85. En Casa

141 38 6
                                    


A Raven Reyes le había costado mucho presentarse en comisaría a pesar de la promesa de Monty Green de no separarse de ella en ningún momento mientras firmaba todos aquellos documentos que el teniente Kane y el juez Wallace habían preparado para ella con ayuda del gabinete jurídico del departamento.

Lo había intentado una y otra vez pero lo cierto es que no había parado de temblar en todo momento. Ahora mismo los hombres con uniforme solo despertaban en ella aprensión, miedo y pavor. Cosa normal por otra parte suponía dadas las circunstancias que habían provocado su liberación.

Una vez terminado aquel proceso, Raven se había puesto en pie y Monty la había acompañado hasta afuera y la había acercado a casa. Luego él había regresado a comisaria.

Volver a estar en casa se hacía algo difícil. No sabía porque pero Raven la recordaba mucho más pequeña de lo que en realidad era. Su casa estaba situada en el distrito de Nakara en la zona buena de la ciudad. Era bastante agradable y acogedora con una arquitectura mucho más moderna y abierta que algunas de las otras casas de la zona y pertenecía a una pequeña urbanización que aún contaba con seguridad privada.

Le resultaba muy extraño el estar allí de nuevo. Ninguno de sus vecinos sabían donde se había metido durante todo aquel tiempo porque su madre se había encargado de extender el rumor de que estaba trabajando para una compañía informática en el extranjero.

Ser saludada por el vigilante de la cantina principal tan amable y solícitamente como si nada hubiese cambiado, la había trastocado un poco y cuando Monty avanzó con el coche y se bajaron frente a la casa ella el estomago se le encogió.

Él se había ido y ella había entrado sola con su llave. Le habían devuelto una bolsa con los objetos personales que llevaba cuando fue condenada y sus llaves se encontraban entre ellos.

Raven entro en casa tras unos momentos y dejo su bolsa de viaje en el suelo junto a la entrada con lo poco que le habían dado tras salir de prisión y con las cosas del hospital dentro.

Aquel denso silencio cayó sobre ella como una pesada loza y simplemente espero.

Intentó escuchar algo por si se encontraban en el piso de arriba pero no había nadie allí. Su madre no estaba en la casa y al parecer, su novio tampoco. Una de las pocas veces al principio que había ido a verla a prisión le había dicho que se mudaría allí durante algún tiempo para que la casa no se quedase sola aunque a ella no le había hecho mucha gracia todo aquello.

Es más, agradecía ahora mismo que no estuviese o no podría lidiar con ella y con su forma de ser en aquellos momentos de su vida.

Raven echo a andar y se dirigió al salón. Su sofá y algunos de sus muebles seguían ahí pero habían otros algo más nuevos. Diferentes que no estaban cuando ella aún vivía allí. Y tal como lo veía no sabía si ahora mismo querría ver el resto de la casa.

La chica se dirigió hacia el sofá y se sentó en él justo antes de tumbarse sobre los cojines. Queriendo acurrucarse y quedarse allí el resto de su vida. Estaba cansada, dolorida y exhausta. Y no le apetecía nada tener que hacer mucho más.

Ahora mismo su vida seguía tan pausada como antes de salir de prisión y le daba la impresión de que tan solo había cambiado una celda por otra. No sabía como iba a explicarles que la habían soltado antes de tiempo porque conocía a su madre demasiado bien como para entender que haría las preguntas correctas hasta descubrir la vedad de lo que pasaba.

Y ella una vez más tendría que mentir de nuevo.

Estaba harta.

Agotada de tantas mentiras y lo único que quería por una vez en la vida era tener un remanso de paz. Olvidarse de todo y de todos y pasar pagina tras todo aquello. Ya pensaría que hacer mañana.

Aún sangraba a cada poco pero los cólicos no se presentaban de forma tan frecuente ni tan intensa como antes. Aún faltaban semanas para obtener los resultados de la analítica y tan solo esperaba no haber contraído nada que pudiese poner en riesgo su salud.

Tampoco es que ahora mismo su vida sexual le preocupase demasiado pero no quería que lo que aquellos hombres le habían hecho hiciese que tuviese que dar explicaciones a alguna futura pareja si es que ese momento llegaba a ocurrir. Explicar que eras portadora de algo ajeno a ti, ya sería demasiado para ella. Y mantener siempre dentro de si aquella posible sensación la destrozaba por dentro así que lo mejor era no darle muchas vueltas. No pensar demasiado en eso aunque aquella idea rondase por su mente a cada rato.

Lo importante para ella en esos momentos era poder deshacerse de todo lo que pudiese contener dentro porque no imaginaba el tener que verse obligada a traer al mundo a una criatura engendrada por ellos.

Al contrario que Octavia, Raven estaba convencida de que lo mejor para si misma sería hablar de ello con alguien. Un profesional que la entendiese y que fuese capaz de darle algunas pautas y consejos para poder superar aquello porque sola era muy posible que no lo hiciese.

Se había encontrado con Becca en comisaria y ella le había preguntado qué tal estaba. Raven no le había mentido y ella le había dado una de sus tarjetas con otro numero escrito por detrás con el nombre y la dirección de un especialista en cautiverio y abuso sexual.

Raven tan solo llevo la mano al bolsillo de su abrigo asegurándose de que seguía teniéndola y después cerro un poco la tela sobre el pecho para reconfortarse. Colocando uno de los cojines sobre su vientre. Cerrar los ojos ayudo a que el sueño la venciese y por primera vez en muchos días y sintiéndose en la seguridad de su hogar, Raven Reyes se durmió.

Continuara...

La Fugitiva (Clexa) (#PREMIOSROOKIES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora