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¿YO Y LAS FLORES?
PÉSIMA COMBINACIÓN, MAMÁ
UNA DISCULPA POR ADELANTADO.

¿YO Y LAS FLORES?PÉSIMA COMBINACIÓN, MAMÁUNA DISCULPA POR ADELANTADO

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EL DÍA TRANSCURRIÓ COMO CUALQUIER OTRO. Monótono, aburrido y sumamente normal.

Dejando de lado el tiempo que ocupaba el colegio, la otra mitad lo usaba para ayudar a mi madre en su tienda. Me despedía de mis amigos (simplemente dos chicos de mi edad) y me encaminaba hacia la dirección de una florería llamada: «EL CLUB DE LAS FLORES», pero que yo leía «LE BCLU ED SAL ROLFS» por mi dislexia.

La campanilla sonó cuando entré.

Un aroma silvestre inundó mis fosas nasales, por poco haciéndome estornudar. El interior de la tienda me recordaba a estar debajo del mar; losas turquesas y blanquecinas en las paredes y techo, con luces en lo alto adornando al resto de la floración alrededor. Era un minijardín con sacos de tierra y con maceteros de muestras, y simplemente un cajero que estaba aproximado a la puerta de la tienda. Mi lugar de trabajo, irónicamente, no podía manejar demasiado las ganancias, pero a mi madre parecía no importarle. Cuando caí en el asiento y coloqué mi cara de «bienvenido, cliente», que sólo era una de molestia, oí una voz hablándome:

—¿Cómo te fue en el colegio, cariño?

Me volteé junto con la silla.

Alzando dos maceteros en los brazos con unas esplendidas flores dentro, y enseñando una simple sonrisa, mi madre me dio la grata bienvenida. Iba vestida con su "uniforme" de trabajo: una jardinera azul con una camisa manga larga a rayas negras y blancas. Llevaba su largo pelo castaño recogido en una fascinante trenza. A veces me preguntaba cómo era capaz de hacerla por sí sola, sin ninguna mano extra, mientras que yo a duras penas podía manejar el cabello corto sin que se me viera como el de un espantapájaros.

—Como siempre —respondí sin ánimos—: no pasó absolutamente nada.

Dejó en las muestras de la vitrina ambos brotes y sacó del bolsillo unos sobres pequeños que eran las semillas de las respectivas flores; si no mal recordaba, debido al tiempo y las festividades, colocaba las más vendidas a la vista para la atención y el arbitrario deseo de comprarlas.

—Lo dices como si fuera algo malo, Cíon.

El tono de regaño de mi madre me hizo retomar la pregunta como la respuesta.

Sabía qué no podía quejarme, de todas formas, estaba por acabar el curso y mañana sería el último día de colegio. Así que le di la razón y me disculpé por ello. Pero no mentiré sobre que el colegio me había causado una rutina que empezaba a aburrirme.

—Hazme un favor y lleva estas flores a la vitrina mientras que voy por las que están atrás, ¿sí?

Tragué saliva.

—Pero, mamá...

—Cíon, por favor —me pasó el macetero y me acarició la mejilla como si me diera fuerzas—. Lo harás bien.

𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐄𝐀 𝐎𝐅 𝐌𝐎𝐍𝐒𝐓𝐄𝐑𝐒 ──── pjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora