su respuesta había sido lenta, pero calmaba las angustias que Pyschen tenía. Miró a su alrededor, viendo que Charlot aún permanecía a su lado. Observó su mano izquierda, encontrándose con los hilos de cada uno de ellos.

—Bien. Maravilloso —comentó con una risa—. Vamos a hacer una visita. Quiero verla y ver cómo se encuentra. Espero que estés lista, Charlot. El regalo es para ti.

—Gracias, mi señora.

No perdió más tiempo. En la zona donde se encontraban era la central, justo donde la había matado. Sonrió con ganas al encontrarla encadenada en aquel lugar, con la cabeza totalmente agachada, sin poder hacer nada más que sufrir.

Pyschen, a modo de burla, se acercó a ella para levantar su cabeza, encontrándose con su mirada muerta.

—¡Mírate, Marta! Te ves de maravilla. Si tu propia prima te lo ha dicho. Te ves como un espectro. ¡Claro! ¡Naciste para ser un espectro durante toda tu vida! Aunque no con libertad. No. —Levantó aún más su cabeza, obligándola a que la mirara—. No bajo mi mandato.

—¿Qué quieres de mi ahora, Pyschen?

Le soltó la cabeza, soltando una ligera risa mientras se alejaba.

—¿Te dije que tu prima es mi consentida? Bueno, pues el nombre no pasa desapercibido por eso. ¿Sabes? —empezó a explicar con diversión—. He estado moviéndome de un lado a otro, formando un poco de desastre de ahí a allá hasta que obtuve lo que quería para darle a tu prima un regalo precioso.

Marta la observó con asco. Tampoco era que pudiera hacer algo más al estar atada con aquellas cadenas que Pyschen le había puesto a conciencia.

—Te preguntarás, ¿qué le vas hacer a mi prima? ¡Déjala de una vez! Y yo te diré. No. No me da la gana. Y lo que le he dado como regalo son almas —continuó, viéndose como esa sonrisa se ampliaba cada vez más.

Movió su mano izquierda para que varios hilos empezaran a moverse a su alrededor. A su lado, cuatro almas eran presentes sin poder hacer nada más que lamentarse en silencio.

—Estos hilos que ves son almas de seres que han muerto y que han llamado mi atención. —Fue indicando cada hilo con sus dedos—. Amelia, Max, Mei y Namia. No pude obtener la de Aledis se me adelantaron, pero aun así son cuatro almas. Dime, Marta. —Escondió su mano izquierda—: ¿Qué crees que haré con estas almas?

Marta no supo dar una respuesta, pero cuando vio cómo se acercaba a su prima, el miedo se vio reflejado en esos ojos cansados.

—No hace falta decirlo, ¿verdad? —respondió con una risa suave—. Estas almas condenadas acabarán en la cabeza de tu prima..

—¡Deja en paz a mi maldita prima! ¡Ella no merece esto!

—Ay, ¡qué obvia puedes ser a veces, Marta! —se burló, moviendo su mano izquierda con diversión—. Lo siento mucho, querida, pero ahora mismo me interesa ver cómo puede tu prima tolerar cuatro almas en su cuerpo. Todas ellas tienen una habilidad que la harán muy fuerte y temida. Si funciona, entonces tendrás que prepararte, porque tú serás la quinta alma.

III.II - El último Sistema: Adiós Steinfall [G.O] #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora