El ahora

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Los siguientes días trataron de transcurrir con normalidad, aunque ambos sabían que no se podría.

Spreen se sentía desesperado ante el cambio. Quackity no cambió su comportamiento, seguía siendo y hablando igual, pero él sentía que no era lo mismo.

Los ojos de Quackity reflejaban la misma preocupación que él sentía en su corazón. Luego de esos cinco meses de noviazgo y tres meses de conocerse como amigos, habían comenzado su último año en preparatoria, y ambos sabían que después de ese tiempo tendrían que despedirse.

—. Estuve leyendo varios libros sobre despedidas y afrontamiento a grandes cambios, dicen que las despedidas no siempre deben ser un adiós y que siempre existe la posibilidad de un nuevo comienzo - dice Quackity, tomándolo por sorpresa.

Quackity estaba recostado en sus piernas. Ambos estaban encerrados en la habitación, leían libros mientras disfrutaban la presencia del otro, no se había dado cuenta que Quackity leía un libro de superación.

—. ¿De qué hablas? - pregunta, confundido.

—. Tú te irás en aproximadamente seis meses, yo me quedaré solo. No es triste del todo, porque tengo a Rivers y al Mariana, y ahora a Carre y Robleis también; es triste porque seguiré viendo el jardín donde siempre tomamos nuestro desayuno, seguiré viendo la cafetería de nuestras primeras citas, las calles oleran a ti incluso si ya te has marchado hace mucho, el cielo parecerá ser el mismo incluso si pasan varios años. A veces siento que puedo, pero luego recuerdo cuanto te amo y en cuanto me dolerá - dice, dejando el libro y fijándose en Spreen.

El mayor frunció sus labios, no sabiendo qué decir ante su declaración.

Sólo atinó a abrazarlo, haciendo que los libros cayeran al suelo y les dejaran la cama solo a ellos.

—. No pienses en eso, ¿si? Sé que dolerá, porque yo estaré en un lugar nuevo y no habrá nada de ti que me haga sentir en un hogar - respondió, aferrándose a él —. No quiero dejarte, pero no puedo quedarme.

Quackity lagrimeo en su pecho, y Spreen se dio cuenta que esa era la primera vez que lo veía llorar, y le dolía que fuera por él.

Se quedó a su lado, arrullandolo con caricias y besos suaves en sus mejillas y rostro.

—. Cuando regrese, compraré una casa cerca de la playa, ¿o quizá las montañas? ¿Qué te gusta más? ¿El frío o el calor? - pregunta, recostado en una de sus manos mientras acariciaba el estómago del menor, arrullandolo.

—. El frío, porque me recuerda a ti - responde, sonriente.

—. Auch, ¿piensas que soy frío? - preguntó, con un mohín en sus labios.

Quackity sonrió, acercándose para depositar un suave beso —. Sí, tu cuerpo es frío y a mí me gusta así, me hace sentir cómodo - respondió.

Sonrió por su respuesta, acercándose a su boca para besarla. Comenzó un beso que nunca habían intentado, era intenso, bastante ardiente para ellos. Su saliva se mezclaba al igual que sus respiraciones, haciendo que sus cuerpos se estremecieran.

Quackity se retorció bajo el toque de una mano en su vientre, la cual escaló hasta posicionarse en sus pezones. Se sorprendió por el nuevo toque, Spreen apretaba sus pezones y los retorcía con suavidad. Permitió el movimiento porque no lo consideraba algo demasiado fuerte.

También permitió que Spreen se pusiera sobre él para besar su cuello, mordiendo la piel y haciéndolo jadear. Comenzaba a sentirse extraño, bastante nervioso, ¿estaba listo para eso?

Eran jóvenes, apenas dieciséis y diecisiete, ¿podían hacer algo así?

Se asustó cuando Spreen frotó su erección con su pelvis, poniéndolo a temblar de nervios.

La voz no salió de inmediato, y después no tuvo valor para negarse, viendo como Spreen parecía complacido por los toques que hacía sobre su cuerpo. Sin embargo, no pudo tolerar la lengua que se paseó por su abdomen hasta el comienzo de sus pantalones.

—. E-espera, detente - pide, sosteniendo la cabeza del mayor.

Spreen se detuvo cuando lo ordenó, separándose para verlo.

—. P-perdón, pero no me siento listo. Tengo miedo, y... - Quackity no pudo continuar, ¿qué era lo malo? Amaba a Spreen, ¿no? Entonces, ¿por qué no sólo lo aceptaba y ya?

Sus pensamientos lo martirizaban, se sentía preocupado, ¿y si no lo amaba tanto cómo creía?

Todo quedó en el olvido por unos brazos que lo arroparon, tomándolo por sorpresa.

—. Perdóname a mí, no pregunté previamente si estabas de acuerdo, mi error - dice, acariciando su cabeza.

Spreen comenzó a acomodar la ropa del menor, avergonzándose al ver los chupetones que dejó en su cuello.

—. Perdón, deje marcas - dice, frotando su cuello.

Quackity sonrió, negando con la cabeza —. Yo... no sé qué me pasó, me preocupa un poco no querer hacerlo, siento que... ¿y si no te quiero lo suficiente? Yo, tengo miedo de eso - expresa, preocupado, haciéndole saber de inmediato sus pensamientos y sentimientos.

Spreen suspiró, asintiendo.

—. No tienes que estar preparado de inmediato, el sexo no es una prueba de amor, es un acto de placer que se disfruta entre amantes y personas en general. No tienes que estar listo ahora, todos nos preparamos para lo mismo pero de diferentes formas y en distintos tiempos. Que yo lo esté no te obliga a estarlo, realmente no es necesario, y yo puedo esperar por ti lo suficiente como para que no te preocupes, incluso si llegó antes a la tercera edad, está bien, porque lo importante es que te sientas cómodo y seguro, no quiero que tengas miedo de estar conmigo.

Quackity asintió, aliviado por sus palabras. Realmente no podía dudar, amaba a Spreen, y el amor no era necesario demostrarse por el sexo, todos tenían formas distintas de amar.

Aunque todos tengamos distinta lengua del amor, en una relación hay que recordar que, para que la otra persona sienta amor, hay que demostrarlo en su lenguaje.

Quackity no pasó por alto eso, sabiendo que Spreen esperaría, entendía que su lengua del amor era el contacto físico y las cosas materiales, fue por eso que le preparaba comidas o le regalaba sus libros favoritos con las frases románticas marcadas para que él las leyera. Así mismo, tomaba su mano y lo abrazaba siempre que podía, y si se les daba la oportunidad, no faltaba el roce que sus labios compartían.

No interesaba el sexo, eran jóvenes, tendrían una larga vida por delante, podían pensar en eso más tarde. Por el momento, disfrutarán su ahora. 

My Boy - SpreeckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora