CAPITULO V: NAVEGAR AL OESTE

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ALYSANNE VELARYON

114 d.C

La ciudad de Qarth le dio la bienvenida a un panorama repleto de colores y riquezas nunca antes vista por sus ojos. Las Murallas Triples de Qarth eran enormes, y sus casas dentro de ella poseían tonos rosados, violetas y almagres con delicados balcones. Las plazas estaban repletas de ornamentadas, grifos y mantícoras. Habían Posadas, templos y burdeles que llamaban la atención de los hombres en su embarcación. Siempre era lo mismo, de todas las ciudades que visitaba, los burdeles de las tierras libres eran los lugares que más amaban sus hombres.

-¿Os queréis una flota, Alysanne? Entonces ve y viaja hasta el estrecho de Qarth. Te daré un barco, llénalo de oro y especias, y si los hombres que navegan contigo aprenden a respetarte como capitán, daré a tu poder veinte barcos de nuestra Flota, y podréis llevar el Blasón Velaryon con orgullo-proclamó Corlys Velaryon.

Fueron las hastías palabras de su padre años atrás. Lo acepto. Ahora tenía en su mando cincuenta barcos y hombres leales de tierras extranjeras, y Westerosis, tanto norteños como sureños. Era fácil desaparecer en el mar por meses, sobre todo después de ganar la guerra en los Peldaños de Piedra, los navíos comerciantes de los Velaryon ahora eran libres de zarpar con tranquilidad, no había piratas que podrían atacarlos.

El rugido de Dagahra se hizo aparecer en el cielo.

Bien, tampoco iban a arriesgarse a enfrentarse a un dragón.

-¿Cuál será tu próximo movimiento?-preguntó Lyssandro emocionado.

Lyssandro Mares era un bastardo de Marcaderiva, era hijo de uno de los marineros de su padre, quién no tuvo la suficiente valentía de reconocerlo como suyo. No obstante, fue criado por la mano dura de la vida en el mar. El joven le llevaba unos cinco años por delante, poseía ojos azules, cabellos castaños, y una contextura fuerte y alta. Lyssandro era el único que hombre que se había acercado a ayudarle en el timón del barco cuando apenas era una novata, muchas veces, mientras le dejaba el timón, Alysanne amarraba con fuerza las cuerdas de las velas con los demás hombres.

-Si deseáis que os miren como una capitana, actúad como ellos, trabajad de hombro a hombro y descubre sus historias-fue el consejo del joven.

Cuando se retiraron de Qarth el barco poseía consigo tesoros como seda, especias, y oro entregado por Los Sangrepura, los gobernantes en Qhart. También había pagado una noche en uno de los Burdeles lujosos de la ciudad para sus hombres. Aunque, necesitaba más que solo leves miradas de agradamiento, por esa razón, en vez de regresar a Marcaderiva, viajo hasta los archipiélagos de las Islas del Verano. Su padre había navegado a las Islas del Verano en su juventud, pero jamás le había explicado sobre las maravillas que ofrecían las islas.

Gran error, a su parecer.

Los isleños de verano vivían en aislamiento del resto de la humanidad sin saber que otras tierras y pueblos existían. Era un pueblo casi fantasma. El primer contacto registrado entre las Islas del Verano y el mundo exterior se produjo cuando el Imperio Ghiscari estaba en su mejor apogeo y decidió visitar las Islas en busca de más tesoros, sus navíos raramente se habían perdido entre los misterios de las Islas. Aunque, no fue un verdadero encuentro, el contacto tuvo un profundo impacto en las Islas del Verano. Los isleños empezaron a construir barcos más fuertes y para así poder descubrir otras tierras. Todas las tierras que visitaron fueron por conocimiento, simplemente preferían el comercio y la exploración a la conquista.

Islas que se conformaban con sus propias maravillas, ajenos a lo que sucedía en el mundo exterior. Ahora por supuesto, tenía idea del porqué de ello.

THE LAST TARGARYENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora