Choque de mundos

2.1K 340 89
                                    


Spreen se reunió con sus amigos, estando los tres en un silencio súbito.

—. Bien, yo empiezo - dice Robleis, dando apertura al tema —. A ti ¿te gustan los hombres?

La pregunta lo sorprendió, no esperaba ese tipo de interrogatorio.

Iba a negarlo, hasta que recordó a Quackity y dudó. Le gustaba su físico masculino, esas piernas ejercitadas y esas manos con venas, como esa mandíbula definida y esos ojos rasgados. Le encantaba su aroma a loción masculina y el champú de fresas que probablemente era de su madre.

No importaba cómo lo pensará, se sentía atraído física y emocionalmente por un hombre.

—. Sí - respondió, asintiendo.

—. Y ¿sales con Quackity? - pregunta Carre, ahí comprendió el por qué del tema.

—. No, o algo así, es como una etapa de cortejo - responde.

—. Y ¿él sabe que lo estás cortejando? - pregunta Robleis, a lo que él negó.

Nunca fue claro o directo con lo que quería, pensaba tratarlo lindo y ser seductor, hasta que él se diera cuenta y se declara o lo hiciera declararse por algún tema indirecto.

—. No creo, pero beso mi mejilla y mi frente - responde, sintiéndose orgulloso.

Robleis suspiró, asintiendo.

—. Bien, para conquistar el corazón de un hombre, debes ser amigable, como un bro - dice, aconsejando.

Podría creerle, de no ser porque sabía que todas sus relaciones habían fracasado.

Fingió aprender, asintiendo.

—. Olvidalo, sé tú mismo - interrumpe Carre, palmeando la espalda de Robleis —. Quién te ama te amará tal cual eres. Excepto si sos una mierda, ahí es mejor que te deje y no pongas esa frase que acabo de decir como una excusa de tu estupidez.

Se rió por las palabras de su amigo, asintiendo.

—. Gracias, chicos. De verdad que son lo mejor - dice, sonriente.

—. Hey, para eso son los amigos - dice Robleis, chocando los puños con Spreen.

—. Luego me invitan a la boda - dice Carre, chocando sus puños también.

Spreen asintió, contento.

No regresó a casa con Quackity, pero sí con sus dos mejores amigos.

—. Y ¿qué harás con tu padre? - pregunta Carre, preocupado.

Podrían evitar el tema y no arruinar el ambiente, pero era necesario hablar de lo inevitable, y eso es el hecho de que el padre de Spreen era un hijo de puta temperamental.

—. No lo sé, probablemente no le diga nada y le mienta diciendo que comencé a salir con una piba - respondió, continuando con su camino.

—. Como quieras, nosotros te cubrimos - responde Robleis.

—. Si nos pregunta cómo se llama tu señora, ¿deberíamos decir "Quackity" o "Ramona"? - pregunta Carre, intrigado.

—. ¿Por qué Ramona? Flora queda mejor - ofrece Robleis.

—. ¿Flora? ¿Qué es? ¿Una mujer o la pachamama? - se burla de Robleis.

Spreen sonrió por los comentarios de sus amigos. Nunca dudo en que lo apoyan, pero esperaba decirles cuando lo de Quackity fuera algo más serio.

Al día siguiente, Quackity volvió a buscarlo en el receso de la mañana y se fue con él obedientemente.

El menor le hizo entrega un recipiente de hotcakes con nutella y fresas, junto a un termo con café.

Disfrutó esa comida lo mejor que pudo, sintiéndose satisfecho a más no poder.

—. Dios, estuvo delicioso - exclamó, gimiendo al recordar ese desayuno en su paladar —. ¿Dónde lo compraste? Necesito comer eso todos los días.

—. Yo los preparé - revela, sorprendiéndolo.

—. ¿Tú los hiciste? - pregunta, recibiendo un asentimiento como respuesta —. Wow, cocinas delicioso. Me siento afortunado de que los hayas preparado para mí.

Quackity desvió el rostro, avergonzado.

—. Es porque me cae bien - dice, jugueteando con su camisa.

Sonríe al ver su nerviosismo, acercándose para estar cerca de su rostro.

—. Quackity, mírame - pide, y el menor cumple.

Ambos se miraron a los ojos, sintiéndose de la misma forma que el otro.

—. Yo, ¿puedo besar tus labios? - pregunta, nervioso y sintiendo que su corazón se acelera.

Quackity podía negarse y dejar de hablarle, así cómo podía corresponder y dar un nuevo paso.

El menor asintió, sintiéndose igual de nervioso que Spreen.

El mayor se acomodó para acercarse lentamente, viendo como Quackity apretaba sus ojos con fuerza y sus labios se fruncen. Quería burlarse, pero él se siente igual de nervioso.

Cerró sus ojos con la misma fuerza y posó un delicado beso sobre sus labios, apenas siendo un beso fugaz, siendo un roce delicado.

Fue vago, simple, tan sencillo que podían decir que nunca pasó; pero para ellos ese fue el choque entre sus dos mundos.

El sonido del timbre los sacó de su ensoñación, haciéndolos levantar del suelo y arreglar todo, para luego despedirse e ir cada uno a su salón de clases.

Aún yendo por caminos separados, sus corazones siguen latiendo al mismo ritmo. Porque incluso en la distancia, seguían pensando en el otro y sintiéndose igual. 

My Boy - SpreeckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora