❝Capítulo 7❞

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Había pasado una semana.

Los pastos estaban verdes, hermosos y suaves al tacto. Obito estaba ahí, sentado, observando a lo lejos como los tortolitos de Sasori y Zetsu estaban de empalagosos bajo un árbol. Él, por su parte, se encontraba empujándose a sí mismo a terminar su reporte, se suponía que lo haría en la comodidad de su residencia, pero no, Zetsu le había arrastrado al parque con el pretexto de que necesitaba aire fresco y de que se sentiría más cómodo haciéndolo allí.

El azabache estaba algo solitario bajo la sombra, para su mala suerte, el escultor rubio tenía que entregar una de sus obras como prueba y no había podido acompañar al pelirrojo a su cita. Por ende, no podía hacerle compañía al Uchiha.

Ciertamente al peli-negro le apetecía hablar con Deidara, es decir, se había hecho la idea de que éste estaría de mal tercio junto a Sasori justo como él con Zetsu en cada ocasión. Pero no, parecía ser el único de sobra ese día.

Se sentía como en la canción "You, me and Steve".

Él era Steve.

Trató de centrarse en su laptop, dejando de lado eso. Se mantuvo firme ante su decisión y siguió escribiendo. Quería mantener el aire de formalidad en el reporte, pero siempre había algo que se sentía personal dentro del mismo. Suspiró, algo cansado. Eso quería Tsunade, que fuera abierto con todo, pero él no quería ser tan... expresivo. Quería que ella siguiera manteniendo distancia con su persona y lo viera como un estudiante cualquiera, como alguien ajeno. Sentía que la Senju quería saber más, indagar y desmenuzar sus capas. Pero Obito no quería eso, no le gustaba que su cosas salieran a luz. Porque bueno, era un introvertido que daba consejos pero no los seguía. Que pese a estudiar psicología y saber los pasos indicados, seguía negándose a buscar ayuda.

De repente sintió como alguien se sentaba a su lado, de manera lenta, miró a su costado, y una sudadera negra con rojo se dejó ver, junto con un cabello púrpura bastante brillante.

—Hola —Saludó la chica.

—Hola... —Contestó Obito.

Esa era Konan, una amiga muy íntima del azabache, no de manera sexual. Sino, como alguien que sabía todo lo que le había sucedido ya que, una noche de tragos y traumas compartidos pueden servir para conectar a las personas.

Ella era alguien que también había pasado por muchas cosas, por ello habían congeniado bien, solían hablar de vez en cuando. Fuera por WhatsApp u otro medio social o, de manera esporádica, en persona.

Konan tenía el cabello púrpura, muy bien cuidado y corto, junto con un moño y una rosa de papel de decoración. De ojos color miel, brillantes y vivos, pero que reflejaban dolor y angustia. Tenía un piercing bajo su labio inferior, y unas perforadoraciones en las orejas. Su piel era blanca como el papel, de personalidad y corazón puros, siempre amable pero reservada.

—¿Qué tal has estado? —Preguntó ella, recostando su espalda contra el árbol detrás de sí.

Obito se encogió de hombros.

—No lo sé, sobreviviendo, supongo —Respondió éste, sin ánimos.

—Uhm... ya veo. Creo que siempre nos mantenemos parejos ¿no?

—¿Estás igual?

—Al parecer sí —Konan espió la laptop del otro—. ¿Qué es eso?

—Un reporte, pero nada demasiado complicado —"Mentira" Pensó—. ¿Qué has estado haciendo?

—Bueno, justo ahora estoy terminando la carrera de arquitectura. Aunque eso ya lo sabías, en realidad, fuera de lo académico no tengo anda nuevo qué contar. ¿Y tú?

Psicología para Fracasados ϟ 𝐎𝐛𝐢𝐃𝐞𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora