Amnesia [l.r.h.]

XVII

"Me llamo Madeline Teller y tengo dieciocho años. He perdido veintiún meses de mi vida en coma por culpa de un accidente de coche. Tengo una hermana pequeña de la que no me acuerdo. Hay un chico guapo mayor que yo obsesionado conmigo al otro lado de la pared. Debería de ir a la universidad. Debería de saber conducir y tener mi propio coche. Los médicos me han diagnosticado amnesia temporal y no recuerdo la mitad de mi vida. Quiero recordar y no sé cómo. Cada vez que intento recordar me dan ataques de ansiedad y me desmayo."

Los médicos me obligan a repetir esto hasta la saciedad, hasta que mis ataques de pánico se apacigüen pese a que los resultados no son del todo satisfactorios. Repito en bucle mi vida una y otra vez para ayudar a concentrarme y obligarme a recordar, aunque lo único que consigo es aumentar mi permanente jaqueca.

Para cuando vuelvo de las pruebas, Emma está sentada en mi cama jugando con una chica que no sabría decir quién es. Tiene las puntas rubias, las raíces oscuras, y un ligero seseo en el acento muy particular.

Emma corre a abrazarme a mi llegada y yo intento cogerla al vuelo, pero apenas tengo fuerzas para levantarla poco más de dos segundos del suelo. Mi impotencia por no poder elevarla le ha borrado la sonrisa de la cara, quemándome así de cruel manera en el pecho.

—Emma, ¿por qué no me cuentas qué tal te ha ido el día hoy en clase?

La chica que me han dicho que es mi hermana asiente y empieza a narrarme sus hazañas con sus compañeros y yo le presto la máxima atención posible. Luke está hablando con Michael y la chica de antes en la otra parte de la habitación, desde donde he podido ver a Luke echándome miradas furtivas mientras yo hablaba con mi hermana; aunque siempre que le correspondía con mi mirada, este rápidamente la desviaba a un lado.

—Te he hecho un dibujo en clase —dice Emma mientras me enseña su dentadura mellada a la par que me lo tiende. —Sois tú y Luke cuando aún no habías despertado —hay una chica acostada durmiendo, y un chico a sus pies mirándola. —Tú eras la bella durmiente, que se durmió por culpa de una bruja muy mala, y Luke tu príncipe, que vino para salvarte.

El mencionado ha dejado de participar en su conversación al escuchar su nombre y ahora me mira fijamente. La chica de antes está sentada sobre Michael y este le está oliendo el pelo disimuladamente y si bien esta lo está notando, sabe disimularlo perfectamente.

No puedo evitar reírme y llorar de la risa a la vez por la comicidad de la situación. Me sale un sonidito similar al gruñido de un cerdo al reírme y me tapo la boca avergonzada. Miro a Luke que se está aguantando la risa mordiéndose la lengua, pero una sonrisa de oreja a oreja le delata.

—Como se te ocurra reírte de mí, juro que te vuelvo moreno de un sartenazo.

—Es la primera vez que escucho tu risa.

Impactada por el cambio drástico de tema, me limito a mirar hacia la punta de mis pies descalzos para que el pelo caído sobre mi rostro disimule mi rubor. No solía ser de las que se avergonzaban a la mínima, sino más bien de las que se alimentaban de los halagos. Echo de menos a la antigua May, aquella que se fue junto al accidente.

Tras el momento incómodo en el que nadie más sabía qué decir, Emma salió en mi rescate con la escusa de que tenía inspiración para más dibujos.

Pasan las horas entre una nueva hermana dibujando, unos adolescentes intentando actualizarme en lo que viene a ser la sociedad y para cuando me quiero dar cuenta, ya es de noche y todos se han ido hace rato. El último en irse fue Luke, aunque de mala gana ya que, básicamente, lo echaron a patadas porque el horario de visita había acabado.

Sé que no tardaré mucho en verle, y puede que él sea la primera cara que vea al despertarme. Sólo sé que de momento, es la última cara en la que pienso en antes de dormirme.