Capítulo 25: Gritos de un pasado sin resolver.

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Aún le era complicado comprender cómo había tenido la oportunidad. Pensarlo solo hacía que su corazón bombeara con fuerza. Estaba libre, pero sabía que no iba a ser así para siempre.

Su hermana había confiado demasiado en dejarla sola. En el momento que se movió a otros códigos, tuvo la oportunidad, más cuando Negatividad le había estado hablando.

Ese estado de debilidad y cansancio le había pasado factura. Estar bajo el control de su hermana no le había hecho nada bien. Sentía la sangre en sus manos. Lloraba sin control alguno, pero oír la voz de Negatividad era como si escuchara el pasado y sintiera la fuerza de nuevo.

—No debo estar aquí contigo. Pyschen sospechará de mis acciones, pero sé que esto servirá para que reacciones, Ànima. Tú no eres la diosa que tu hermana quiere que seas. Recuerda para qué naciste. Recuerda tu pasado.

Palabras tan simples que la dejaron pensando, dándose cuenta que Negatividad tenía una voz que se le hacía familiar. Deseaba preguntarle, pero se había marchado antes de que las sospechas fueran a más.

Se quedó sola. Y lo agradeció. Por primera vez comprendió la oscuridad en los dos lados. La más tranquila, y la más monstruosa.

Por ello podía actuar de esta manera frente a su hermana. No le importaba pisar su pecho con más fuerza y quitarle el aire. No le importaba hacerla daño en el proceso. Solo deseaba la verdad de una vez. Porque sí, había oído sus palabras antes de matarla. Y si bien sentía ira por sus actitudes, su rabia se acumulaba ante aquel que se llamaba Caos.

—Ese hombre estuvo desde el principio. ¿No? Te mató y con ello estuviste a su lado —preguntó Ànima.

Pyschen tenía la cabeza tumbada a un lado. Soltó una leve risa y afirmó.

—Sí. Estuvo desde ese momento. Cuando me encontró, aprovechó la oportunidad al tener un perfil que le interesaba. Me ofreció ideas tentadoras y al final acepté. Todo lo demás es lo que conoces. Fui su peón. Una distracción. Como hacen muchos de los elegidos de Caos —admitió.

—No eres la única.

—No. No lo soy —respondió, mirándola de reojo—. Hay varias galaxias ahí fuera y con ello varios elegidos de Caos que forman estos desastres. Como te dije, hacemos ruido para que piensen que queremos darle vida a algo que creen que está muerto.

—¿Quiénes queréis hacerle creer eso?

—A los devotos de los números —explicó, mirando hacia el suelo para soltar un suspiro—. Su idea era pasar desapercibido, consiguiendo el máximo poder posible. El asunto es que hace poco llamó la atención a la menos conveniente y se ha delatado.

Pyschen miró de nuevo a su hermana.

—Eso no es bueno —aclaró. Ànima tragó saliva sin querer—. En general, ese hombre es un problema tan, pero tan grande...

—¿Y por qué le ayudaste si lo sabías?

—¿Sabes hermana? No. No lo sabía. Entiende bien esto. Durante toda mi vida como humana he tenido un vacío en mi maldito pecho, uno que crecía sin parar hasta que él apareció. Me dio una opción, una que me pareció tentadora. Sé que decías que vivir la vida era importante, pero para mí me carecía de sentido con todo lo que veía a mi alrededor —explicó Pyschen.

—Todos estábamos ahí para cuidarte. Nadie te hacía daño, Paiphire.

—Desde mi perspectiva no era así, y dudo mucho que puedas comprenderlo, hermana. Yo en cambio sí —contestó, viéndose la molestia en sus ojos—. Es tan jodidamente irónico. Desde el momento que acepté el trato me acerqué a aquellos que tenían un perfil similar en mí. Esos huecos en su pecho o que tuvieran un patrón de colores similares. Tú, por ejemplo, tienes ese patrón. Oscuridad y luz. Todos los que se acercaban a ti te daban esa esperanza al igual que todas estos Steins. En tu caso, pudiste conservar una luz. En los demás, me aseguré de matarlos todos.

III.II - El último Sistema: Adiós Steinfall [G.O] #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora