CAPÍTULO 8

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MINDY GONZALES

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MINDY GONZALES

Mindy esbozó una sonrisa al sentir el suave picor de una barba contra sus hombros y el suave aleteo de unos labios consintiendo su piel.

-Buenos días, Baby Girl.- Escuchó la ronca voz matutina de Nathaniel susurrar.

-Buenos días, Daddy.- Mindy respondió riendo por las cosquillas que sus palabras generaron en su piel.

Se acostó sobre su espalda y Nathaniel subió encima de ella.

-¿Dormiste bien?-

-Mejor que en mucho tiempo.- Respondió estirando los brazos, dando los primeros parpadeos de día.

Las manos de Mindy subieron por el abdomen y pecho de Nathaniel hasta entrelazarse detrás de su cuello.

-¿Podemos retomar lo que dejamos pendiente anoche?-

-Una y otra vez.- Susurró besándole el cuello.

Mindy abrió los ojos y su cuerpo entero se volvió de piedra. En ese momento, a contraluz y entre su vista borrosa, la figura encima de él no era Nathaniel, era alguien más. Y entonces todos los recuerdos que habitaban su mente en forma de fantasmas ocultos tras las cortinas comenzaron a salir, atrapándola en sus garras, devorándola hasta triturar su mente en pedazos de miedo y ansiedad.

Conmigo aquí o no, no significas nada...

-¡Alto!- Trató de gritar, pero salió como una súplica apenas audible. -Por favor, alto.-

Nathaniel se apartó de inmediato ante el primer alto, levantando las manos frente a él en señal de estar desarmado y sin intenciones de lastimarla. Mindy se talló los ojos y la figura de terror se difuminó dejando el rostro de preocupación de Nathaniel en visión.

-¿Mindy? ¿Estás bien?- Preguntó acercando su mano. La apartó al verla temblar. -¿Hice algo malo? Por favor, dímelo para nunca volverlo a hacer.-

-No, no.- Dijo con una voz que temblaba tanto como su cuerpo. -No hiciste nada malo. Es por eso que esto es tan... tan estúpido.- El colchón entero estaba vibrando bajo su miedo. -Tú no hiciste nada.-

Nada más que complacerla y hacerla sonreír, ¿Por qué estaba sintiendo tanto miedo ahora mismo?

-No lo entiendo, tuvimos sexo y aun así... aun así mírame.-

Asustada, aterrada, consumida por el miedo como una cobarde.

-Mindy, ¿Puedo tocarte?-

Mindy asintió, sin estar segura de cómo reaccionar. Temía que el tacto de un hombre desencadenaría los recuerdos, pero al mismo tiempo quería sentirse sostenida y apoyada.

-Por favor.- Susurró asintiendo.

Nathaniel la rodeó con sus brazos pero no la jaló, le permitió reposar su mejilla en su bícep y le dio unos pocos centímetros de distancia para no abrumarla con cercanía excesiva. Sus manos las sujetaban con firmeza pero había una laxitud en sus dedos que le decían que podía liberarse en cualquier momento.

LAS CRÓNICAS DE MINDY (18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora