Volumen 1 Capítulo 21: Devorados por la Desesperacion

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La niebla que había envuelto el coliseo durante la intensa batalla comenzó a disiparse lentamente. Los espesos velos de niebla se desvanecían en el aire, revelando gradualmente los contornos y detalles del escenario. Los rayos de la luna se filtraban entre las nubes, arrojando su luz plateada sobre el campo de batalla y pintando sombras alargadas en el suelo.

La arena del coliseo temblaba bajo el peso de las feroces criaturas Kigamis, cuyos rugidos llenaban el aire con una ferocidad ensordecedora. La atmósfera se llenaba de tensión y emoción mientras los enormes perros demoníacos se abalanzaban sobre los participantes restantes. La multitud observaba con aliento contenido, asombrada por la magnitud de la batalla que se desataba.

Leonard, sin arma pero con una mirada decidida, adoptó una postura defensiva mientras las bestias se acercaban. Confío en sus instintos y en su agilidad para esquivar los ataques, moviéndose con destreza y aprovechando el conocimiento en artes marciales  de los partcipantes improvisaba para evadir a las criaturas y encontrar oportunidades de contrarrestar.

Miel, sin perder la cordura, en vez de ello era como si no tuviera miedo de los kigami y decidió dirigir la batalla. Se movía con una confianza asombrosa, anticipando los movimientos de las bestias y coordinando a los otros participantes para enfrentar la amenaza. Sus movimientos eran calculados y certeros, como si hubiera encontrado un extraño entendimiento con las criaturas.

Diana, herida pero valiente, se unió a la lucha con un valor increíble, utilizando su astucia y velocidad para distraer a las bestias y permitir que sus compañeros se defendieran. La arena se convirtió en un campo de batalla caótico y aterrador. Gritos, rugidos y choques de fuerza elemental llenaban el aire mientras los valientes participantes luchaban por sobrevivir.

La emoción y la incertidumbre eran palpables, y la determinación de todos los involucrados se manifestaba en cada movimiento y cada acción. La lucha era desafiante, pero Leonard, Miel y Diana no estaban solos. Otros participantes se unieron a ellos en una alianza improvisada, uniéndose contra las criaturas y luchando codo a codo para mantenerse con vida. Juntos, enfrentaban una prueba de valentía y resistencia, dispuestos a superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino.

Sin embargo, a pesar de la falta de control total de sus poderes, Leonard sabía que debía proteger a sus amigos y luchar con todas sus fuerzas. Miel asumió la posición de liderazgo, su voz firme y decidida resonó sobre el estruendo de la lucha.

"¡Manténganse juntos! ¡No nos dejen separarnos! Diana, usa tu destreza en combate para esquivar sus ataques y encontrar oportunidades para contraatacar. Leonard, siéntete libre de usar el Kigai para intensificar tu fuerza en momentos clave, pero sé consciente de tus límites. ¡Yo me encargaré de dirigir la estrategia y coordinar nuestros movimientos!"

Diana asintió con determinación, a pesar de no poseer poderes de Agua, ella era hábil en combate cuerpo a cuerpo. Se movía con agilidad y elegancia, esquivando los ataques de los Kigamis y buscando oportunidades para atacar sus puntos débiles.

Leonard, aunque aún no controlaba completamente sus poderes, concentró el Kigai en sus extremidades para intensificar su fuerza en el momento justo. Sus ataques eran poderosos, pero sabía que no podía depender únicamente de esa fuerza temporal. Buscaba mejorar su dominio sobre el Kigai para el futuro.

Miel observaba la situación con astucia, buscando patrones y debilidades en los Kigamis. A medida que la batalla avanzaba, ajustaba la estrategia y dirigía a los otros participantes para maximizar el impacto de sus ataques.

Los Kigamis, enormes perros demoníacos, mostraban una ferocidad implacable y una crueldad que aterrorizaba a los participantes. Sus garras afiladas y dentaduras feroces representaban una verdadera amenaza para la vida de todos los presentes.

PUERTAS DEL EDEN - EL ASCENSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora