Inicio

4.2K 354 93
                                    

Las personas murmuraban y sonreían al verlo caminar. Las chicas se sonrojan cuando sonríe, los chicos se acercaban para ser sus amigos y ganar popularidad. Los profesores lo adoraban por sus notas, su desempeño era bueno y enorgullece a sus padres.

Lo tenía todo; pero entonces, ¿por qué se sentía tan vacío?

Spreen Buhajeruk era el chico cliché sacado de una novela. Popular, atlético, carismático, tímido, sin meterse en líos, educado, amigable, inteligente, con buen desempeño académico, y demás virtudes.

Spreen era popular en su preparatoria, siendo de segundo año, pero tenía a toda la institución ganada.

Sin embargo, y pese a tenerlo todo, había algo vacío en su vida.

Había un hueco que no podía ser llenado por notas, amigos, o halagos. Era un vacío profundo y del cual no tenía conocimiento alguno.

—. ¿Iremos a los juegos? - pregunta uno de sus compañeros, sonriéndole.

—. Hoy no, chicos. No me apetece. Vayamos a comer - responde, sonriendo.

Se levantó y salió del salón, finalizando las clases de ese día.

Tenía dieciséis años, casi diecisiete, pero se sentía agobiado con toda la gente que lo rodeaba.

Se mantenía de ese modo por su padre, un empresario magnate de los negocios y del cual apenas sabía su edad. Necesitaba mantenerlo orgulloso para seguir siendo "beneficiado" de la fortuna y herencia familiar.

Suspiró pesado mientras caminaba con su grupo de amigos concurrido, estresado y decaído, aunque nadie se daría cuenta por su sonrisa habitual.

Mientras caminaban, pasaron por varios pasillos, hasta que al cruzar uno, comenzó a escuchar una suave melodía.

Pasaron frente a un salón, donde al mirar hacia dentro detuvo sus pasos, quedándose estático al verlo.

Un chico de primer año, tocando con tanto talento y naturaleza aquel violín, creando suaves melodías y dulces sinfonías.

Sabía que miró por más tiempo de lo necesario, ya que sus amigos lo tomaron por la espalda y lo obligaron a caminar, continuando con su charla como si no hubiera pasado nada.

Al día siguiente, terminó las clases y se apresuró en tomar sus cosas y salir del salón, dejando de lado a sus amigos, sólo necesitaba ir al salón del día anterior.

Cuando se acercó al pasillo, la melodía se hizo presente nuevamente.

Caminó despacio, con sigilo. Como si no quisiera ahuyentar al causante de semejante placer auditivo.

Abrió el salón con cuidado y lo miró con detalle, aquel chico parado, viendo a la ventana mientras sus pies danzaban y sus manos creaban música con el instrumento.

Estaba fascinado, como si su alma fuera rejuvenecida y su garganta por fin sintiera el agua. Todo a su alrededor se quedó tranquilo, hasta que la melodía terminó y lo vio suspirar.

Estaba indeciso si hablarle o no, pero decidió marcharse. Sentía nervios de lidiar con él, pese a que sabía modularse bien con multitudes, sentía que hablar con aquel chico le haría equivocarse más veces de las debidas.

Al día siguiente, quiso volver a aquel salón, pero ese día estuvo vacío.

—. Hey, Spreen. ¿Por qué te escapas últimamente? - pregunta uno de sus amigos, abrazándolo por los hombros.

El pelinegro no respondió, siguiendo nada más a sus amigos mientras ellos platicaban sobre las prácticas de fútbol.

Se sentía algo deprimido por no poder escuchar a aquel chico, pero se sorprendió al toparse con él. Aquel chico iba caminando delante de ellos, con su mochila negra, una gorra beanie en su cabeza, unos lentes, y su estuche de violín.

Llevaba el mismo uniforme que todos, pero por alguna razón, sentía que se veía mejor en él.

Sonrió al verlo, imaginando el recuerdo de su melodía.

Ahora, cada vez que se topara con él, pensaría que su simple existencia era una sonata. Dulce y tranquila, tan apacible como el lago y tan sonora como un canto.

—. ¡Hey, Quackity! - llamaron unos chicos, subidos en un auto.

El chico frente a él corrió hacia ellos, saludando y sonriendo.

Ahora sabía su nombre, y sentía que sonaba igual de afable que sus melodías.

Ahora sabía su nombre, y sentía que sonaba igual de afable que sus melodías

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Se me antojó hacer una historia fluff, así toda acaramelada y dulce. Sólo porque ya salió la segunda temporada de heartstopper y ando re-happy por eso. Es que les tengo envidia mien, lptm, yo también quiero enamorarme y que se enamoren de mí, así bien bonito bien dulce. 

Chin, al menos ojala y mi romance adolescente sea con un alien y me regale los anillos de saturno. Al chile yo si le entro, digo, con peores cosas puedo estar, como un man hetero sis que no quiere a su mamá.  

En fin, espero hayan disfrutado y pasen feliz noche, nos vemos ;)

My Boy - SpreeckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora