Capítulo 7: Que vueltas da la vida, ¿no?

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No se oía nada más que el viento impactando hacia la única ventana que había en la habitación. Al parecer esa noche iba a ser fría, o eso creía Amelia mientras se despertaba con un gran dolor de ojos, sintiendo las lágrimas y las legañas mezcladas. Intentó secarlas, pero no podía, estaba atada.

«Mierda —pensó, agotada—. Nos hicieron una emboscada. Creíamos que alguien nos pedía ayuda y... Joder».

Despejaba poco a poco sus ojos con parpadeos rápidos. Trató de hacer algún movimiento, pero no era fácil ante el dolor que tenía en todo su cuerpo.

Escuchó las gotas de agua caer en la habitación. Olió la humedad y sintió el dolor de las cuerdas bien apretadas en sus manos y piernas junto a la cinta adhesiva que tenía en su boca.

«Extraño que no nos mataran antes. A no ser que quieran algo... —De pronto abrió los ojos en demasía—. ¡Mei! ¿¡Dónde está Mei!?».

Intentó moverse con las fuerzas que tenía, pero no pudo, menos cuando oyó unos pasos que subía por unas escaleras. Esto le dio la pista a Amelia de que estaban en un edificio alto. Miró hacia la ventana y supuso que por lo que veía, debía de ser un octavo o más. Huir por la ventana no era una opción a no ser que quisiera morir.

Esos pasos fuertes empezaron a caminar por el suelo de mármol, o un material similar. Amelia cerraba sus ojos al no poder respirar bien; ¿por qué? Ni siquiera estaba dentro de la sala y ya sentía que le iban arrancar sus pulmones lentamente. Como unas manos escalaban por su espalda para intentar arañar y arrancarle toda su piel.

Los pasos se detuvieron, resonó una risa que Amelia le hizo entrar en pánico, levantando su cabeza para ver a alguien que creía haber muerto.

—¡Cariño! —gritó Marchie, ilusionada.

Esa poca distancia terminó cuando Marchie se sentó en las piernas de Amelia, poniendo sus brazos en los hombros para que sus rostros se miraran. El tiempo para Amelia no existía al ver a su asesina.

«¿¡Por qué está viva?! ¡La rechacé! ¡Se suicidó! ¡Debió morir!»

—Ay, estuviste llorando, ¿no? —Marchie movió su mano para secar las lágrimas de sus mejillas—. Se nota mucho, tus ojos rojos son demasiado chillones, no combinan con el marrón. —Al terminar, tomó las mejillas de Amelia para que la mirara a sus ojos—. ¿Te dije alguna vez que eres hermosa? Con esas cicatrices aún más, no entiendo por qué las ocultas.

Amelia no podía hablar por la cinta adhesiva que tenía en su boca.

—Ay, se me olvidaba que tenías eso, perdón. —Rio, arrancando de golpe la cinta que tenía Amelia en su boca. Se quejó de dolor y cerró sus ojos—. Me gusta cuando sufres de dolor, es una sensación única en mi cuerpo.

—Que asco me das, Marchie —contestó Amelia, sintiendo una repentina arcada ante la repulsión que le tenía—. ¿Cómo estás viva? Te sentencié. ¿Cómo es posible que estés aquí? ¡¿Qué quieres de mí?!

—Todo.

Ver la sonrisa suave de Marchie junto a esos ojos de deseo hizo que Amelia se congelara de miedo y que su estómago se revolviera.

—Todo, Amelia. No sabes cuánto tiempo estuve sufriendo para que ahora te tenga enfrente tuya. Lo quiero todo de ti y no voy a perder la única oportunidad que me han dado —explicó Marchie, acercando su frente hacia la de Amelia—. Eres mía, ¿lo entiendes?

Amelia no pudo contenerlo más. Ante el segundo aviso de su arcada, Marchie se apartó de inmediato, viendo como vomitaba. Respiró angustiada mientras su cuerpo temblaba del dolor que sentía. Su respiración agotada y desesperada se escuchó, y eso le encantaba a Marchie.

III.II - El último Sistema: Adiós Steinfall [G.O] #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora