CAPÍTULO 22

291 43 0
                                    

Narra Jang-mi

Como es que reaccionas cuando el chico del que te has enamorado, te presenta, no solo a la “mejor amiga” de tu madre muerta, sino que también es la mujer que reanimo la sed de venganza por un padre que además es su jefe, el cual está “traicionando” por trabajar con nosotros.

— Pero mira lo guapa que te has puesto pequeña Rosa. — Hablo sin ningún titubeó. Parecía sorprendida y orgullosa.

— ¿Ustedes ya se conocían? — Sae-ro-yi nos miraba con obvia sorpresa.

— Ah, yo. — La verdad no tenía ni idea de cómo contestar esa pregunta. — ¿La conozco? — No supe qué decir. Fue lo primero que salió de mi boca.

— Sí, pero talvez no lo recuerdes. — Me miro comprensiva. — La última vez que nos vimos fue debido al funeral de tu madre. Debiste olvidarlo, no te culpo, estabas en un mal momento.

— Lo siento. — En serio se me daba mentir bastante bien.

— Te pareces demasiado a ella. Incluso en las disculpas innecesarias. — Era un poco incómodo el que me viera con tanta nostalgia. Aunque era comprensible, de alguien herede mi belleza y no fue exactamente de Dae-hee. — En fin. Soy Kang Min-jung. Supongo que Sae-ro-yi y nuestro querido Ho-jin te han contado sobre lo que hemos hecho.

— Oh, sí. Estoy informada de todo.

— Ella es quien me ha ayudado bastante con el bar. — Sae-ro-yi me dio el crédito, aunque jamás se lo pedía, algo que era bastante importante mi, es el hecho de que él jamás se ha adjudicado algo que no hizo o al menos no él solo.

— Sí, lo vi en tus reportes contables. — Habíamos comenzado a caminar.

— ¿Ho-jin se los mostró?

— Yo se los pedí. La verdad estás haciendo un gran trabajo. — Miraba al frente sin ningún rastro de inseguridad o desconfianza. — Si te soy sincera, no creí que fueras a hacer esto. Cuando te dije lo de aquella vez, supuse que solo armarías un escándalo para que el presidente Jang se retorciera un poco. — Soltó una risa. — Pero esto. No solo lograste golpearlo a él, sino también a Geun-won.

— Bueno, no es difícil hacerlo tambalear. Su ego ciega su convicción.

— No me refería a su ego, es un idiota, cualquiera lo hace tambalear. Me refiero a su lugar en la empresa.

— ¿Qué? — Estaba bastante confundida.

No entendía lo que trataba de decirme exactamente. La última vez que lo vi considero que quedó más que claro el desprecio mutuo que nos teníamos. Lo último que Dae-hee querría es tenerme en su empresa.

— ¿No se lo dijiste? — Miro a Sae-ro-yi quien parecía querer irse volando de ahí.

— No lo vi necesario.

— ¿Decirme qué? — Los miré a ambos. — ¿Algo que deba saber Sae-ro-yi?

— Dae-hee buscaba un beneficio para dejarnos el restaurante.

— Sí, a Geun-soo. Pensé que eso ya estaba resuelto.

— Él no quería a Geun-soo, te quería a ti de su lado. Sabe que has ayudado a que el bar sea lo que es ahora. Las finanzas, incluso las cosas legales.

— ¿Por qué no me lo dijiste? — Lo mire un poco molesta. — Creí que nos decíamos todo.

— Esto no era necesario.

— ¿Desde cuándo? — Me sentía ofendida. — Desde cuándo me ocultas estas cosas.

— Solo ha sido esta vez. Lo siento, pero no entiendo tu molestia.

Itaewon ClassDonde viven las historias. Descúbrelo ahora