Capitulo 11

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Durante las semanas que e pasado con Hurrem han Sido cómo un sueño para mí, pero no puedo evitar que la preocupación embargue mi corazón, luego de varios mareos en mi presencia le pedí que se quedará en mis aposento, haci puedo estar pendiente de ella. "Esta noche la invitaré a cenar" penso Suleiman llamando al guardián de la puerta que inmediato se presentó ante el.
-Si su majestad respondió el aga mientras se inclinaba
- informarle a la sultana que esta noche la espero para cenar con ella, informarle a syumbyul aga que prepare la terraza y que hable con los chefs que preparen los platillos favoritos de la sultana, le indico el sultán mientras le hacía seña para que se retirará a cumplir su orden.

Hurrem se encontraba reposando en el sofá Lugo de un día lleno de labores del harén, se sentía muy fatigada y con un leve dolor de cabeza, cuando tocaron la puerta de sus aposento, -adelante contesto la sultana, mientras un aga entra y se inclina. -su majestad respondió el aga, mientras la sultana asiente con la cabeza para que el aga hablé, - su majestad el sultán Suleiman la invita a cenar esta noche con el, - por supuesto respondió la sultana con una sonrisa -puedes retirarte indico la sultana mientras el aga hacía una reverencia y se marcha para cumplir lo ordenado.

La noche llegó a Estambul y con ellos dos enamorados se preparaban para su encuentro, el sultán que estaba ricamente vestido y perfumado con la fragancia favorita de su esposa, esperaba en la terraza bellamente de decorada para la ocasión, con una sonrisa en su rostro y ojos brillantes esperaba emocionado a su amada esposa.
Hurrem quien lucía un vestido morado que se ajustaba de forma perfecta a su cuerpo, estaba sentada en la cama esperando la confirmación del aga.

-Mi sultana su majestad la espera, -informarle a su majestad que enseguida voy, -como ordene respondió el aga mientras hacía reverencia y se marchaba.

Hurrem se observo por última vez en el espejo y quedó complacida con su apariencia, mientras se levantaba de la cama sintió como de repente su vista se nublaba, su mundo giraba y sus piernas perdían las fuerzas, sentía el suelo precipitarse ante ella y sin poder hacer nada sentía su mundo oscurecer y perdía el conocimiento.

Mientras en la terraza Suleiman empezaba a desesperar al notar que hurrem no llegaba, caminaba de un lado a otro con sus brazos detrás de su espalda y cada cuánto mira hacía la entrada para ver si llegaba, notando que los minutos pasaban y no había señales de su esposa la desesperación fue tanta que de un movimiento brusco se dirigió hacía la puerta para ir al encuentro de su sultana, mientras iba en el pasillo hacia los aposento de hurrem los pensamientos sobre los motivos de su retraso no abandonaron su mente.

Unos minutos mas tarde, las puertas de los aposentos de la sultana se abrieron y el sultán Suleiman se encontró en la habitación. Al entrar en los aposento de su esposa, miro alrededor de toda la habitación, pero de repente mirando hacia abajo, vio una mano, y desviando un poco la mirada hacia un lado, vio a su esposa, que estaba inconsciente.

-''HURREM''-exclamo el sultán y al instante se arrodillo junto a la sultana. -Hurrem, ''Despierta, HURREM'' grito, frotando los hombros de la mujer. -''Guardia'' ''Guardia'' llamen al medico, ''Hurrem sultán esta inconsciente'' -ordeno, y tomando con cuidado a su esposa en sus brazos, la llevo a la cama. Hurrem no se movió, lo que asusto mucho a Suleiman: ''Oh, Ala'' ''No me la quites'' -pensó, y al ponerla sobre la cama, acerco su oído al pecho de hurrem, escucho el débil latido de su corazón. Poniendo su mano en la mejilla de su esposa, dijo -Hurrem, mi amor, no me dejes, no, ten piedad de mi... -el torrente de sus palabras fue interrumpido por el crujido de las puertas, y al darse la vuelta el sultán vio a la doctora. -''Date prisa, hatun'' ''Ayuda a la sultana'' -Dijo con voz ronca y dio paso a la señorita.

Tomando su pulso y abriendo los ojos de la mujer, la hatun abrió su bolso y saco un pequeño vial, destapando la tapa, la acerco al rostro de la pelirroja. Después de unos momentos, ella tosió. -Hurrem -Suleiman corrió hacia su esposa y le tomo la mano. -Su Majestad -los interrumpió la doctora- necesito realizar un examen completo a la sultana para asegurar de que nada amenace su vida. -Si, por supuesto- murmuro el asustado sultán, y alejándose de mala gana de Hurrem, salió a la terraza.

NUESTRO AMOR NO TIENE LIMITESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora