Quedarse

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Sus manos temblaban, se sentía impresionado, estupefacto, no lograba comprender del todo lo que sucedía.

—. Hola, pequeño patito - la voz gruesa y masculina lo desconcertó aún más.

Sentía que estaba alucinando, y lo único que escuchaba era a las personas de fondo hablar y murmurar sobre su comportamiento.

—. Y-yo - tartamudea, sintiéndose ajeno a su mundo.

Lo último que vió fueron esos ojos amatistas fijos en su cuerpo. [...]

—. ¿Cómo es posible? - pregunta exaltado, un hombre de cabellos oscuros canosos y ojos amatistas.

—. Se llama estudiar duro. Tú dijiste que me apresurara, por lo que ya terminé todo y he venido por él - responde un joven de cabellos azabaches, con ojos amatistas y un cuerpo adulto.

—. ¡Pero se supone que te falta un año más! - dice el hombre mayor.

—. ¿Sabes lo qué es "salto de grado"? Bueno, soy un genio para los negocios. Mi empresa fantasma triunfó gracias a mí, mis pasantías fueron de excelente desempeño y me gradué con honores - le responde, sonriente.

Spreen se sentía orgulloso de haberse graduado un año antes de lo esperado, así podría ver antes a su amado.

—. Bien, tengo que ir a recoger al pequeño pato, ¿cuándo vienes? - pregunta.

—. Ya estoy aquí, iré a recogerlo yo, no te molestes - sin más, Spreen colgó la llamada y subió al auto —. A la Universidad de la Avenida Pinos, por favor.

Su chofer obedeció, conduciendo hacia la dirección que le había dicho.

Spreen mentiría si dijera que no se sentía nervioso, porque realmente estaba siendo comido por los nervios y la ansiedad. ¿Qué pensará Quackity al verlo? ¿Hizo mal en no avisar? ¿Olía bien? Muchas dudas innecesarias surgían por su mente, haciéndolo sentir agobiado.

—. Hemos llegado, mi señor - avisa el chofer, estacionando frente a la universidad.

Algunas personas pasaban de largo sin darle tanta importancia, mientras que otras se quedaban viendo el auto como si lo reconocieran. Ahí se dio cuenta que todos conocían al señor Buhajeruk por ser el encargado de Quackity, por cuidarlo, patrocinar su carrera, recogerlo, y hacer cualquier cosa por él.

Aunque sea su padre, y sepa que no tiene interés amoroso en Quackity, aun así sentía celos por él. Porque incluso quién lo odio pudo estar en los mejores y peores triunfos de quién él más amó.

Su frustración fue borrada al ver que un chico de cabellos negros y preciosos ojos azules se dirigía hacia él, mentiría si digera que no le enfadaba que sonriera por reconocer el auto de su padre.

Unos pequeños toques en el vidrio lo hicieron sonreír, sabiendo que era el momento para dejarse ver.

Al bajar el vidrio, la sonrisa de aquel chico risueño se borró, dejándolo ver pálido.

Se sintió ansioso por un momento, porque en definitiva no esperaba esa reacción, y que cayera al suelo desmayado mucho menos.

Con ayuda del chofer logró bajar para auxiliarlo, y mientras el chofer lo subía al coche, él marcó el número de su padre.

—. ¿Qué sucedió? ¿Lo mataste? - la voz burlona de su padre le dio coraje.

—. ¿Sabías cómo iba a reaccionar o qué? - pregunta, hablando entre dientes.

—. ¿No era obvio? Te ha amado y esperado por cuatro años y pico, ¿crees que no se sorprendería si te ve de la nada frente a su universidad? Era obvio, pero no diré más, al final, ¿quién se graduó con honores? - las burlas de su padre sólo empeoraba su sentimiento.

—. ¿Qué hago? - pregunta, dejando todo su orgullo para recurrir a su padre.

—. ¿Sufres retraso? ¿O se te olvidó el sentido común al aprender cosas en Coreano? Es obvio, lleválo a un hospital y haz que descanse, últimamente se ocupa demasiado - le responde, chasqueo la lengua enfadado, y antes de colgar su padre habló —. Cuídalo hasta las seis, a esa hora tiene una cena importante con unos patrocinadores extranjeros.

La llamada finalizó sin que le diera tiempo para poder decir algo más.

Suspiró profundo y volvió a subir al auto junto al chofer, ignorando el centenar de fotos que fueron tomadas en esos momentos.

Al llegar al hospital, dejó en mano de los doctores a su amado y fue a comprar café. Regresó al hospital con panes dulces y el café preferido de Quackity, esperó en la habitación mientras revisaba las redes sociales y bebía un café.

Se dio cuenta que realmente Quackity era conocido en todos lados, y que quizá hizo mal en llevarlo a un hospital privado muy conocido delante de muchos civiles, ya que no tardó en encontrar publicaciones donde hacían teorías de quién y por qué lo llevaba a dicho hospital.

—. ¿En serio eres tú? - la voz lo sacó de sus pensamientos, haciéndolo posar su mirada en los ojos azul cielo que lo miraban a él.

Se paró de su puesto como impulso, notando lo brusco que fue en sus movimientos.

—. Lo siento, yo no esperaba que reaccionaras así - dice, nervioso.

Spreen terminó agachando la mirada, intimidado por sus propios pensamientos. Se sentía ansioso y sus manos sudaban frío, no pudo evitar morderse el labio ante los nervios.

—. Yo... - la voz temblorosa y quebrada hizo que volviera a alzar el rostro, mirándolo con miedo, pero cambiando inmediatamente a un sentimiento cálido al ver la misma sonrisa que siempre fue dedicada a él —. Te extrañé muchísimo.

No pudo evitar acercarse para abrazarlo, aferrándose a él como si no quisiera volver a marcharse. Ni siquiera se dio cuenta cuando las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas, ni cuando su pecho comenzó a alterarse, sólo sintió el cálido aroma de Quackity abrazando su sufrimiento, apagando su hirviente calor con suaves besos.

No quería soltarlo, definitivamente no podía volver a pasar por lo mismo.

—. Yo también te extrañé, te extrañé tanto que quise tirar todo para volver por ti - responde, subiéndose en la camilla hasta quedar acurrucado entre los brazos contrarios —. Perdóname por dejarte, perdóname por no estar siempre para ti, perdóname, por favor. Te amo, te amo tanto que quiero volver a conocerte, quiero ver a la persona que ahora eres, quiero ver tu éxito y tu fracaso. Amado mío, déjame estar contigo.

Suspiró profundo al sentirse ahogado por su llanto, dejando que la cálida mano acaricie sus cabellos y lo calmara.

—. Amado mío, nunca dejaste de ser mi amado, por ello quédate a mi lado, seamos uno como ninguno - le respondió en tono suave, tan quebrado como sus ojos en esos momentos.

Spreen no pudo evitar sollozar, como aquel adolescente que corría a sus brazos cada que tenía problemas con su papá, refugiándose en la única persona que lo consolaba en el amargo frío.

No necesitaba nada más que a Quackity, y Quackity no necesitaba nada más que a Spreen; se necesitaban mutuamente y no por dependencia, porque pudieron hacer sus vidas y conocer a más personas sin olvidarse del otro. Ellos simplemente eran imanes en un mundo lleno de metales, podrían pegarse a cualquiera y no se atraerán como lo hacen entre ellos.







Perdón por no actualizar ayer, pero neta que ayer me morí de sueño, literalmente. Esto de querer llevar buenas notas no me está gustando, literalmente anduve con dos horas de sueño y una chocolatina en el estómago como comida, desde las siete de la mañana hasta las tres que pude comer porque ya tenía todo hecho de mis tareas y mis clases (de forma puntual y obviamente con 10, pude entregar todo otro día pero quise que fuera de inmediato por golosa).

Puro 10, pero ¿a qué costo? 

En fin, espero hayan disfrutado y pasen feliz noche, nos vemos ;)

My Boy - SpreeckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora