IV

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—Luke, ¿quedamos esta tarde para ir al cine? —Calum me pregunta aunque yo no contesto, absorto en mis pensamientos —. ¿Luke?

Brinco en mi sitio, despertando del trance en el que me había sumido. Calum suelta una pequeña risotada al ver mi reacción, pero se calma al verme fruncir el ceño.

—Lo siento, hoy no puedo Calum, ya te lo dije, tengo que ir a visitar a Madeline.

—¿Pero que tiene esa chica solitaria que solo tú vas a visitarla, si ni siquiera la conocías hace un año?

—Ni lo sé, ni sabría explicarlo.

Llevo cosa de medio año viéndola todos los días, llevándole películas y canciones, aunque ni si quiera sé si son de su estilo o tal vez las aborrece. Tal vez me aborrezca incluso a mí, que parezco un maníaco yendo a su habitación día sí y otro también para pasarme horas con su silenciosa compañía. Aún así, me gustaría que despertara y me dijera la triste noticia de que me odia por parecer un maldito acosador, a que yo siguiera haciéndole visitas sin un ápice de esperanza de que  abra los ojos algún día.

Quince minutos más tarde mi moto ya estaba en el aparcamiento del hospital y tras saludar al personal del hospital que nos encontrábamos por los pasillos —los cuales ya me conocen por sus usuales visitas a la misma chica —, entramos directos a su habitación. Por suerte, hasta las enfermeras y celadores más antipáticos ya me conocían y no intentaban asesinarme —o eso creo —con la mirada cada vez que pasaba por sus pasillos. Al final, pese al insistimoento de Calum por no querer venir, acabó cediendo.

—Calum, te presento a Madeline. Madeline, te presento a Calum.

—Ahora entiendo porqué te has enamorado de ella —Calum escupe en un claro momento de una no-comunicación-vía-boca-cerebro.

¿Enamorado? No, imposible. Es posible que me encontrara pensando en esta bella durmiente y en si con un beso despertaría, pero no creo que estuviera enamorado. Aún así, tampoco se lo negué. Entre estas y mis continuos pensamientos maquiavélicos de cómo poder asesinar a Calum con la almohada de al lado sin dejar pruebas, este miró su móvil y una mueca apareció en su cara.

—Luke, he de irme, Zoe quiere que vaya a su casa para ayudarla a decidir qué vestido se pone para la boda de su hermano. —suspira —. Chicas —me mira, en un intento fallido de indultarme —, en fin. Un placer haberte conocido, Madeline.

Besó su mejilla y salió corriendo de aquel cuarto corriendo, no sin antes hacerme un corte de mangas y  así dejarme solo de nuevo con esta chica.

Amnesia [l.r.h.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora