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NATHANIEL CROSS
Nathaniel Cross siempre supo que era bisexual.
Los primeros años fueron algo confusos, más con la falta de información que había en los ochentas, pero incluso con ella, en el fondo lo sabía. Y aunque era un secreto para todos, no lo era para él.
No había porcentajes, no había preferencias por un sexo o por otro, simplemente sentía atracción por ambos por igual. Encontraba el mismo encanto en el cuerpo de una mujer como en el de un hombre.
Otra cosa que supo bien desde temprana edad, era que lo diferente no era bien recibido. No importaba de qué se tratase, una religión diferente, un tono de piel distinto al de la mayoría o, aparentemente, también por quien sentías atracción. Lo veía todo el tiempo, las multitudes escolares mofándose de aquellos lo suficientemente valientes para alzar la voz y ser sexualmente ellos mismos.
Era una conducta que no sólo miraba en los jóvenes sino también en los adultos. Había racismo y homofobia por todas partes, siendo esparcido de manera gratuita como un virus. Uno que infectaba a todo el mundo, incluso a la persona que más amaba y admiraba en todo el mundo, su padre.
Podía verlo en su forma de negar la cabeza en desaprobación al ver a dos hombres caminar de la mano por la calle, podía oírlo en el tono despectivo de su voz cuando veía a dos mujeres besándose en algún establecimiento.
-Por dios, hay niños presentes.- Murmuraba como si sintiera el peor asco.
Nathaniel nunca vio qué estaba tan mal con eso, dos personas queriéndose sonaba algo excelente, sexo opuesto o no. Estaba seguro que incluso de no tener esa orientación sexual, seguiría pareciéndole algo normal y hasta respetable. Pero el mundo entero parecía discordar con esa opinión.
Por todo eso, su sexualidad era un hecho que comprimió en secreto que ocultó dentro de una caja fuerte y bajo llave. El mundo era intolerante y homofóbico y la carrera en la que buscaba destacar era posiblemente una de las que más contaban con esos dos defectos.
¿Ser quien eres en libertad y perder la oportunidad de cumplir tus sueños?
¿O cumplir tus sueños pero jamás ser quien eres en realidad?
¿Libertad o realización?
¿Realización o libertad?
Era un debate en el cual Nathaniel se encontraba atrapado todos los días. Su sueño era uno grande y ambicioso, anhelaba ser uno de los mejores basquetbolistas de la historia, estar a la altura de Magic Johnson, Oscar Robertson, Michael Jordan. Soñaba con alcanzar y superar a sus héroes y codearse con ellos en la cancha.
Nathaniel no podía imaginar mejor dicha que ser reconocido por hacer aquello que más amaba. El baloncesto era su vida, lo amaba y necesitaba de la misma forma en la que necesitaba comer o respirar, era vital para su existencia. No había día en el que no hiciera botar el balón en sus manos, lo sentía como una parte de su cuerpo, una extensión de su alma.
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LAS CRÓNICAS DE MINDY (18+)
Romance¿POR QUÉ TENER UN SUGAR DADDY... CUANDO PUEDES TENER DOS? La literatura erótica es la pasión de Mindy González. Después de su fallida experiencia en el amor se refugia en el romance homoerótico entre las páginas, donde los hombres eran perfectos y n...