Las horas pasaban y mis amigos se habían visto obligados a volver a sus quehaceres diarios, aunque sus continuas llamadas me eran más que suficientes para hacerme saber que ellos también se preocupaban por esta nueva amiga descubierta.—Luke, ya es más de media noche, deberías de volver a casa a descansar.
Asentí a su madre y me levanté de esta silla ortopédica de hospital. Junto a un crujimiento de dedos, muñecas, rodillas, tobillos, cuello y espalda —debería de ir a un traumatólogo —me despedí de esta mujer y con un "llámame si hay noticias" y puse rumbo a mi cama.
De camino me fue inevitable pensar en cómo de normal fue mi infancia y me pregunté si la de Madeline fue tan ordinaria como la mía.
Cuando yo era pequeño ponía los brazos en mi camiseta y decía a la gente que no tenía brazos, reiniciaba el juego en el momento que sabía que iba a perder y dormía con todos mis peluches para que ninguno se sintiera ofendido.
También tenía ese bolígrafo de cuatro colores y trataba de dar a todos los colores a la vez, la decisión más difícil era elegir a qué jugar, esperaba detrás de una puerta para dar un susto a alguien y entonces me iba porque tardaba mucho en venir o me hacía pis.
Me hacía el dormido y así mis padres me llevaban a la cama, incluso solía pensar que la luna seguía a mi coche. Me pasaba los descansos jugando a los tazos y admito que alguna que otra vez observaba dos gotas de lluvia deslizarse por la ventanilla del coche como si de una carrera se tratase.
Me metía en el ordenador sólo para pintar. La única cosa que tenía que cuidar era mi Tamagochi. Jugábamos al amigo invisible en clase y nunca sabía que regalar. Solía cantar en la ducha. ¿Ahora? Las decisiones más difíciles de mi vida las tomo ahí.
¿Haría esta chica de cabellos rizados lo mismo?
Aún recuerdo cuando era tan solo un niño que no podía esperar a crecer. ¿En qué estaba pensando?
Estoy cansado de escuchar que la vida es una mierda, pero en verdad es algo único y especial, algo que dura poco tiempo y lo peor es que me he pasado la mayoría del tiempo pasándolo mal, sufriendo por personas despreciables, llorando tras cada derrota.
Yo quiero vivir, yo quiero equivocarme y también quiero aprender, quiero soñar y luchar por lo que quiero. La vida es un instante y por ello hay que disfrutar de cada momento, sobre todo de esos pequeños detalles que son los que más valen.
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Amnesia [l.r.h.]
أدب الهواةSi no fuera por este chico de ojos gélidos, creo que hubiera preferido seguir durmiendo.