CAPITULO X: LA GUERRA DE LOS CINCO REYES (02)

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299 d.C. Desembarco del Rey

LYANNA

Alrededor de unas semanas después se enteró de la muerte de Renly Baratheon, en su caída los vasallos que antes seguían al joven, ahora seguían a su hermano, Stannis. Rumores por el reino decían que fue asesinado por su guardia real, otros expresaban que fue el mismo Stannis Baratheon quien lo había matado.

Stannis Baratheon era un hombre que le producía curiosidad, un hombre de acción con experiencia en batalla y dedicación a la guerra., Lord de la Casa Baratheon de Rocadragón. En la Rebelión de Robert había protegido a Bastión de Tormentas del asedio de los Tyrell y la Casa Redwyne, tenía experiencia en batalla. Aun así, no utilizaba el venado como estandarte, su estandarte era un corazón en llamas y tenía el apoyo de una tal Melisandre, otra sacerdotisa del dios Rh'llor.

Otro supuesto príncipe prometido.

¿Podría ser un buen Rey?

Con la muerte de Renly, solo quedaban cuatro reyes.

¿Cuál sería el más próximo a morir?

Esperaba que Joffrey.

Lyanna suspiro, dejando caer su espalda en una de las paredes, miro atentamente como Jenna preparaba unas galletas.

— ¿Cercei Lannister contrato a más alquimistas?

—Sí. Los pasadizos están repletos de tasas de fuego valyrio. Los piromantes están sorprendidos, jamás habían sido capaces de crear tanto fuego durante toda su vida.

Lyanna entorno los ojos El fuego valyrio era un líquido inflamable y volátil que podía arder por mucho tiempo, quemando todo a su paso hasta que se consumía por completo, imposible de apagar y pudiendo arder sobre el agua. Los viejos alquimistas fabrican el fuego valyrio en los sótanos de la sede de su Gremio, un enorme laberinto bajo la colina de Visenya. Se desconocía el proceso de su creación. El único conocimiento que se tenía sobre ello es que intervenía un tipo especial de magia y cuanto más poderoso era el mago piromante, más agresivo sería el fuego.

Hace doscientos años no importaba de mucho el fuego valyrio. Tenían dragones.

— ¿El barco está listo?

—Lo está. Es un barco de Braavos, bastante rápido. Tengo amigos comerciantes que desean ir directamente a Puerto Blanco.

—Ten—susurró Lyanna dejando en sus manos una carta—Dásela a los Manderly, tiene mí firma y la de Sansa. Os recibirán bien.

—Nos iremos en tres días. Antes que Stannis arribe la ciudad.

— ¿No habrá guardias afuera de la fortaleza?

Jenna se encogió de hombros.

—Stannis se acerca. A esas horas, lo único que piensa la guardia real es conseguir una buena cerveza y una mujer con la que pasar la noche.

Lyanna sonrió levemente.

—Hay cosas que no cambian.

<<Los marineros de mí tripulación y los de la Guardia Real tienen eso en común>> pensó melancólica.

— ¿Le sirvió a Sansa la medicina?

—Si—Lyanna suspiró mientras Jenna se limpiaba las manos—Gracias por eso.

Sansa ya no sufría de pesadillas gracias a la Evaluna, una medicina a base de miel y plantas que solo crecían al noreste de Essos en las tierras de Vaes Dothrak. Jenna sonrió y tomo una de sus manos, Lyanna frunció el ceño al percibir un pequeño frasco entre sus dedos.

THE LAST TARGARYENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora