36. ¿Qué Sabes?

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John Murphy estaba sentado frente a Luna Woodward en el pequeño y confortable salón de su casa mientras la miraba una y otra vez como queriendo reconocer algunos rasgos de Lexa, su hermana mayor en ella. Los había por todas partes. Desde la forma de sus ojos hasta en como se estilizaban sus pómulos cuando sonreía pasando por la suave y tersa piel que ambas compartían.

Aunque habría jurado que de entre las dos, Luna bien podría ser la mayor.

La había estado investigando toda la noche y cuando había tenido todos los datos claros había tomado la carretera avisando a Ontari mucho después desde el coche y contándole todo cuanto había descubierto.

La jóven enfermera estaba sentada en el sillón frente a él con una pierna cruzada por encima de la otra y moviendo inquietamente su plano sueco al tiempo que sus dedos se entrelazaban sobre su rodilla. Mucho más nerviosa de lo que pretendía aparentar.

Lincoln, su novio apareció con un vaso de agua desde la cocina y cruzo el salón ofreciéndoselo antes de sentarse en el brazo del sillón junto a ella rodeándola con la mano para reconfortarla.

—He llamado al hospital y les he dicho que tenías mucha fiebre.

Luna se llevó el vaso a los labios bebiendo un pequeño sorbo y apretó su mano en señal de agradecimiento.

—Y bueno... ¿cómo... cómo has dado con nuestra dirección? —quiso saber Lincoln intentando romper un poco el hielo.

John Murphy hizo un gesto obligándose a apartar los ojos de Luna para mirar al chico por encima de ella y trató de ser concreto.

—Descubrí que Lexa tenía una hermana de casualidad cuando rebuscaba entre los archivos buscando una copia de su acta de nacimiento —dijo Murphy mientras movía sus manos como queriendo enseñárselos—. Eso me llevó a Pennsylvania de donde era originaria la madre de Lexa, aparecieron unos documentos muy interesantes que me llevaron a una partida de adopción falsa y luego investigando un poco en los servicios sociales descubrí que le habían retirado la custodia de las niñas un par de veces. La tía estaba bastante chalada —regocijado en su propio descubrimiento antes de darse cuenta de que hablaba de la madre de Luna también alargando la mano hacia ella en señal de disculpa—. Perdona, sé que te dio a luz y toda esa historia pero de verdad, alejarte de ella fue lo mejor que pudiste hacer.

A Luna aquello le resulto un tanto gracioso.

—En realidad, tampoco tuve mucha opción. Tenía cinco meses cuando me separaron de ella.

—¿Qué sabes de eso? —le preguntó Murphy con imperiosa curiosidad.

Luna jugó nerviosamente con el vaso entre sus manos y tomo aire mirando por un instante a Lincoln como buscando fuerzas de flaqueza antes de volverse hacia Murphy y contestar.

—Solo lo que mi padre me contó. Estaban separados desde hacía algún tiempo, ella tenía problemas de adicción y desaparecía noches enteras dejándonos solas. Un día él... fue a buscarnos y ella se lo impidió. Discutieron. Y él le dijo que llamaría a la policía si no nos entregaba a él —le contó Luna con la mirada puesta en el interior del vaso—. Ella... supongo que debió asustarse mucho porque paso fuera de casa varios días hasta que un vecino harto de oírnos llorar la localizó.

Lincoln le acarició la espalda para reconfortarla conociendo ya la historia de antemano.

—Según lo que él le dijo a mi padre la vio llegar muy enfadada, abrir la puerta y meterme un par de pastillas en la boca mientras dormía abrazada junto a Lexa —recordó ella sin ningún tipo de emoción hacia su madre—. Cuando se volvió a ir dejo la puerta abierta y mi vecino llamó a una ambulancia y me sacó de allí. Lexa llevaba tanto tiempo llorando que debió de quedarse profundamente dormida y él entre tanta urgencia ni reparo en ella.

Murphy asintió con la cabeza prestando mucha atención al testimonio de la chica mientras concordaba con todo cuanto él había averiguado acerca de ellas.

—Se que en el hospital lograron contactar con mi padre y él fue a buscarme. No le dejaron verme durante unas horas hasta asegurarse de que estaba fuera de peligro y entonces abrieron una investigación por desatención y maltrato infantil hacia mis padres.

Luna bajo la mirada por un momento antes de beber un poco de agua dejando el vaso sobre la mesa.

—Cuando él estuvo libre de sospechas fue a buscar a Lexa pero los vecinos le dijeron que habían oído gritos y golpes y que mi madre se la había llevado en muy mal estado durante la noche. Supongo que en su estado le echaría la culpa a ella por no cuidar de mi y por haber permitido que los vecinos nos oyeran.

Luna tembló ligeramente recomponiéndose e hizo un gesto herido.

—Mi padre la buscó durante algún tiempo pero nuestra madre sabía esconderse. Logró contactar con mi abuela y ella le dijo que lamentablemente Lexa había tenido un accidente junto con mi madre, y ella había muerto —confeso Luna bajando la mirada con dolor—. A mi padre se le rompió el corazón y dejo de buscarla en aquel mismo momento. Nunca más supe de mi madre y di por hecho que mi abuela no mentiría sobre una cosa así aunque... está claro que... que no estaba en lo cierto, ¿no? —intentó sonreír ella con la voz quebrada por la emoción y la tristeza.

Una lágrima escapó de su ojo y ella se apresuro a apartársela.

—No sabía que estuviese viva hasta ahora así que... perdona si no es la reacción que esperabas cuando me has hablado de ella —se disculpó la chica con la sonrisa quebrada y el nerviosismo a flor de piel—. ¿Ella me... me busca? ¿te ha enviado a por mi? ¿se... se encuentra bien?

Murphy que la miro durante varios instantes acabó por sacudir débilmente la cabeza.

—No, no te busca porque no sabe que estás viva. Y no, por desgracia no se encuentra nada bien —dijo Murphy no sabiendo ni por donde empezar a contarle todo cuanto habían él y Ontari descubierto. El chico miro a Luna que parecía completamente impresionada y después miro a su novio tras ella—. Sería un gran momento para que fueses a buscarle mucha más agua porque tengo muchas otras cosas que contarle.

Continuara...

La Fugitiva (Clexa) (#PREMIOSROOKIES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora