III

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Hoy hace exactamente un mes que conozco a esta chica de porcelana, y cómo no, he ido a verla. Su familia hoy no puede visitarla, y yo les prometí que haría compañía a Madeline aunque no tuviera porqué.

Aunque parezca extraño, me gusta pasar horas a su lado, sentado junto a su cama. Algunas días he traído películas para "verlas" juntos, y otros días simplemente me sentaba a mirarla y contarle mi vida. Hoy quería que fuera especial, no para ella, si no para mí.

He traído mi guitarra conmigo y voy a tocarle una canción. La escribí poco a poco cada día que venía del hospital. Me era imposible evitar cerrar los ojos e intentar imaginármela corriendo, riendo, viviendo; tal y como una chica normal de su edad haría. Ir a la escuela,  salir con amigos al cine, ir al parque a correr, estudiar para un examen importante, prepararte para salir de fiesta, discutir con su madre por haber llegado tarde de esa misma fiesta...

Puede que no sea muy bueno a la guitarra, y puede que no sea ni saludable escucharme cantar y tocar la guitarra a la vez, pero es el único medio de escape que tengo para expresarme sin tener que dar luego explicaciones.

Cojo la silla y me coloco frente a ella, ni me paro a mirar si he cerrado la puerta y comprobar si estamos solos o hay pequeñas enfermeras chismosas merodeando. Poco después, cojo aire lo más profundamente que puedo y tras tocar unos acordes en mi viejo amigo de madera, dejo correr a las palabras.

Amnesia [l.r.h.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora