ch. 13

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ANNABETH
ESCUCHA EL
CANTO DE LAS SIRENAS

CUANDO HUIMOS DEL BALNEARIO, creí que las cosas habrían mejorado

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CUANDO HUIMOS DEL BALNEARIO, creí que las cosas habrían mejorado. Pero seguía estando en el mar, no podía esperar demasiado que mis pensamientos se alinearon al igual que el Vengador de la Reina Ana con las órdenes impartidas por Percy, quien lucía mejor aspecto ahora que encontró ser de utilidad.

Todo parecía perfecto: el viento a favor, las olas rompiendo contra la proa... Por supuesto, ser hijo de Poseidón le entregaba esa cualidad, pero, incluso sin serlo, Percy era excelente en la mayoría de las cosas en las que yo batallaba: nadar, sociabilizar, conversaciones... todo lo relacionado con personas.

Suspiré.

Arranqué de mi cabello las horquillas de plata en forma de laureles. El Campamento Mestizo premiaba con coronas de laureles a los ganadores, nunca había recibido una, por más insignificante que fuera mi presencia, a veces me imaginaba qué se sentiría aceptar una corona. Encontraba curioso que el balneario de Circe se me fuera otorgado, una sencilla muestra de que tal vez, sólo tal vez, era honesta con su intención de permitirme ser reconocida desempeñando un gran acto.

Me acerqué a uno de los costados de Vengador de la Reina Ana y, antes de flexionar el brazo, Percy dejó salir un suspiro animado.

—Vaya, ¿viste eso?

Miraba a un ave a lo lejos que, de no haber esquivado, habría perforado las velas del barco. Me pareció recibir el reflejo del sol cuando el ave soltó un graznido, su pico resplandeciente se camufló a lo lejos al desaparecer.

—Cíon, ¿tienes algo?

¿Se refería a lo que tenía en las manos, o algo más? Percy a veces era muy intuitivo, pero lo dejé pasar.

Le mostré las horquillas.

No duró demasiado su interés en ellas y se concentró en el mar. Por un instante, también encontré interesante el agua; parecía apaciguarse al momento en que el hijo de su señor se enfocó. El color del mar me recordaba a los ojos de Percy, así que era igual que mirarlo a él.

—Creí que no te gustaban los vestidos —dijo al final.

—No me gustan —decidí al final de cuentas. Era una ilusa creer que me favorecían—. Pero..., allí no podía hacer demasiado, ¿sabes?

Palabras endulzadas con lo que siempre había querido oír... ¿Reyna lo sabía? ¿Cómo se veía la verdadera yo, o sólo era como todos me veían y cedí ante ellos?

—Hmm... no luces mal.

Por poco sonrío.

—Dime la verdad. ¿No me veo como Hades?

—Un poco, pero en el buen sentido —Percy apoyó la espalda contra el costado del barco y se pasó la mano por su cabello—. No me digas... ¿has estado pensando en eso desde que salimos y por eso has estado tan callada?

𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐄𝐀 𝐎𝐅 𝐌𝐎𝐍𝐒𝐓𝐄𝐑𝐒 ──── pjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora