ch. 05

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UN
NUEVO
CAMPISTA

IMAGINA QUE UN TORNADO PASARA POR ENCIMA DE TU CASA Y, POR ARTE DE MAGIA, LAS COSAS VOLVIERAN COMO ESTABA; sin embargo, no eran lo mismo a como antes

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IMAGINA QUE UN TORNADO PASARA POR ENCIMA DE TU CASA Y, POR ARTE DE MAGIA, LAS COSAS VOLVIERAN COMO ESTABA; sin embargo, no eran lo mismo a como antes.

Así es como me sentí al ver el Campamento Mestizo de nuevo.

A primera vista, las cosas no parecían tan diferentes. La Casa Grande seguía en su sitio, con su tejado azul a dos aguas y su galería cubierta alrededor; los campos de fresas seguían tostándose al sol. Los mismos edificios griegos con sus blancas columnas continuaban diseminados por el valle: el anfiteatro, el ruedo de arena y el pabellón del comedor, desde donde se dominaba el estuario de Long Island Sound. Y acurrucadas entre los bosques y el arroyo, las cabañas de siempre: un estrafalario conjunto de doce edificios, cada uno de los cuales representaba a un dios del Olimpo.

Pero ahora el peligro estaba en el aire y podías percibir que algo iba mal; en vez de jugar al voleibol en la arena, los consejeros y los sátiros estaban almacenando armas en el cobertizo de las herramientas. En el lindero del bosque había ninfas armadas con arcos y flechas charlando inquietas, y el bosque mismo tenía un aspecto enfermizo, la hierba del prado se había vuelto de un pálido amarillo y las marcas de fuego en la ladera de la colina resaltaban como feas cicatrices.

El zumbido de mis oídos me apuntaba en dirección al árbol de Thalia, el cual empezaba lentamente a agonizar.

No estaba contenta.

Mientras nos encaminábamos a la Casa Grandes, reconocí a un montón de chicos del verano pasado, pero nadie se detuvo a charlar. Percy estaba confundido porque nadie le dio la bienvenida, cosa que para mi era normal. Algunos reaccionaron al ver a Tyson, pero la mayoría pasó de largo con aire sombrío y continuó con sus tareas, como llevar mensajes o acarrear espadas para que se afilasen en las piedras de amolar. El campamento parecía una escuela militar.

Nada de todo eso le importaba a Tyson, pues estaba absolutamente fascinado por lo que veía.

—¿Qués-eso? —preguntó asombrado.

—Los establos de los pegasos —le dijo Percy—. Los caballos voladores.

—¿Qués-eso?

—Ah... los baños.

—¿Qués-eso?

—Las cabañas de los campistas; si no saben quién es tu progenitor olímpico, te asignan la cabaña de Hermes (esa marrón de allí), hasta que determinan tu procedencia. Una vez que lo saben, te ponen en el grupo de tu padre o tu madre.

Lo miró maravillado.

—¿Tú... tienes cabaña?

—La número tres. —Señaló un edificio bajo de color verde, construido con piedras marinas.

—¿Tienes amigos en la cabaña?

—No. Sólo yo.

—¿Y Cíon?

𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐄𝐀 𝐎𝐅 𝐌𝐎𝐍𝐒𝐓𝐄𝐑𝐒 ──── pjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora