Capítulo 26

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Arrax volaba con toda su fuerzas, sus pobre alas estaban tan cansadas y pesadas por la lluvia pero al dragón no le importaba. Lo único que quería era llegar al palacio para que su jinete estuviera seguro.

—No...—habló débilmente Luke aun recostado en los lomos de Arrax. Todo su cuerpo esta rígido y sus manos aún tapaban sus oídos—Tenemos que regresar. No podemos... no podemos dejar a Aemond solo.—dijo apenas siendo consciente de la realidad, tenía la suerte de que las correas en su piernas fueran resistentes, porque sí no hace mucho que hubiera volado, caído al mar y muerto otra vez—Arrax, no podemos dejarlo solo.—insistió mas fue ignorado.—Arrax, por favor. Vol...volamos.—su voz se rompió en un débil sollozo, aún así nuevamente fue ignorado—Te lo suplicó, no puedo dejarlo solo...—su visión empezó a verse borrosa y le costaba mucho mantener los ojos abiertos—Aemond nos necesita.—fue lo último que murmuró.

Luego, cayó en una oscuridad profunda.

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Cuando Luke volvió a abrir los ojos, se dio cuenta que fue envuelto otra vez por esa oscuridad desgarradora.

No tenía miedo, ya no. Hubo un tiempo en que sentía que se iba a volver loco por estar rodeado de toda esa negrura, no obstante su cuerpo y visión se adaptaron y después de muchos días de llanto y sufrimiento, el descanso. Al fin puedo estar en paz, ese día se hizo uno con la oscuridad que reinaba porque se dio cuenta que aquella oscuridad era la maldad en su alma que lo abrazo después de su muerte.

—¿Qué hago aquí?—preguntó a la nada. Empezó a caminar después de unos segundos de observar el lugar.

Sabía que tenía que seguir donde su instinto le decía, por algo volvió a este lugar. No sabía quién lo convocó o si fue su subconsciente que lo llevó ahí de nuevo. Tal vez fue por el espanto que tuvo al estar cerca de Lord Borros y de la misma muerte.

Bueno, eso no importaba. Él estaba ahí por una razón y necesitaba descubrir que era.

A los lejos vio un pequeño rayo de luz, Luke siguió caminando tranquilo sin apurarse. Tantas cosas que tuvo que pasar para que ya no buscará cualquier escape en cualquier lado que estuviera. Pues, tuvo que adaptarse a todo, antes era un príncipe que hacían todo por él aún cuando su madre le decía que ayudara a sus doncellas, igual no era lo mucho que él hacía. En este lugar tuvo que aprender a caminar de nuevo, sin la ayuda de nadie que lo sostuviera.

Solo tres pasos más y él estaría afuera. No sabia lo que se encontraba allá afuera y quien estaba esperándolo del otro lado, ya que siempre los lugares y personas cambiaban. Solo esperaba que no fueran malas noticias y si, por si acaso lo eran esperaba que tuvieran solución.

Su cuerpo cruzó al otro lado, donde los rayos del sol abrazaba su piel. Luke tardo un momento en acomodarse a la repentina luminosidad. Eso era lo único que odiaba, tener que acostumbrarse otra vez a la luz. Cuando al fin pudo ver bien, se dio cuenta que estaba en un gran jardín donde habían varios tipos de rosas. Era una belleza, solo había un pequeño inconveniente y es que a tan solo unos metros se encontraba un campo de entrenamiento.

Luke se dirigió hacia allá y se dio cuenta que las flores y rosas rodeaban el campo de entrenamiento ¿Qué era aquello? Era la primera vez que veía algo así, eran dos cosas tan distintas pero a las vez parecían tan iguales.

Más allá encontró una espada y no era nada más y nada menos que Hermana Oscura ¿Qué hace aquí? Fue la pregunta de Luke que se hizo al alzar la espada, la observo por todos los lados para ver si tenia algo de raro.

—¿Siempre eres así de curioso?—preguntó una voz gruesa y ronca.

Luke salto de su lugar pero aun así no soltó la espada de sus manos. El hombre era alto, muy alto. Tenía el cabellos platinado, Luke cree que su cabello es el más platinado que haya visto, el cuerpo del hombre era enorme, bien construido. Él tenía la porte de un guerrero y a la vez de un príncipe. Ese hombre lo tenía todo.

Renace El Dragón: Evitando La Danza De Dragones Where stories live. Discover now