91. Sueños

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Hacía ya varios días que Roan no abría el estudio de tatuajes cosa verdaderamente inusual en él. El Spectral Drip Tattoo era bastante popular entre la zona por lo que en ese tiempo fuera de funcionamiento había perdido algún encargo importante o tal vez dos. Tampoco es que a Roan ahora mismo le preocupase demasiado.

Aquel pensamiento suyo tan solo atendía a una cosa.

Lexa.

Ella era todo en cuanto podía pensar, y lo único capaz de hacer que se volviese loco en unos segundos. El problema es que ella ni siquiera lo sabía, y conociéndose bien quizás tampoco se diese cuenta jamás de lo que sentía por ella. Cuando despertase no querría incomodarla con sus mierdas y mucho menos hacerla sentir incómoda de cualquier posible modo.

Se arrancaría las bolas antes siquiera de que eso ocurriese. Antes de poder hacerle el más mínimo daño de la más mínima manera. Se las arrancaría.

Aquella chica que ni en sus más húmedos y excitantes sueños fijaría su atención en él probablemente ni repararía en su presencia, una vez despierta pero eso no era lo importante de todo ese asunto. Lo importante ahora era que despertase.

Roan que estaba de pie en el estudio vacío con una chaqueta en la mano miro hacia la puerta, y la imagen de Lexa de pie frente a él desafiante y peligrosamente bella le hizo revivir el momento de cuando se conocieron.

Él no tenía ni idea de quien era o de como había logrado entrar allí si él se había asegurado de cerrar la puerta trasera pero estaba seguro de que ella había pasado ese detalle por alto y había conseguido entrar de algún ilícito modo.

Recordaba su largo cabello oscuro cayendo sobre aquel top ajustado, y como la luz captaba cada una de las curvas de su cuerpo cuando se movía por la habitación.

Ella había sido dura con él. Implacable, y a él le había picado la curiosidad y quizás algo más. Pero Lexa no había tardado en dejarle las cosas claras, no iban a follar. No se acostarían juntos, no la tendría de ningún modo sobre aquel sillón de tatuajes, sobre la mesa o sobre la pared tal como a él le hubiese gustado. Su libido había sufrido un gran bajón entonces igual que lo hacía ahora al rememorarlo.

Solo que ahora ya tenía una explicación clara del porque a ella no le interesaba nada el sexo con él, apostaría que incluso con nadie en aquellos momentos de su vida. Su único deseo latente era el de fugarse, el de escapar y le había pedido su ayuda para ello.

No sabía si había sido entonces cuando algo dentro de él había hecho clic y se había enamorado de ella pero lo había hecho. Recordó el haber quedado dormido en su cama y que aquellos húmedos y excitantes sueños llegasen a él a través del panel que les separaba en su departamento donde ella se había quedado dormida sobre el sillón al otro lado.

Y recordaba la vergüenza y el reparo que había sentido al día siguiente cuando ella le había dicho que le había escuchado pronunciar su nombre en sueños y lo que luego, algo más tarde había sucedido en la ducha mientras ella salía a la calle y le dejaba allí para que lo hiciese.

Ahora se sentía como un cerdo pervertido.

Ni siquiera había pensado en que estaría pasando con ella para que quisiese huir de aquella manera, y mucho menos se había parado a pensar en ella como algo más que un buen polvo rápido y duro en su cama.

Roan se restregó la cara con la mano como si quisiese borrar aquella imagen de su mente y enterrarse a si mismo escondiendo ese súbito dolor que de pronto le invadió.

Sus ojos se cerraron por un momento y se castigó mentalmente por ello. Prefería no pensarlo demasiado.

Roan se acercó al mostrador y buscando en los cajones un pedazo de papel o de cartulina, cogió un permanente del cajón y garabateó unas letras encima anunciando el cierre del estudio temporalmente. Después de hacerlo se dirigió a la puerta de cristal y lo colgó.

No sabía cuanto tiempo tardaría en volver a abrirlo pero contaba con ahorros suficientes como para tirar un mes o dos. El alquiler y algunas deudas seguirían allí cuando volviese, no había prisa por pagarlos. Ya se ocuparía de ello más tarde.

Roan tan solo cogió las llaves colgadas de la puerta por la que había entrado minutos antes a recoger su chaqueta y algunas cosas que quería llevarse y salió de allí cerrándola sin mirar siquiera atrás. Tenía que volver cuanto antes a ese hospital. Tenía que volver a Lexa, la cual con suerte a lo mejor incluso había despertado ya.

Soñar era gratis después de todo, ¿no?

Continuara...

La Fugitiva (Clexa) (#PREMIOSROOKIES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora