Capítulo 16

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Este capítulo me salió algo largo jeje, pero igual espero que lo disfruten♡
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Respiré profundo mientras me quitaba los guantes, tirándolos con brusquedad al lado de mi bolso. Tomé la toalla y me sequé el sudor. Había golpeado muy fuerte ese saco de boxeo, y por un largo rato, pero tenía que despejar la mente aunque fuera por un momento, solo que no funcionó como esperaba.

Con cada golpe que daba sentía la necesidad de hacerlo con más fuerza que antes. Ni siquiera entiendo el porqué, pero varios recuerdos vinieron a mi mente mientras atacaba al pobre saco. Pensaba en todo lo que ha estado pasando junto con el comportamiento extraño de papá. Últimamente ha estado algo callado, y aunque no pierde oportunidad para hacer sus escándalos, ya no los hace con tanta frecuencia ni con la misma intensidad, también he notado sus escapadas nocturnas cuando me quedo estudiando hasta tarde, y no ha hecho ningún otro comentario sobre Ámbar ni Luz, solo se dedica a darles malas miradas, incluyendo a mi hermano. Ni siquiera lo he visto cargar a su nieta, no la ha ni tocado, cosa que no nos extraña, pero yo sí tenía la esperanza de que con el nacimiento de su nieta cambiaría y sería un abuelo cariñoso con ella.

Pero por lo visto, lo único que hizo fue empeorar.

La relación de mi mamá y Ámbar está destruida, aunque mamá intenta acercarse, Ámbar se niega a todo, he hablado con ella y me ha dicho que no se cree capaz de volver a confiar en mi mamá de la misma manera en que lo hacía antes, incluso que no sabe si algún día podrían tener al menos una interacción “normal”. Me pidió que la disculpara y que podía comentarle todo esto a mi mamá, y cuando lo hice, ella simplemente se me quedó viendo directamente a los ojos, había notado algo de tristeza en los suyos, pero no hizo más que sonreír de medio lado y acariciarme la mejilla. Después de eso se levantó y se fue.

Seguía tratando de recuperar el aliento con la mirada fija en mis zapatos deportivos, me pasé una mano por el cabello, tratando de quitar los cortos mechones que se habían pegado a mi frente por el sudor. Antes de venir a entrenar pasé por la peluquería, decidí que quería algo nuevo, por lo que pasé de tener una larga melena rojiza a tenerlo por el mentón, tenía una ligera pero notable inclinación hacia adelante, la cual me gustó desde el momento en que me vi en el espejo. Mis ondas naturales le daban cierto toque que también amé.

Seguí apartando mechones de mi rostro a la vez que me secaba la cara, en serio tenía que comprar una banda para el cabello, pero será otro día.

Al llegar a casa ya era hora de almorzar, por lo que mamá se encontraba en la cocina peleando con Mayne por cuál jugo hacer esta vez, mientras que Ámbar y su hija estaban en el sofá de la sala viendo la televisión. De un tiempo para acá los he notado más… ¿cómo decirlo? ¿ellos mismos? No lo sé, solo que mi hermano empezó a hacer sus bromas, aunque, eso sí, no tan frecuentes, pero mi cuñada sigue algo callada, claro está que siempre está dispuesta para una buena conversación y reír hasta que duelan las mejillas.

Aún sigo viendo tristeza en sus ojos, pero sé que están tratando de llevarlo de la mejor manera.

Anuncié mi llegada rezándole a todos los santos tanto existentes como a los que no, que no hubiera ningún escándalo, pero claro, en esta familia siempre los habrán.

—¡Hija mía! ¿Qué te hiciste? —exclamó mamá en un grito ahogado cuando me vio. Mayne, justo atrás de ella, estaba con la boca completamente abierta. Mi cuñada solo se giró para ver la situación y me sonrió abiertamente dándome su aprobación para después seguir viendo su programa.

—Eh… ¿sorpresa?

—Mi amor, ¿por qué le hiciste ese maltrato a tu hermoso cabello? —casi lloriqueó mientras se acercaba hacia mí y agarraba las puntas de mi cabello—. Tan largo que lo tenías, casi te llegaba a las nalgas.

Lealtad de MellizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora