Desde mi asiento en el público lo veo rasgar el hielo con la aguja de sus patines turquesas, al compás de un semantico baile que toda mi atención se lleva, es imposible quitar la mirada de el cuando hace sus piruetas, cuando danza con esa sonrisa coqueta, con cada salto mi pulso se acelera, con cada giro a los espectadores embelesa, con cada movimiento asombra a la audiencia. Su corte de Kurt cabain lo hace ver genial cuando se balancea, es elástico y equilibra bien la fuerza de sus volteretas, sus pies cuando aterrizan tienen buena resistencia, el con su coraje en cada cruce como marionetas nos maneja, el con su ternura y delicadeza en cada paso nos congela, mis ojos son como cámaras que se mueren por quererlo filmar, tan pronto como el se acerca el vídeo empieza a rodar. Cuando comienza su rutina es como si rasguñara el suelo helado de una plataforma que a lo más alto de los rascacielos lo va elevando, el vigor de su interior a alzarse hasta ir más allá de las estrellas y del último planeta lo va impulsando, el ocasiona que cada fibra de mi cuerpo se valla alterando, que los bellos de mi cuerpo se vallan erizando, que me empiezen a temblar las piernas y a sudar las manos, que sienta tanto cuando la presentación apenas está comenzando, es como si estubiera poseído por un ente celestial, en la pista hace esos bailes profesionales que nunca podré recrear, verlo en la televisión hizo que de este deporte me empezara a aficionar, verlo competir me hacía fantasear con querer ser su rival, con ser su mejor amigo querer experimentar, idolatrarlo como lo hago nunca dejare de hacer, el hace que sus adversarios quieran retroceder, su frase motivacional es nunca rendirse y siempre tener fé. Nunca podrás fallar si estás haciendo lo que amas eso me lo ha dado a entender, en las entrevistas aunque le falten al respeto siempre intenta ser cortes, lo han halagado demasiado que ya no quedan más cumplidos para el, ciertamente a su forma de viralizar el patinaje me incline y me entregué. Es el principe del hielo que puede dominar hasta el más grande glaciar, de forma epica y bárbara las olimpiadas no deja de ganar, enorgullece a su entrenador y hasta a las personas de otra nacionalidad. Cuando por primera vez lo conocí fue en la pantalla grande, en el segundo que lo ví supe que quería ser así de brillante, a los quince no dejaba de imitarlo en el lago solido de mi patio, al principio era muy malo pero practique y mejore con los años, tenía sus pósters animados en mi cuarto, tenía camisas con su cara en mí armario, me sabía su biografía y sus aficiones porque era su mayor fanático. Siempre que salía del colegio me escapaba para verlo calentar, me escondía debajo de las escaleras y lo veía centellear, pasmar a sus compañeros al adueñarse del lugar, con su soltura y habilidad, queria ser parte de su grupo así que me propuse ese deseo consumar, decidí sacrificar mi vida social por meterme de lleno a patinar, por dedicar mi tiempo libre a ensayar, cuando me hice notar nada me pudo estancar, el día que tanto había esperado ya iba a llegar. Cuando cruce esa puerta no imaginé que todo iba ser complicado, ya no estaba en la superficie lisa del lago helado de mi patio, ya era más exigente el entrenamiento porque no eran los ejercicios básicos, ahora estaba al lado de los reyes del imperio romano, de los guardianes del prado, de los vengadores de Urano, de los sheriff del condado. Cuando me forme en esa fila me sentia muy reducido, sentía que no pertenecía al equipo, cuando lo ví entrar me aproxime a saludarlo, pero el me ignoro y siguió de largo, cuando empezamos a convivir note que siempre estaba callado, siempre estaba despierto y muy concentrado, descansar y salir con sus compañeros para el era algo inapropiado, no importa cuántas veces le hablara el no me hacía caso, de fingir que estaba sordo llegó al grado, el había decidido que me iba a odiar, sin saber que hería los sentimientos de su mayor fan.
En los torneos intentaba opacarme, lo inexperto que era reprocharme, las preferencias que por el todos tenian señalarme, me hacía la vida imposible y no sabía porque, tenía tanto enojo cuando me ofendía que me hacía temer, cuando me desacreditaba la consideración que le tenía me hacia perder. Siempre estaba en control, apoderándose de cualquier rol, desplazándose en el hielo con serenidad, con un frenesí que se me hacía familiar, me la pasaba guerreando por ser digno de un lugar, porque el se diera cuenta que valía la pena mi ingreso aprobar. Creía que era una persona que no tenía ninguna clase de duda que lo mortifique, que no tenía ninguna dificultad que hiciera que la vida sus sueños mastique, hasta que una noche lo vi en el área de la piscina sentado en la plancha de los clavados, lloraba mientras escuchaba música como si tuviera el corazón esmigajado, su cabeza movía de lado a lado, justo al ritmo del piano, sollozaba mientras cantaba, mientras respiraba de manera entrecortada, me asusté cuánto se paró justo en la punta de la tabla, casi grito cuando lo ví caer al agua, me fui cuando emergió a la superficie, en un parpadeo ya me encontraba en mi cama preguntandome porque el estaba triste, me la pasé sacando miles de conclusiones que no pude dormirme, durante semanas estuve sumido en mis pensamientos buscando la razón de su fetiche, me preocupaba que para mitigar el dolor que lo martirizaba ese metodo normalice, que para eximir la zozobra que lo acongojaba esos actos peligrosos consolide.
Al pasar un mes había empezado a dejar esos pensamientos en segundo plano para poder estar mejor, pero todo se fue al caño cuando fui al baño y lo ví sentado en el inodoro quemando sus muslos con un encendedor, alcancé a ver qué tenía muchas cicatrices en la zona baja que tapaba su pantalón, tambien pude observar que sus ojos estaban rojos y un poco caídos cuando me miró, antes de que se percatara de que estaba ahí y cerrara la puerta de un empujón. Cuando quitó el pestillo y salió supe que había consumido sustancias hilisitas, porque mi tío era drogadicto y actuaba así cuando inhalaba todo el contenido de sus bolsitas, cuando caminaba estaba mareado por la nicotina, estaba ido por la heroína, estaba maniaco por la morfina. Cuando le pregunté por su estado empezó a golpear su frente al punto de sacarse sangre con el lavabo, cuando lo quise detener fue como si hubiera subido la palanca del interruptor que lo ponía más bravo, hecho un animal que estaba a punto de morder un escándalo procedió a formar, un catálago de improperios procedió a lanzar, como una mala persona me comenzo a tildar, era como si estuviera en medio de una crisis cerebral. No sabía que postura tener en esta situación y menos cuando comenzó a convulsionar, ver al personaje que admirabas en riesgo puede costernar, con mucho cuidado y prisa lo lleve al hospital, sentado en la sala de espera lo que había pasado no podía procesar, sentía una opresión en el pecho y ganas de vomitar, un hormigueo en los dedos y que estaba en la irrealidad, me costaron dos botellas de agua mis nervios poder apaciguar, sabía que cuando despertara el me iba a detestar, pero ajuro a sus padres tenía que informar, porque cuando lo estabilizaron me dijeron que solo los parientes podían entrar, cundo llegaron no podían creer lo que el médico les principio a contar. Sufría de desordenes alimenticios y de ataques de ansiedad, era adicto a las drogas y para aplacar el estrés que lo sobreestimulaba se solía autolesionar, tenía pensamientos suicidas producto de las inseguridades que el se solia autoinfluenciar, repare que la presión y las expectativas que los jurados y la gente le tenían lo solían bloquear, que las necesidades que desde pequeño vivía por ser pobre lo obligaban a su trabajo en ese oficio prolongar, ha esforzarse hasta sobrecargarse para que su puesto otro no fuera a ocupar, debe ser espantoso darse cuenta que su hijo estaba pidiendo socorro cuando ellos ya no lo podían auxiliar.
Cuando entre al cuarto estaba sentado en la camilla tan inmóvil que parecía una figura de será, se veia en su semblante que estaba abatido y que toda la desintoxicación había drenado su fuerza, al mirarme me dijo que era un soplon y bribón por haber hecho que lo regañara su papá, que era un bocazas y que moriré virgen por ser un charlatán, se rió conmigo por una rato y luego me interrogó para saber cómo estaban pasando su ausencia los demás, cuando terminaron las indagaciones me pidió disculpas y me dió las gracias con sinceridad, en un momento de silencio por fin me confesó por qué le caia mal, me dijo que le daba miedo mi dureza con incomodidad, que en nadie había visto la disciplina que en mi no se dejaba de obviar, que mi amor por esta profesión el peldaño que el no podía subir yo iba a escalar, que era el mejor atleta que el centro deportivo pudo reclutar. Me dejó atónito escuchar eso de mi ídolo, justo cuando creí que con el todo estaba perdido, nos abrazamos y por primera vez al lado de el sentí un ambiente lenitivo, sentí que éramos dos adultos que ya no eran unos desconocidos, que habíamos terminado con los desacuerdos del pasado de modo definitivo. Con el pasar de los dias nos volvimos uña y mugre, éramos como el sodio y el azufre, las lluvias y el mes de octubre, nos volvimos inseparables en medio de su recuperación, lo acompañaba a sus charlas de rehabilitación, en el pasado la posibilidad de tener un vínculo con el era algo descabellado, convertirme en su compinche era algo disparatado, pero ahora se que es posible y eso me tiene fascinado, que podemos ser lo que siempre quise me tiene encantado, nuestra sociedad nos hara tener a nuestros contendientes amedrentados.
Escrito por: Icónica
Imagen de su autor.