CAPITULO XII: LOS ETERNOS

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DAENERYS TARGARYEN

En aquella ciudad de riquezas esplendorosas, Dany había imaginado que la Casa de los Eternos sería el más espléndido de los edificios, pero eran ruinas antiguas y grises. Una edificación baja y alargada, sin torres ni ventanas, que se enroscaba como una serpiente de piedra a través de un bosquecillo de árboles de corteza negra, de cuyas hojas color azul tinta extraían los qarthianos la pócima que llamaban color del ocaso. No había otros edificios en las proximidades. El techo del palacio era de tejas negras, muchas de las cuales se habían caído o estaban rotas; la argamasa que unía las piedras estaba seca y se desmoronaba. Ahora comprendía por qué Xaro Xhoan Daxos llamaba a aquel lugar Palacio de Polvo.

Maldito Traidor.

Tenía que encontrar a sus hijos. Sus amados dragones

Daenerys avanzó hasta una puerta y pudo verlo claramente. La sala del trono en Westeros. La fortaleza roja estaba hecha pedazos y adelante suyo las espadas ennagredicidas del trono estaban ante ella, poderosas y llamativas. Sin embargo, escucho el chillido de sus dragones, y se retiro sin poder siquiera tocar el trono.

Otra estancia menos esplendorosa y caótica que la anterior se hizo presente ante sus ojos, «Viserys», fue lo primero que pensó cuando volvió a detenerse, pero al mirar al hombre con mas atención cambió de idea. Aquel hombre tenía el mismo cabello que su hermano, pero era más alto, y sus ojos eran color índigo oscuro, no lilas.

—Aegon—dijo el hombre a una mujer que amamantaba a un recién nacido en una gran cama de madera—¿Qué mejor nombre para un rey?

—¿Compondrás una canción para él? —preguntó la mujer. Era de tez morena, sus cabellos eran tan negros como el almizcle.

—Ya tiene una canción—replicó el hombre—Es el príncipe que nos fue prometido; suya es la canción de hielo y fuego—al decir aquello alzó la vista, sus ojos se encontraron con los de Daenerys, como si pudiera verla al otro lado de la puerta—Tiene que haber uno más. El dragón tiene tres cabezas.

Una dulce tristeza impregnó la habitación cuando el hombre, la mujer y el bebé se desvanecieron como la neblina en la mañana, y sólo quedó la incertidumbre para atosigarla en su camino. El frío era enternecedor, incluso escuchó el llanto de sus hijos, al entrar en otra puerta pudo ver una sala, tan efímera y congelada como los fantasmas de los eternos, sus paredes eran de roca negra, incluso más allá de la inexistente luz, solo podía sentir la oscuridad a sus espaldas.

—He venido en busca de mis hijos.

—Tres cabezas tiene el dragón— susurraron voces extrañas en su oído. El coro fantasmal retumbaba en su cabeza. Los susurros se convertían en una canción que se arremolinaba en su mente y el corazón le latía al unísono con el que flotaba ante ellas— Tres monturas debes cabalgar, una hacia el lecho, otra hacia el terror y otra hacia el amor. Tres traiciones conocerás, una por sangre, una por oro y otra por amor.

Escuchó nuevamente el rugido de sus dragones. Decidió por salir nuevamente. Voces, miles de voces se inyectaron en sus oídos. Cerró los ojos abrumada por tanta oscuridad. La soledad que se instalaba en su pecho era atenuante y dolorosa.

La mayor parte de vida se basaba en ello, la soledad.

Era el último Targaryen en el mundo.

Es ella. Mírala—murmuró una voz áspera en su oído—La canción de hielo y fuego.

Tú eres el fuego—susurró otra vez más suave que la anterior—Y yo soy el hielo.

Abrió los ojos ante la melodiosa voz. Un hermoso jardín estaba a su alrededor, ante ella había un pequeño Septon perteneciente de los Dioses que adoraban en Poniente, su hermano Viserys siempre le hablaba de ellos; los arboles de arándanos se alzaban encantadores y hermosos estanques hacían el ambiente cálido a su vista. Sin embargo, cerca de un árbol corazón, escalofriante de leña ennegrecida, y con rostro demacrado se encontraba una mujer cuya Belleza no podría compararse a ninguna otra persona que hayan admirado sus ojos. Usaba un vestido blanco, tan largo que lo arrastraba por el suelo, una corona de rosas azules decoraba la cabeza, poseía un cabello largo y castaño y cuerpo esbelto, a su lado, había un lobo alto que le llegaba hasta la cintura, de pelaje cenizo y ojos ambarinos hambrientos.

La dama sonrió y su corazón se derritió aún más al percibir la magnífica iris azul de sus ojos, claros y hechizantes.

Daenerys—susurró la joven. Un calor en su pecho se instaló. Un poder que jamás había sentido antes se hizo aparecer en el pálpito de su corazón—Debes regresar.

¿Cuándo podré verte de nuevo?

La dama no le respondió. La imagen de la aquella mujer había desaparecido en un cerrar de sus ojos. Otra vez se encontraba en una habitación con varias puertas y sus dragones, tenían cadenas en sus cuellos. Pyat Pree se presentó ante ella, sus labios azules, su piel blanca y casi muerta le ocasionaron varios escalofríos en su columna. La sangre de dragón estaba hirviendo en su interior.

—Me temo que has perdido, madre de dragones.

Daenerys observo sus muñecas, habían cadenas que la apresaban. No obstante, sin ninguna pizca de miedo, miro al brujo con una sonrisa ladeada.

—Dracarys—respondió con determinación y los dragones atrás suyo quemaron a Pyat Pree hasta que su cuerpo quedó calcinado.

Xaro Xhoan Daxos y su sirvienta Doreah le habían traicionado. Sin querer castigar sus energías, los encerro en la bóveda del Rey de Qharth. Una bóveda vacía y sin nungun aspice de todo el oro que el hombre decía tener, ni quiera las llamas de sus dragones debían de deshonrarse de esa manera tan vil con su mentirosa carne.

—Gracias, Xaro Xhoan Daxos por enseñarme esta valiosa lección.

Tomaron las pertenecientes de valor de su castillo. La mayoría eran baratijas de oro falso. Su más leal allegado se acercó con una sonrisa, Jorah Mormont parecía complacido y bastante tranquilo que por fin zarparían lejos de la ciudad maldita.

—Con esto, tendremos el dinero para comprar un barco, al menos, uno pequeño.

—Por ahora, es suficiente para mí—susurró Daenerys acariciando las alas del pequeño Drogon. A penas, tenía el tamaño de un gato.

Los dragones crecerían. Igual que su reino. Necesitaba un ejército y los encontraría en Astapor. Conquistaría a los siete reinos y los dragones gobernarían Poniente como hace doscientos años atrás.

A pesar de sus pensamientos de guerras y conquistas. Más allá de su sueño de volver a Westeros y proclamar el trono de su padre Aenys I Targaryen. De su mente, no desaparecía la imagen de la hermosa mujer y el lobo.

Durante varias noches el principal protagonistas de sus sueños fueron aquellos ojos azules serenos que casi podría confundirlo con el color del Mar Angosto.

El mar que cruzaría algún día.

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Les juro que me va a dar una vaina....

Básicamente, estaba editando los capítulos nuevos. Así que nuevamente, había tenido una equivocación.

Ya les cuento.

Horita mi computadora está teniendo un leve problema de que no quiere conectar el wifi. Por lo tanto, estoy editando los capítulos antes de subirlos en el teléfono.

Escribo en la computadora y público en el teléfono, por ahora.

Por lo tanto, estaba en Wattpad, y de la nada le dió el teléfono a mi hermana para que vea mi proceso, entonces mi hermana le da en la parte de "Anular publicación" yo había hecho eso hace unas horas atrás debido a que había publicado un capítulo por error. Pero ella lo hizo con toda la historia.

He perdido los votos y comentarios que había ganado durante dos meses, prácticamente tres.

Voy a reír, para no llorar ante esto.

Si ven que se están publicando los capítulos anteriores, los capítulos son prácticamente lo mismo.

O soy yo que estoy corrigiendo, es que Wattpad cambia el guión <<->> de diálogos por el guión corto. Así que estaré corrigiendo esa parte.

Y bueno, espero que hayan disfrutado los capítulos.

Los quiero mucho a todos, gracias por sus comentarios, votos y vistas que me hacen muy feliz.

Por cierto, se viene el Sansaery~

Y pues, en la muerte de Joffrey tendré que quitarle protagonismo a mi querida Olenna, Lyanna no es de usar venenos.

Pequeño Spolier para que no mueran de angustia.

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⏰ Última actualización: Oct 18, 2023 ⏰

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