-¿¡Dónde está Dasom!? ¿¡Dónde está mi esposo!? -El pánico me inunda al no poder encontrarlo a mi alrededor y la máquina que monitorea mi pulso empieza a acelerar su ritmo. Una enfermera corre hacia mí para tranquilizarme mientras las lágrimas empiezan a correr por mis mejillas; «estoy asustada».-Pronto podrás verlo, pero debes tranquilizarte. Respira conmigo... -empieza a respirar de forma pausada y trato de seguirla, pero mis pensamientos están enfocados en encontrar a mi esposo. Finalmente, veo a Dasom caminar en mi dirección y mi cuerpo se relaja rápidamente-. ¿Ves? Te dije que estaría aquí pronto.
«Te necesito Dasom. No puedo hacer esto sola».
Asiento repetitivamente, manteniendo mi vista en el hombre que se detiene a mi lado. Sonrío al ver que tiene puesto un gorro azul que cubre su cabello y una bata de igual color junto con guantes de látex. Se quita la mascarilla un segundo para besarme y después toma mi mano.
-Aquí estoy, mi amor, siempre a tu lado -asiento-. Eres muy valiente y fuerte, -acaricia mi rostro-. Te ves increíblemente hermosa, ¿sabes? -Besa mi frente y sonríe. Sé que está tratando de distraerme y no se imagina cuánto le agradezco por ello-. No creo que nadie se vea tan perfecta durante el parto como tú.
Continúa hablando y tan solo minutos después escuchamos un llanto agudo que capta nuestra atención y hace que guarde silencio. Una de las enfermeras se acerca a nosotros con la pequeña bebé en brazos y mis ojos se llenan de lágrimas mientras la deposita en los brazos de Dasom, al mismo tiempo que un segundo llanto se escucha.
«Nuestras hijas están aquí».
-Lo hiciste Ayla... -una de las obstetras se acerca con la otra bebé y dejo las lágrimas correr por mis mejillas. Dasom hace igual-. Lo hiciste...
Sollozamos de felicidad mientras vemos tan hermosos ángeles y cuando cierro los ojos, agradezco profundamente a Dios por permitirme vivir este momento.
Dasom y yo no apartamos la vista de las cunas que protegen a nuestras pequeñas, para nosotros tenerlas es un verdadero milagro. Terminan el procedimiento y retiran la cortina que tenía en frente; poco después proceden a explicarme cómo alimentarlas. Dasom me ayuda a sostener una de las pequeñas pegadas a mi pecho y yo sostengo la otra.
No podemos parar de mirarlas como lo que son, nuestro tesoro más preciado.
Este embarazo no fue una sorpresa para ninguno de nosotros, pero sí para nuestras familias.
Tan solo un año después de la boda, decidimos que podíamos intentarlo aún estando asustados, recordando que lo mejor es no tener expectativas altas, pero orando para que todo marchara bien.
Fuimos a una buena obstetricia, le contamos lo ocurrido previamente y ella nos explicó que el número de mujeres que sufren abortos espontáneos en su primer embarazo es más alto de lo que pensamos, y nos explicó que esto no determina el éxito o fracaso de un futuro embarazo.
Me prescribió un par de vitaminas y nos aconsejó que tomáramos las cosas con calma. No hizo saber que el estrés y la presión son los peores aliados a la hora de buscar un bebé.
«Solo teníamos que tener fe, y dejarlo fluir».
Esta vez Dasom fue quien sospechó primero. Menos de cuatro meses después de nuestra consulta, Dasom ya estaba teniendo algunos síntomas que lo llevaron a la conclusión de que podíamos estar en la dulce espera.
Él estaba experimentando náuseas matutinas y una clara aversión al pescado crudo, síntoma que le dificultaban su trabajo. Yo no estaba sintiendo nada más que una constante necesidad de ir al baño, pero lo relacionaba con la cantidad de agua que estaba tomando al día.
Aunque tenía sospechas, evitó mencionarlo. Un día, cuando estaba cocinando algo para mí, no pudo continuar debido a que las náuseas fueron tan intensas que terminó vomitando hasta tener el estómago vacío. No me encontraba al tanto de náuseas en el trabajo y pensé que podía haberse intoxicado con algo, por lo que le aconsejé ir al doctor. Por supuesto que Dasom se negó y me dijo que, sin tener expectativas de nada, me realizara una prueba de embarazo.
Estoy segura de que él pudo ver el pánico en mi mirada, porque inmediatamente tomó mi mano mientras me decía que todo estaba bien.
No tengo ni idea por cuánto tiempo estuvo teniendo esos síntomas, pero ya había comprado dos pruebas y las tenía en su auto en una bolsa. Ese día iba a pedirme que me las realizara.
Recuerdo que dejé las pruebas sobre la bañera y le permití a Dasom entrar para que fuera él quien viera el resultado primero. Se arrodilló junto a la bañera, en la que parecía una espera eterna. Sus manos estaban frías, pero se veía tranquilo. Sostuvo mis manos cada segundo, esperando para saber si estaba en lo correcto o no.
Cuando el temporizador nos hizo saber que ya era tiempo, Dasom observó cada una de las pruebas y se acercó para besarme sin decir nada. La decepción y dolor en mi corazón al pensar que el resultado era negativo era difícil de ocultar, pero no duró mucho.
-Espero que las náuseas no estén presentes durante los meses restantes, eso me dificultaría mucho mi trabajo.
No podía creerlo. Mi mente no podía creerlo, pero había dos pruebas para comprobarlo. Recuerdo su sonrisa tratando de reconfortarme, pero podía ver sus ojos cristalinos que; «estaba tan asustado como yo».
Teniendo ya conocimiento del nuevo embarazo y sin poder superar totalmente el trauma del anterior, cada día me despertaba llena de incertidumbre y cada noche me iba a dormir con temor de que aquel suceso se repitiera.
Dasom no lo decía, pero podía ver que también la estaba pasando mal. Siempre se dormía después de mí y dormía tan ligero que a veces en las madrugadas despertaba para ir al baño y él inmediatamente se sentaba en la cama asustado, preguntándome si todo estaba bien.
La primera ecografía nos trajo una nueva noticia: habíamos sido bendecidos con gemelos, aún más atemorizante, si teníamos conocimiento de que los embarazos múltiples tienen un porcentaje de riesgo incluso más alto.
Nuestro día a día estaba lleno de un sentimiento agridulce.
Queríamos esperar al menos hasta la semana veintidós para decirle a nuestra familia, pero en cuanto tuvimos la primera ecografía, mi vientre se hizo notorio y no podía ser ocultado tan fácilmente. Nuestras familias estaban felices y, contrario a nosotros, ellos tenían fe total en que sería un embarazo exitoso.
Estaban seguros de que estábamos esperando nuestros bebés arcoíris.
Una de las enfermeras se acerca a nosotros para asegurarse de que todo está bien y aprovechando que ambas están dormidas, Dasom se quita los guantes y el tapabocas para después entregarle su teléfono y pedirle que nos tome una fotografía.
Le regresa a Dasom su teléfono y nos deja solos.
-Están con nosotros, Dasom -no hemos parado de derramar lágrimas de emoción desde que las escuchamos llorar. La felicidad que estamos sintiendo ahora mismo no cabe en nuestro pecho.
Seis años después de conocernos y de experimentar el amor a primera vista.
Cinco años después de que el miedo me hiciera, tomar una decisión que nos llevó a ambos a vivir infelices e incompletos por años.
Tres años después de que nos reencontráramos, con futuros que nos separaban, pero sentimientos y recuerdos que nos mantenían unidos.
Después de que me dije a mí misma, que lo mejor era si trataba de olvidarlo, una vez más, me enamoré de Dasom.
Y ahora me enamoro de nuestras hermosas hijas. Mirándolas agradezco, el no haber podido olvidar a Dasom Moon.
-Liv y Selene Moon -dice y acercándose para besarme. Sonrío-. Ahora hay dos sonrisas más que me roban el aliento-. Te amo, Ayla.
- Te amo Dasom.
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Olvidando a Dasom Moon
Teen FictionAyla cuenta con una familia amorosa que la apoya en cada decisión de su vida, incluso en las malas. El dolor y los secretos la han orillado a tomar la peor decisión, aunque, todavía puede retractarse. Pero primero, necesita sanar todo aquello que l...