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CHAPTER SEVEN
todos amiguitos
A MORGAN NO LE GUSTABA PRECISAMENTE LA IDEA DE BUSCAR A UN MERODEADOR PARA QUE LA AYUDARA. Tal vez era su orgullo de Slytherin lo que hacía que pedir ayuda en un asunto se le hiciera insoportable, o tal vez era porque Remus Lupin era un Merodeador Gryffindor y ella odiaba ambas cosas. O, bueno, podría ser una mezcla, porque odiaba absolutamente pedir ayuda a menos que fuera a Adeline y Dominic, porque para cualquier otra persona, eso podría ser un signo de su debilidad, y ella sabía todo acerca de no mostrar debilidad.
Era algo propio de Slytherin. Al crecer en la casa, a todo el mundo se le enseña a nunca mostrar debilidad. La mayoría de la gente llega a Hogwarts con esa advertencia de los padres, pues mostrar una debilidad podía ser la vergüenza de la familia, pero a otros, como Morgan, se lo enseñaron. Helen siempre creyó que el fracaso no era más que una oportunidad para crecer y no el fin de todas las cosas, pero en Hogwarts le enseñaron rápidamente que esa creencia no la tenía la mayoría.
Era bien sabido que los Slytherin eran orgullosos, siempre se exigían a sí mismos la perfección en todas las cosas, y nunca les gustaba pedir ningún tipo de ayuda. En cambio, les gustaba obsesionarse con las cosas en las que no eran perfectos hasta que sabían cómo hacerlo mientras dormían. Por eso muchos de ellos usaban encantamientos para taparse las ojeras o maquillaje si se sentían más indulgentes con una cosa muggle.
Bueno, el maquillaje no era muggle, muchos magos tenían sus propias líneas de maquillaje, pero era algo creado por muggles y dominaba la cultura muggle, y algunos de ellos no estaban muy dispuestos a asociarse con nada que no fuera muggle. Aun así, tenían sus amuletos para hacer que su piel fuera suave y perfecta, así que la pérdida del maquillaje no era realmente una pérdida.
Morgan, por supuesto, caía en esta trampa. Le gustaba ser la mejor o, si no lo era, estar muy cerca de serlo. Se esforzaba por alcanzar la perfección y ser capaz de hacerlo todo por sí misma, aunque cada vez que Helen se fijaba en ella, sólo le provocaba un suspiro casi de decepción mientras negaba con la cabeza. Y eso le causaba una punzada en el corazón y la hacía querer cambiar, pero ya la habían formado así, y ser perfecta siempre era tan gratificante.
Así que la idea de ir a ver a Remus y empezar a trabajar en un plan, pidiéndole ayuda en este proyecto, era humillante. Era alguien a quien odiaba, que se juntaba con gente que ella odiaba, y sin embargo ya le había preguntado si quería ayudar. Bueno, más exactamente, él quería compensar las cosas y ella le sugirió que la ayudara con este pequeño problema en su vida.
Dominic parecía encontrar toda la situación hilarante y fue su principal motivador para encontrar a Remus y realmente hablar con él. Adeline sólo frunció los labios en señal de descontento pero no estaba segura si era por esos ideales que los atormentaban o si era porque él era un Merodeador. De cualquier manera, la insistencia de Dominic la hizo terminar en el patio mirando fijamente a los Merodeadores antes de acercarse valientemente a ellos y aclararse la garganta.
