15. Apuesta

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15. Apuesta

Diana Leone

El descampado estaba lleno de gente, de coches y de ruido. Sin embargo, lo vi. 

Mis ojos se conectaron con los de Marco y la sonrisa se dibujó casi al instante en mi rostro. 

—¿Niña, me estás escuchando?

—Dame cinco minutos, Enzo, ahora vuelvo —pedí, antes de trotar entre medio de la multitud hasta llegar al chico—. Hola. 

—Vaya, has corrido —fingió sorpresa, le hice burla y le pegué un golpe divertido en el brazo. 

—Al final has venido a verme. 

—No me perdería por nada del mundo verte ganar. 

Mi sonrisa creció. Marco era tan bueno conmigo. 

—Oye. 

—Dime, caos. 

—Tengo que irme con Enzo para que acabe de comentarme unas cosas, pero podemos hacer una apuesta. ¿Quieres apostar? Te advierto que nunca pierdo. 

—¿Qué es lo que quieres apostar? —alzó una ceja, manteniendo la sonrisa.

—Si gano, tienes que pedirme que sea tu novia. 

Él ni siquiera dudó cuando estiró la mano, haciéndome estrecharla para cerrar el trato. 

—Hecho —dijo. Luego, tiró de mí hasta que choqué con su pecho y se agachó un poco para susurrarme al oído: —. Realmente espero que ganes, caos. De hecho, si no ganas, te torturaré haciendo flexiones. 

Reí entre dientes, separándome de él. A pesar de su tono atrevido, sus mejillas se habían teñido de rosa. Sonreí enternecida y me puse de puntillas para dejar un beso rápido en sus labios. 

—Te quiero, cariño. 

—Te quiero, caos. 

—¡Huracán! —me chilló Enzo. 

Me despedí de Marco con otro beso rápido y corrí hasta mi entrenador. La sonrisa de mi rostro era imposible de borrar. Enzo negó con la cabeza en mi dirección, poniendo los ojos en blanco. 

—Corres contra Randy, recuerda sus derrapes. Tiene un buen control. 

Asentí. Randy había mejorado muchísimo en este último año, la cosa estaría reñida. 

Pero yo era la mejor, y tenía un buen motivo para ganar. Y no, no era el premio o mi reputación. 

—Mucha suerte, Huracán. 

—No la necesito —guiñé un ojo. 

Me subí a mi coche. Randy ya estaba en su puesto. La gente empezó a reunirse a nuestro alrededor y mis ojos se encontraron con los de Marco, le lancé un beso. Sentí una pesada mirada en mi nuca, que casi me hizo sentir incómoda, pero probablemente solo era algún idiota.

Identifiqué a la chica que dio la salida como una de las putas de Roxy. Sin embargo, Roxy no estaría por aquí, ella solo venía a la carrera anual. 

—Preparados... Listos... ¡Ya!

Ni si quiera di tiempo de margen para que Randy pensara, pisé el acelerador con toda mi fuerza y luego usé el freno de mano para girar en la primera y gran curva. Las ruedas chillaron y el suelo probablemente quedó marcado. Vi por el retrovisor a Randy seguirme de cerca, pero yo ya había vuelto a pisar el turbo. 

Velocità (Mafia Italiana #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora