ch. 02

267 35 6
                                    

PARTIDO DE
BALÓN PRISIONERO
CON UNOS GIGANTES

EL DÍA EMPEZÓ DE UN MODO NORMAL, POR LO MENOS, SIEMPRE LO ERA EN LA ESCUELA PREPARATORIA MERIWETHER

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

EL DÍA EMPEZÓ DE UN MODO NORMAL, POR LO MENOS, SIEMPRE LO ERA EN LA ESCUELA PREPARATORIA MERIWETHER.

Percy la llamaba escuela «progresista», mientras que yo «hippie» por sentarnos en grandes pufs, no en pupitres, no nos ponían notas y los profesores llevaban tejanos y camisetas de rock, lo cual era un punto a su favor.

Yo padezco THDA, Trastorno Hiperactivo por Déficit de Atención, y además soy disléxica, como la mayoría de los mestizos. Por eso nunca me ha ido demasiado bien en los colegios normales, incluso antes de que acabara expulsada. Lo único que Meriwether tenía de malo era que los profesores siempre se concentraban en el lado más brillante y positivo de las cosas. Algo que nunca me resultaba placentero.

Un claro ejemplo sería la primera clase de aquel día, la de inglés. Todo el colegio había leído ese libro titulado El señor de las moscas, en el que un grupo de chicos quedan atrapados en una isla y acaban chalados. Así pues, como examen final, los profesores nos enviaron al patio de recreo y nos tuvieron allí una hora sin la supervisión de ningún adulto para ver qué pasaba. Y lo que pasó fue que se armó un concurso de collejas entre los alumnos de séptimo y octavo curso, además de dos peleas a pedradas y un partido de baloncesto con placajes de rugby. El matón del colegio, Matt Sloan, dirigió la mayor parte de las actividades bélicas.

Sloan no era grande ni muy fuerte, pero actuaba como si lo fuera. Tenía ojos de perro rabioso y un pelo oscuro y desgreñado; siempre llevaba ropa cara, aunque muy descuidada, como si quisiera demostrar a todo el mundo que el dinero de su familia le traía sin cuidado. Tenía mellado uno de sus incisivos desde el día que condujo sin permiso el Porsche de su padre para dar una vuelta y chocó con una señal de «ATENCIÓN: NIÑOS - REDUZCA LA VELOCIDAD».

El caso es que Sloan estaba repartiendo tortas a diestro y siniestro cuando cometió el error de intentar darle una a mi amigo Tyson.

Tyson era el único chico sin techo de la Escuela Preparatoria Meriwether. Por lo que yo deduje, gracias también a Percy, que sus padres lo habían abandonado cuando era muy pequeño, de seguro por ser tan... diferente. Medía uno noventa y tenía la complexión del Abominable Hombre de las Nieves, pero lloraba continuamente y casi todo le daba miedo, incluso su propio reflejo. Tenía la cara como deformada y con un aspecto brutal. No sabría decir de qué color eran sus ojos, porque nunca me animé a mirarlo más arriba de sus dientes torcidos. Aunque su voz era grave, hablaba de un modo más bien raro, como un chico mucho más pequeño, supongo que porque nunca había ido al colegio antes de entrar en el Meriwether. Llevaba unos tejanos andrajosos, unas mugrientas zapatillas del número 50 y una camisa a cuadros escoceses con varios agujeros. Olía como huelen los callejones de Nueva York, porque vivía en uno de ellos, junto a la calle Setenta y dos, en la caja de cartón de un frigorífico.

La Escuela Meriwether lo había adoptado a resultas de un proyecto de servicios comunitarios para que los alumnos pudieran sentirse satisfechos de sí mismos. Por desgracia, la mayoría no soportaba a Tyson. En cuanto descubrían que era un blandengue, un blandengue enorme, pese a su fuerza descomunal y su mirada espeluznante, se divertían metiéndose con él. Yo era prácticamente su única amiga, junto a Percy, lo cual significaba que él era nuestro único amigo dentro de Meriwether.

𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐄𝐀 𝐎𝐅 𝐌𝐎𝐍𝐒𝐓𝐄𝐑𝐒 ──── pjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora