—Me tomó por sorpresa, —veo la confusión en su rostro, así que procedo a explicarme—, probablemente no lo recuerdes, estoy hablando de algo sin importancia; pero, años antes, cuando acabábamos de conocernos, te busqué porque quería preguntarte si querías ver la luna rosada conmigo, —todavía se ve un poco confundido, así que prosigo—, ver a Leia me puso nerviosa, pensé que era tu novia y lo mejor que pude hacer fue preguntar por Connor. —Sonríe—. No sé por qué estoy hablando de esto ahora, pero creo que era necesario.Estamos sentados en la alfombra frente a la chimenea eléctrica disfrutando de nuestro café, pues tan pronto cómo cambié mis zapatos y entré a su apartamento, pude ver las gotas de lluvia golpeando el cristal. Esto es lo que nos obligó a permanecer aquí y a mí, a preparar una de las pocas cosas que se me dan bien en la cocina: el café instantáneo.
Dasom como siempre optó por café helado, no importa que tan frío sea el día, esa siempre será su opción. En mi caso, no me gustan las comidas o bebidas muy calientes ni muy frías, las disfruto más en un punto medio.
—También creo que era necesario, el problema es que ahora me genera otra duda y espero no tener que esperar tres años para conocer la respuesta. —No nota mi confusión y toma de su vaso antes de proseguir—, ¿cuándo empezaste a sentirte atraída por mí?
—No creo que eso sea necesario, —me giro hacia el fuego un poco nerviosa y tomo café.
Dasom ha permanecido en mi mente desde el momento en que se sentó frente a mí, desde que sus ojos rasgados me miraron fijamente y sus labios rosados me regalaron una sonrisa.
—Tú me gustas desde que te vi por primera vez.—quiero ver la expresión en su rostro al decir eso, pero no puedo mirarlo o notará lo nerviosa que estoy—. Recuerdo el día que Connor me pidió acompañarlo a la cita a ciegas que habías planeado para él, me dijo que si no se sentía cómodo yo debía salvarlo justificando que debíamos estudiar. —Sonrío—. Fue ese día en el que me senté frente a ti y vi la luna que habías pintado en tu teléfono. Recuerdo tu mirada de sorpresa aquel día, tu cabello oscuro caía sobre tus hombros en dos bonitas trenzas. Tenías los audífonos puestos, pensé que no ibas a escucharme, pero lo hiciste y tus labios gruesos se abrieron en lo que creo yo, fue confusión.
—¿Te gusté desde aquel momento? —«¿Nos gustamos el uno al otro mismo día?».
Asiente.
—Te había visto antes, pero nunca desde tan cerca. Sabía mucho de ti, pues, entre Connor, tu hermano y mi hermana, había escuchado miles de historias, siendo las de Connor las más divertidas. —confiesa en medio de risas—. Ese primer día que estuvimos de frente se sintió como que te conocía desde siempre, no sé si te sentiste igual, después de todo, siempre te ha encantado la luna.
—Que tu apellido sea Moon, no quiere decir que ibas que gustarme, —él reprime una sonrisa y continúa en silencio. La lluvia se detiene poco después y aprovecho para despedirme de Dasom e irme a casa.
Durante mi trayecto pienso en cada uno de los momentos que compartimos hoy y sonrío al recordar su confesión; le gusté desde la primera vez que hablamos.
Son las nueve y quince de la mañana y Connor aún no responde el mensaje que le envié a las siete. No quiero imaginarme su resaca, supongo que la fiesta de la noche anterior fue de maravilla, ya que esta mañana no llegó a nuestro entrenamiento.
—¿Crees que podamos servir otro tipo de proteína en la recepción de la boda? Recuerdo que dijiste que sería salmón, pero es muy costoso y no quiero aprovecharme de la ayuda de tu padre —sonrío ante su sugerencia y con delicadeza toco sus manos captando su atención.
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Olvidando a Dasom Moon
Teen FictionAyla cuenta con una familia amorosa que la apoya en cada decisión de su vida, incluso en las malas. El dolor y los secretos la han orillado a tomar la peor decisión, aunque, todavía puede retractarse. Pero primero, necesita sanar todo aquello que l...