Sin su razón

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Spreen regresaba a su casa, sonriente luego de haber pasado toda la tarde en casa de su novio y haber cenado la deliciosa comida de su suegra.

Llevaba contando cinco meses de noviazgo con Quackity, y eso lo tenía feliz. Nada podría arruinarla, o eso creía.

—. ¿Por qué llegas tarde? - pregunta su padre en cuanto entra a la casa, sentado en el sofá con el control remoto en su mano, ahí se encontraba el hombre que se hacía llamar su familia.

—. Me quede con un amigo - responde, retirando sus zapatos para dejar caer su mochila, caminando hacia la cocina.

—. Un amigo ¿eh? ¿Es normal que los jóvenes de ahora besen a sus amigos en la boca? - la pregunta lo dejó helado, haciéndolo voltear para verlo.

Su padre sostenía en sus manos unas fotos, en las cuales, Quackity y él se tomaban de la mano mientras se daban su beso de despedida frente a la escuela.

—. ¿Cómo? Tú -

Un golpe repentino lo interrumpió, cayó al suelo por la patada que debilitó sus piernas.

—. ¿Para esto te crié? ¡¿Para ser un maricón de mierda?! - exclama su padre, golpeando repetidas veces su abdomen.

No lloró mientras lo golpeaba, tampoco hizo tanto ruido, no le daría placer de verlo sufrir.

—. ¿Sabes qué? ¡Te vas! - le ordena, tomando una foto familiar de ellos dos y arrojándola, haciendo que el cristal se rompiera y cortará sus manos —. ¡Te vas de está casa! ¡Y te vas para un internado!

Spreen alzó su rostro, sorprendido y asustado.

—. ¿Qué? Tú no me puedes hacer eso - dice, viendo como su padre se alejaba colérico.

Se levantó sin importarle la sangre y las heridas en sus manos, debía de evitar ese traslado.

Podía con los golpes, podía con los insultos, podía con su maltrato, podía con todo; pero no podía sin Quackity.

—. ¡Papá! - grita fuera de su oficina, intentando abrir la puerta, aporreando al ver que estaba cerrada —. ¡Papá, por favor! - suplica, llorando —. ¡No lo hagas, por favor! ¡No puedo vivir sin él!

La puerta fue abierta bruscamente, dejando ver a un hombre adulto parado frente a él. Su padre, con el ceño fruncido y los puños apretados, no hizo más que darle un golpe en la quijada, tumbándolo al suelo.

—. ¡Qué no puedes vivir sin él! ¡¿Qué mierda estás diciendo?! ¡Es un hombre! ¡Maricón! ¡Asqueroso! ¡Repugnante! ¡Nauseabundo! ¡Me da asco! - le gritó, dándole un golpe por cada insulto —. ¡Te voy a mandar lejos hasta que termines la universidad! ¡Ojalá que así olvides esas mariconadas!

Tras la sentencia, la puerta de la oficina se volvió a cerrar. Dejando que Spreen, como un adolescente de apenas dieciséis años, llorará fuertemente mientras tosía ahogado. Lo iban a separar, lo iban a mandar lejos y no volvería a ver a su luz, a su razón de vivir: Quackity.

Se levantó como pudo y fue a su cuarto, encerrándose en el frío lugar para llorar en paz.

Podía escuchar cómo su padre seguía tirando cosas al suelo, hasta que a medianoche, se quedó dormido en la puerta junto al silencio de su casa.

Ya no quería vivir sin él, sin su luz, sin su vida, sin su razón, no podía vivir sin la persona que lo motivaba a vivir.








Quería animarlos con un cap de la historia más soft que tengo hasta ahora, y recordé que el cap que seguía era este. Ni modo, llorar aumenta las defensas, menos a mí, yo lloro y me enfermo al día siguiente.  

My Boy - SpreeckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora