11| ¿Llamarlo o no?

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11| ¿Llamarlo o no?

<Mis ojos se abren mientras llevo una mano a mi boca intentando asimilar lo que acabo de escuchar.

Él no ha dicho eso.

Él no hacerme esto.

No... no puedes hacer esto —susurro negando con mi cabeza— No puedes hacerme esto... no es justo.

Cierro los ojos con fuerza intentando pensar que no es real, que él no me está pidiendo esto.

¿No es justo para ti? ¡¿En serio me estás diciendo eso? —Su voz suena dolida, yo le estoy causando dolor— Te he amado desde que te conozco y lo sabías ¡Joder! ¡Todos lo sabían!

Me sobresalto ante su grito, Patric, mi mejor amigo de la infancia acaba de confesarme su amor y yo estoy pateando su corazón. No puedo evitar con pequeñas lágrimas se escapen de mis ojos.

Yo... yo no...

Joder no llores Maddy, por favor no hagas como si esto te doliera cuando al que se le rompe el corazón es a mi.

Pero, yo no quería...

Pues lo has hecho.

Lo siento, yo...

¿Sabes que, Maddy? Siempre supe que sería así, me esforcé e intenté que me amaras al menos la mitad de lo que yo te amo a ti ¿Acaso no fui suficiente? ¿Qué hice mal?

Me ve con acusación, yo le estoy haciendo esto, yo lo estoy rompiendo y no quiero hacerlo.

>> Tal vez es cierto que no puedes sentir amor por nadie, aunque tampoco mereces que nadie te amen si ese es el caso.

Veo como todo empieza a hacerse oscuro mientras la silueta de Patric de hace cada vez más lejana. No quiero que sufra por mi, no quise lastimarlo.

Le ordeno que debo seguirlo pero mis piernas no se mueven y apenas puedo escuchar cuando alguien susurra en mi oido de manera seca.

Vas a quedarte sola por siempre>

— ¡No!

Mi respiración es agitada e intento mantener la calma ante el horrible sueño del que acabo de despertar. Abro mis ojos lentamente mientras me doy cuenta de que, en vez de encontrarme en el patio de mis padres, estoy en el piso de mi actual habitación, en mi piso en Londres.

Paso mis manos por mi rostro limpiando las lágrimas que seguramente derramé mientras tenía el sueño, o más bien el recuerdo, de aquella noche de octubre en la prefiero no pensar pero al final siempre termina arrastrandome.

— Estás bien Maddison, estás bien.

Eso es lo que siempre me digo después de tener una pesadilla como esta, pero casi nunca me lo creo.

Busco en mi mesita de noche mi teléfono y me siento en la cama sabiendo a quien debería llamar, sabiendo con quién necesito hablar justo ahora.

Lo pienso por más tiempo del que me gustaría admitir antes de marcar los número que nunca decidí olvidar para luego llevar el móvil a mi oreja.

Pasan unos minutos mientras su teléfono da dos tonos y cuando pienso que no va a contestar alguien se aclara la garganta al otro lado de la línea, ha pasado mucho tiempo.

— Maddison —habla al fin.

Tomo una gran bocanada de aire mientras cierro los ojos.

— Hola, Marc.

El amor y las constelaciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora