—Es un arte increíble, —observo a mi alrededor cautivada por el talento de las personas que se encargaron de hacer semejantes obras.—Concuerdo contigo. Veo que estás disfrutándolo, te dije que te gustaría el museo, —besa mi mejilla y toma mi mano para seguir avanzando.
—No puedo creer lo suave y delicada que puede lucir la roca cuando las manos correctas hacen magia.
—Querrás decir cuando alguien con talento la talla, magia es un truco barato, ese que ves en los circos. Esto es talento y trabajo duro, recuerda, no importa que tan talentoso seas, si no eres disciplinado no llegarás a nada, —explica. Guardo silencio evitando exponer mi punto de vista, respeto su pensamiento, pero no cambiaré el mío. Tiene razón cuando habla de la disciplina; pero, cada día, la vida me da razones para creer en la magia—. Nos queda una obra más y después podemos ir a comer algo.
—Suena bien, ¿qué comida tienes en mente? —pregunto por cortesía, sé que eligiera una casa de carnes.
—Puede ser una casa de carnes, —sonrío—. Debo preparar la agenda y los portafolios de esta semana. Discúlpame por el poco tiempo que paso contigo; pero, últimamente, estoy lleno de trabajo y sabes que me gusta la eficiencia, —explica mientras avanzamos mirando los cuadros.
Siempre he tenido claro que el trabajo es una prioridad para Erik, lo dijo desde que nos conocimos y me lo ha demostrado cada día. Contrario a lo que se podría pensar por su forma de actuar, sé que soy importante para él.
La última obra se llama "falso amor". En ella se puede apreciar el rostro de una mujer levemente inclinado y con unas cuantas lágrimas derramadas, al igual que ojos llorosos, se puede plasmar el dolor.
Desearía regresar al tiempo en que lo veía de lejos con curiosidad, cuando no disfrutaba mirarlo, y no me sentía atraída por él.
Desde que hablamos frente a su casillero hace casi una semana no hemos vuelto a entablar una conversación, solo una vez nos encontramos frente a frente; aunque, por un segundo, creí que iba a decir algo, solo inclinó su cabeza para saludar y siguió su camino. Desde entonces ha estado evitándome, al igual que yo.
Sigo observándolo desde la distancia, lo hago tan seguido que he memorizado muchos de sus gestos, aun sin poder decidir cuál es mi favorito; tal vez cómo muerde el interior de sus mejillas mientras lee, lo mucho que toca su frente cuando parece pensar, la forma en la que aprieta sus labios cuando algo no le gusta, o como sonríe cuando escucha música.
Cada día se ve igual de tranquilo, con un aspecto taciturno que confirma lo que dijo antes, no sonríe mucho; sin embargo, hoy se ve diferente. Su mirada se ve triste y no ha tocado su comida o empezado a leer su libro, Connor lleva minutos hablando con él, pero parece no darle importancia, hasta que el rubio lo rodea con su brazo y despeina su cabello. Dasom sonríe, pero no parece dejar de pensar en lo que lo atormenta, baja la mirada aún sonriente y como si sintiera la mía, gira su rostro en mi dirección.
Su sonrisa se ensancha y yo, nerviosa al haber sido atrapada, me disculpo con Susan y salgo de la cafetería.
Camino hacia mi salón de clases, pero me detengo al ver a Leia sentada a la sombra de un árbol afuera del campus. Su nariz está roja, al igual que sus mejillas que se encuentran empapadas por las lágrimas que bajan por estas. Me acerco a ella genuinamente preocupada por su estado y ella levanta la vista cuando me detengo justo en frente.
—¿Estás bien? —pregunto arrodillándome para quedar a su nivel, sus ojos avellana están rojos y levemente inflamados, limpia sus mejillas con rapidez tratando de ocultar lo obvio, suspira.
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Olvidando a Dasom Moon
Ficção AdolescenteAyla cuenta con una familia amorosa que la apoya en cada decisión de su vida, incluso en las malas. El dolor y los secretos la han orillado a tomar la peor decisión, aunque, todavía puede retractarse. Pero primero, necesita sanar todo aquello que l...