❝Capítulo 12❞

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—Cuando dijiste que escuchabas de todo, no sabía que hasta le ibas a los vallenatos corta venas.

Zetsu miraba de manera extrañada al otro, el cual estaba tumbado en el sofá, con un pequeño radio que tenía conectado por medio de bluetooth a su celular. Llevaba como una hora escuchando música, tenía esa tarde libre, así que apenas terminó sus clases llegó a la residencia y se instaló en el mueble a escuchar todas las canciones que poseía.

—¡Fui cariñoso y me porté muy bien! —Cantó, y el peli-verde rodó los ojos viéndose ignorado por el otro. Se dirigió a la cocina a prepararse un pan con mortadela para su merienda de más tarde entre clases, dejando al Uchiha con su despecho—. ¡Si me llego a morir! ¡No la culpen a ella! ¡Culpen a mi corazón que se enamoró sin conocerla! —Escuchó que gritó Obito momentos después, haciéndose el dolido.

Zetsu guardó la comida en un tupperware y lo metió en su mochila, se colocó el bolso en el hombro y se dispuso a ir a la sala para tratar de hablar con el otro.

—¿No tenías que verte con Deidara hoy?

—¡Te hacen falta tantas noches en vela! ¡De esas que al doler sólo te hacen más fuerte! —Volvió a gritar, ahora cantando una canción de Morat.

—¡Obito!

El peli-negro salió de su trance, mirando al otro.

—¿Qué pasó? —Preguntó, poniendo la canción en pausa.

—Tres palabras: Deidara, salida, atrasado.

—¡Carajo! ¡La salida a la casa de Deidara! ¡Voy atrasado! —Gritó levantándose del sofá, cogiendo su bolso, su celular y la pequeña radio que tenía para luego salir disparado de la residencia, dejando a Zetsu parado en medio del sitio totalmente inmóvil.

—¡Se dice gracias, idiota! —Soltó con fuerza el Otsutsuki, aunque el otro ya no podía oírlo.

Obito corría por los pasillos, si se apuraba quizás podría tapar el problema del retraso... ¡Esperen! ¡Su motocicleta!

En ese momento recordó el dichoso transporte, y subiendo a ella -porque se encontraba en el estacionamiento olvidada, y no sabía si tenía gasolina siquiera-, la encendió -notando que aún tenía vida-, y se fue a la residencia del rubio posicionada en la academia.

Al llegar notó que varias de las estudiantes presentes le miraban, como solían hacerlo las de la universidad antes de acostumbrarse a su presencia. Era raro volver a recibir ese tipo de atención, llevaba tiempo sin que eso pasara. Pero bueno, les ignoró y siguió su camino hasta donde se encontraba la residencia de Deidara, según sus recuerdos creía estar en la puerta correcta.

Tocó tres veces, y cuando le abrieron se dió cuenta de su equivocación. Una chica de cabello café le miró de arriba abajo, con el ceño fruncido, para luego mostrar una media sonrisa.

—Yo... me equivoqué, perdón —Se disculpó Obito tratando de irse, pero la mujer le detuvo.

—Los errores no existen, según dicen por ahí.

"Otra vez no..." Pensó Tobi, no era la primera vez que le hacían esa clase de insinuaciones. Y era bastante incómodo.

—Sí, si existen —Argumentó soltándose del agarre de la chica—. Si me disculpa —Trató de irse, pero la joven se interpuso en su camino.

—Ay, vamos. No seas aburrido.

—¡Melody! ¡Déjalo, hm!

El azabache vio como el rubio se aproximaba a su dirección, con una cara enojada. Al estar frente a ambos se cruzó de brazos, y se veía a leguas que no le importaría que esa fuera una mujer, le daría un golpe de ser necesario.

Psicología para Fracasados ϟ 𝐎𝐛𝐢𝐃𝐞𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora