XVI.

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—¿Hanbin? —la voz de Jun a los oídos del castaño se escuchaba en un terrible hueco, giró lentamente notando esos pequeños mareos y lo único que pudo hacer fue sostenerse del moreno ya que sus piernas fallaron.

—¡Bin! —exclama un preocupado Hao separándose de la tintada, sus ojitos se están llenando de lágrimas y sus manitas tiemblan cuando ayuda a su amigo a llevar a su dueño a uno de los sillones de la sala—. ¿Qué tiene? ¿Qué tiene? —pregunta aferrándose al pecho del más alto.

—¡Llamaré a una ambulancia! —dice Xiaoting mientras que saca rápidamente su celular.

Seokmin sale apresurado de la cocina y se detiene enfrente del castaño, su rostro es demasiado pálido y las ojeras se le marcaban a un más de lo normal. Y es en ese momento en que  Hao se dio cuenta que Hanbin estaba mucho más delgado de lo normal y tenía pequeños moretones en su cuello y clavículas.

—¡Hanbin! ¿Qué tienes? —maúlla en voz bajita mientras que empuja con su naricita su mejilla, toma una de sus manos notando que esta un poco fría—. ¡Bin, Bin, Bin! —grita con el cuerpo tembloroso, el castaño todavía está consiente pero le pesa hablar. No puede responderle, por más que quiera no puede—. ¡Dijiste que siempre ibas a cuidar de mí, ¿Qué tienes? ¿Qué tienes?

En los años de vida que Hao llevaba con Hanbin, claro que lo había visto enfermo pero siempre que maullaba o algo, el castaño siempre sonreía y le respondía un 'solo es un resfriado Hao'.

—Viene una ambulancia hacia acá —informa en tan solo unos segundos Xiaoting mientras que se arrodilla a un lado de Hao.

Seokmin y Jun por su parte tratan de que el castaño no caiga inconsciente.

Hao, solamente llora.

—Déjame cuidarte ahora a ti —suplica el gatito dejando su cabecita recargada en el pecho del castaño, se mueve con tal lentitud que parece que pronto se dejara de mover—. ¿Hanbin?

El castaño sonríe, porque eso provocaba Hao en él. Siempre le sacaba una sonrisa a pesar de lo mal que se podía sentir.

Quizá... Solamente un quizá. Hao lo hacía feliz más que las personas que lo rodeaban.

Quizá fueron sus abrazos. Sus despedidas de un beso en la mejilla. O que simplemente se quedara esperándolo, sabiendo que aunque llegara cansado tenía un par de orejitas blancas que lo escucharían atento, no le hablaría solamente a la pared, por fin es escuchado.

—¿Hanbin? —preguntó una vez el tintado, su corazoncito dejo de latir tan solo unos segundos cuando el castaño cerró sus ojos dejando ver sus largas pestañas—. ¡Hanbin!

Después, nada.

little cat ♡ haobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora