19| Heridas que aún sangran

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19| Heridas que aún sangran.

Cocinar es algo que nunca se me ha dado muy bien. Simplemente sé hacer lo básico porque ajá, tampoco me iba a morir de hambre o estar dependiendo de la comida rápida. Y aún cuando mis habilidades para la cocina son casi nulas aquí estoy, cocinando algunos ingredientes en la sartén mientras Stef agrega la salsa de tomate tal y como Víctor, hablando a través del móvil, nos indicaba a hacerlo.

Siseo cuando unas pocas salpicaduras de aceite llegan a mis muñecas. No queman tanto pero es un poco molesto, aunque no me quejo dado el hecho que yo accedí a hacer esto.

— Vale, ahora agregad un poco de agua de modo que la carne quede apenas cubierta.

Stef se apresura a hacer lo que dice su novio y yo murmuro un mandón que lo tiene riendo. Victor me cae muy bien en realidad, es de las pocas personas que tolero y me agrada cuando se intenta meter conmigo aún cuando se que le gano.

En un principio le pregunté a Stef por qué no venía con nosotras y así se hacía más fácil el trabajo de cocinar —vale, tiene novio que cocina que te mueres, obviamente hay que sacarle provecho— luego ella me dijo que en realidad se encontraba con sus padres pero que igual nos ayudaría.

Agregamos el agua y la sartén chilla ante el cambio de temperatura.

— Se escucha bien —habla Víctor desde el móvil— Ahora poned la sal, pimienta y… ¿Tienen hojas de laurel por casualidad?

— No lo sé ¿Tenemos, Maddy linda?

— No —contesto cuando Stef me mira expectante.

No es como si tuviera mucho en mi nevera, simplemente hay lo necesario y que siempre utilizo. Además ¿Que carajos voy a hacer yo con hojas de laurel?

— Pues nada. Con eso es suficiente, déjenlo reposar por unos diez minutos a fuego bajo y por favor, no lo dejen quemar —implora de manera dramática porque cuando se trata de comida Víctor puede ser muy exigente.

— Tranquilo amor, a que nos saldrá genial —le asegura Stef tomando la pimienta y agregándole en la sartén— ¿A qué sí? —me mira y yo me encojo de hombros.

— No sabrá cómo algo que yo cocine, pero supongo que tampoco puede estar tan mal.

— Presumido.

— Amargada.

— Infantiles.

— ¡Stef! —chillamos los dos haciendo que ella ruede los ojos divertida.

El cómo terminé en esta situación no tiene mucha ciencia la verdad. Simplemente Stef se encontraba conmigo cuando nos dió hambre y decidimos que sería buena idea preparar algo en casa. Claro que en los planes no se encontraba hacer algo tan elaborado como la lasaña que intentamos preparar ahora mismo, eso lo propuso Víctor cuando ella se lo ha mencionado. Y aunque tuvimos que ir a un supermercado que no está muy lejos de mi casa para poder comprar lo necesario fue divertido ya que Stef y yo casi no hacemos estas cosas.

Pongo el temporizador en mi teléfono para así ser exactos sobre el tiempo que debo dejarlo reposar según me ha dicho el señor mandon.

— ¿Al menos vais a invitarme a cenar por la clase de cocina?

Suelto un resoplido.

— Cualquier receta en internet me habría bastado —digo con burla y Stef se tapa la boca con una mano para no reír fuerte.

— ¡Ja! Ninguna receta de Google te habría servido tanto como mi increíble talento en la cocina.

— Ni que fueras tan bueno.

El amor y las constelaciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora