27| Los miedos de Dereck

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27| Los miedos de Dereck

Dereck.

Siempre me he considerado a mi mismo como una persona entregada. Lo supe cuando decidí que estudiaría medicina y ayudaría a las personas. También cuando me ofrecí como voluntario en el hospital del hermano de mi papá aún cuando tenía muchos deberes en la universidad. Claro, eso a mis padres no les hace mucha gracia pero aceptan mis decisiones.

Soy así, si puedo ayudar lo hago y doy todo de mi en el trayecto.

Aunque a veces eso ha sido lo que me ha hundido en algunos momentos.

Pero justo ahora, cargando a esta pequeña bebé prematura en mis brazos me doy cuenta de que vale la pena el cansancio que siento todo el tiempo. Porque sí, mis padres no se equivocaron al decir que siempre luzco cansado. La verdad es que luego de las clases y los turnos en el hospital, estoy totalmente exhausto.

Pero aún así me armo de valor con una sonrisa y sigo adelante porque yo puedo con esto. Yo siempre puedo.

— Dereck, —la voz del doctor Scott me saca de mis pensamientos haciendo que pose mi mirada sobre él— Si sigues cargando a esa bebé tan seguido vas a hacer que se acostumbre a estar en brazos.

Le doy una sonrisa que no sé si me sale bien pero al menos lo intento. Estoy totalmente cansado.

— Lo sé, es que no puedo evitarlo.

Él doctor suelta un suspiro y luego se acerca a mí para ver a la bebé. Esta pequeña tiene ya un mes en el hospital porque cuando nació su corazón y varios de sus órganos no funcionaban bien debido a que nació antes de tiempo. Pensamos que no lograría salvarse pero ha sido muy receptiva con él tratamiento hasta ahora y luego de pasar por una cirugía parece que al fin su lucha terminará en poco tiempo y podrá irse a casa con sus padres.

Está es una de las cosas que más me gustan de esta profesión: ver las sonrisas de las personas cuando se van de aquí ya sanas. Ayudar a la gente me llena el corazón.

— Déjala en la incubadora —me ordenó y yo asentí haciendo lo que me pedía porque él es el experto— ¿Es verdad que hoy también te quedarás en turno?

Asentí con la cabeza mientras con mucho cuidado colocaba a la pequeña en su incubadora. Tan tierna.

— Sí, mañana mis clases son por la tarde así que dormiré un poco temprano y no habrá problema.

— Creo que te estás excediendo mucho.

— Estoy bien.

— Claro… —pero por la mueca que hizo se que no me cree— Esta mañana ella ha presentado síntomas de taquicardia —empezó tomando el expediente— Puede que no sea grave pero debes estar pendiente por cualquier cosa.

Asentí y él me miró con desconfianza. En realidad él doctor Scott era un buen hombre, serio y algo asocial con los demás pero desde que llegué a este hospital siempre me ha brindado su apoyo en casi todo.

Él y la doctora Stevens son mis favoritos.

Vuelvo mi vista hacia la pequeña que ahora se encuentra plácidamente dormida y sonrio.

El amor y las constelaciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora