—. ¡Ya regresé! - avisa Quackity, entrando a su casa.
—. ¡Hola, mi bebe! - dice su madre, acercándose a él para acariciar y apretar sus mejillas —. Te ves tan contento. Cuéntame, ¿cómo te fue hoy?
Quackity sonrió ante la amabilidad de su madre, disfrutando la cálida bienvenida.
—. Bien, muy bien - responde, sentándose en la mesa junto a su madre —. Ese chico del que te hable, realmente es muy lindo conmigo.
Su madre sonrió, acercándose para abrazarlo.
—. Un día me lo tienes que presentar. Quiero ver la amabilidad que conquistó el corazón de mi niño - le dice, sonriente. Quackity asintió, agradecido con el apoyo que recibía de su madre —. Pero bueno, ve a lavarte. Preparé enchiladas suizas para que cenemos.
Quackity sonrió en grande, asintiendo para ir a lavarse y poder degustar su comida favorita preparada por su madre.
Spreen regresó a su casa sonriendo a más no poder, se sentía en el cielo con sólo recordar lo que sucedió ese día.
Al llegar a su habitación, se encontró a su padre registrando las cosas de su cuarto, de aquí a allá.
—. ¿Qué haces acá? - pregunta, en tono serio.
Sentía que toda la emoción se desvanecía en ese instante.
—. Son veinte minutos tarde. Hoy no tenías práctica de fútbol, y tampoco estás en un club - dice su padre, soltando las cosas y parándose frente a él, firme y autoritario —. Dime, ¿te estás drogando? ¿Fumas? ¿Bebés? ¿Qué haces cuando llegas tarde? La ama de llaves me dijo qué estás así desde inició de semestre.
Spreen se alejó de él, frunciendo el ceño.
—. No te incumbe - responde, queriendo pasar a un lado sin crear conflictos.
Su padre sonrió, negando con la cabeza.
—. ¿Desde cuándo me contestas? ¿No te he educado bien? - pregunta, amenazante.
Spreen no dijo nada, sólo se quedó callado. Volver a responder era poner en riesgo su vida.
—. ¡Te estoy hablando! - le grita su padre, tomando algunas cosas y dejándolas caer al piso.
Spreen vio cómo caía el reloj de alta calidad que le regaló su madre por su cumpleaños, pero no le importó. Ya no le importaba cuando su padre arruinaba sus cosas; sin embargo y por alguna razón, sentía mucha ira contra su padre en ese momento.
—. ¡Si te contesto te enojas y si no lo hago también! ¡¿Qué mierda quieres que haga?! - exclama, enfadado y conteniendo su ira apretando sus puños.
Su padre suspiró profundo y se acercó amenazante, golpeando su mejilla con tanta fuerza que lo tumbó al suelo.
—. ¡Sos un mal agradecido! ¡Trabajo todos los días para que vivas de está manera tan cómoda y ni por eso agradeces! ¡Sólo tenes que estudiar y hacer lo que yo te diga! ¡Por qué siempre te comportás así conmigo! - grita, golpeando repetidas veces su abdomen.
Deseaba irse de ese lugar, pero no quería regresar con su madre tampoco. Simplemente, no tenía una persona en la cuál refugiarse.
A media noche, salió por su ventana y huyó de ahí, caminando sin rumbo por las calles solitarias.
No tenía a donde más huir, ningún familiar era opción para escapar de su sufrimiento.
—. ¿Qué haces afuera tan noche? - la voz que interrumpió sus pensamientos negativos le asombró, alzando la mirada para encontrar los ojos zafiro fijos en él.
—. ¿Quackity? ¿Qué haces afuera a estás horas? - pregunta, acercándose al menor con una sonrisa.
—. Oh, vengo de dejarle enchiladas a mi tía. Está embarazada y le dio antojo de medianoche - responde, sonriente —. Pero, ¿tú qué haces tan noche?
Su sonrisa se borró al recordar la razón por la que caminaba por las calles a esas horas, suspirando pesado y sentándose en la orilla de la acera.
—. Es una larga historia - respondió, desviando la mirada para que Quackity no viera sus ojos llorosos.
El menor se sentó a su lado, juntándose a él para abrazarlo, dejando que sintiera su calor.
—. Tengo toda la noche para escucharte - le responde, acariciando suavemente su espalda.
En ese momento, cualquier rastro de querer ocultar su llanto se esfumó, soltando lágrima tras lágrima.
Quackity lo abrazó más fuerte, acariciándolo y sobando su espalda. Calmando un poco su dolor.
Spreen se dio cuenta que, su mundo era un lugar muy cruel y frío, como un océano en medio de la tormenta; pero Quackity era ese trozo de tierra en medio de la marea, ese fuego que consolaba su frío, el sol que iluminaba su tormento, y el respiro que necesitaba para descansar del martirio.
Quackity era la luz al final del túnel, su aliento, el vaho, los jadeos cansados. Era su todo y su nada, era lo que le hacía falta.
—. Gracias - dice, ya calmado y sereno después de llorar.
—. No es nada - responde Quackity, acariciando su cabello.
Spreen estaba recostado en sus piernas, mirando a la nada. Estaban en la calle, pero por alguna razón, sentían calor en su pecho.
Spreen sonrió ante la modestia de Quackity, sintiéndose nuevo, tranquilo, como si el tormento por fin hubiera terminado y diera paso al arcoiris y al sol.
Se despidieron y cada uno volvió a su casa, sonrientes.
Ese día ninguno sintió frío, pese a la tormenta que azotaba las puertas, el calor del otro cruzaba la distancia y los consolaba, acompañándolos de calor en la soledad.
Lloré haciendo el cap, lptm ;(
En fin, espero hayan disfrutado y pasen feliz tarde, nos vemos ;)
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My Boy - Spreeckity
FanfictionSpreen era la perfección ilustrada en persona, era todo lo que una persona quisiera ser. Millonario, atlético, inteligente, amigable, y demás virtudes. Sin embargo, él sentía que su vida carecía de la existencia de algo, algo que complementará sus d...