97. Ilian

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Monty Green estaba sentado en su mesa rehaciendo algunos informes y ocupándose del papeleo atrasado pero no podía concentrarse. No había logrado conciliar el sueño en toda la noche y había tenido que atiborrarse de café para poder seguir trabajando aquella mañana.

De cuando en cuando se pillaba a si mismo ensimismado contemplando la puerta del despacho de Octavia o la máquina expendedora que ella solía frecuentar a menudo en lugar de tomarse el tiempo adecuado para comer. No podía quitarse ese run run de la cabeza acerca de lo ocurrido la tarde pasada y la incertidumbre le estaba devorando por dentro a pasos agigantados haciendo su día mucho más largo y tedioso.

Niylah que entraba en esos momentos abriendo una chocolatina se fijo en él y en que era la tercera o cuarta vez aquella mañana que le pillaba completamente ausente.

—¿Qué pasa, Monty? ¿echas de menos a "mamá"? —le vaciló ella refiriéndose a Octavia antes de sentarse en el borde de su mesa dejando sus pies colgando.

Monty que no estaba para muchas bromas le dedicó una miradita viéndola sonreírse y darle una mordida a la chocolatina hasta casi engullirla por completo.

—¿No te tocaba hoy patrullar en la calle?

—Lo he hecho y he vuelto —le sonrió ella de lo más satisfecha tras tragar aquel enorme pedazo de chocolatina—. Con las dos capturas del día antes de las cuatro, creo que he batido mi propio récord —se felicitó ella con una sonrisita jactanciosa volviendo a centrarse en la chocolatina—. Admírame.

Monty fue a decirle algo cuando recordó algo y se quedo en silencio pensando que tal vez no sería bueno preguntarle eso.

Niylah que se percato de ello se le quedo viendo durante unos instantes.

—¿Vas a contarme ya qué te pasa o acaso estás esperando a que te lo saque con una cuchara? —preguntó ella frunciendo ligeramente el ceño con curiosidad.

Monty que tan solo la miro y volvió a los papeles iba a eludir el tema de conversación pero de pronto se dio cuenta de que se quedaba sin muchas más opciones.

—Niylah, tú solías ir al Wonkru, ¿verdad? —ella le miro arrancando con los dedos un pedacito pequeño de chocolate y lo saboreó asintiendo—. Antes, me refiero.

—Oh si, cuando aquello aún era un club y no un paraíso lleno de putas, pervertidos y droga.

Monty sintió una punzada en el estomago.

—¿Por qué? ¿quieres ir? —quiso saber ella mucho más curiosa aunque algo desconcertada por eso.

—No, no —negó Monty casi de inmediato jugando con el bolígrafo con el que estaba escribiendo los informes entre sus manos inquietamente—. Es solo que me preguntaba si conocerías a alguien de allí.

Niylah que deshizo el papel pasando por el interior el dedo para llevarse consigo un trozo de caramelo se lo llevó después a la boca.

—Conozco a mucha gente.

—¿Y a chicos? —preguntó Monty con cierta cautela mirándola de reojo.

Niylah sonrió más abiertamente y le dedicó una miradita divertida.

—¿Por qué? ¿quieres qué te presente a alguno?

Monty puso una cara al oírla y la miro algo molesto por la ocurrencia. Niylah dejo escapar una carcajada, y sacudió la cabeza.

—Ay, Monty resulta tan fácil picarte algunas veces.

Pero Monty no contestó y tan solo apartó la mirada para seguir con el papeleo, así que Niylah se dio cuenta de que quizás no era el mejor momento para vacilarle.

La Fugitiva (Clexa) (#PREMIOSROOKIES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora